martes, 8 de diciembre de 2015

Apuntes sobre la amistad política entre mujeres


APUNTES SOBRE LA AMISTAD POLÍTICA ENTRE MUJERES 1):
“La Amistad, me parece, se construye con un pie en lo privado y el corazón, y el otro, en lo público-político del pensar… del pensar juntas. Con todo lo que esta dimensión conlleva de valores y de responsabilidades sociales y humanas”.
Margarita Pisano.
Este texto tiene dos momentos distintos, empecé a escribirlo en marzo y lo terminé en junio. Su escritura me llevó por los caminos del recuerdo, así es que mezcla relato de historias vividas y reflexiones sobre la Amistad, concluye con las construcciones colectivas, difíciles y arduas. Su lectura me sirve para situar a Margarita Pisano en mi vida y en la experiencia de haber sido su amiga por más de un cuarto de siglo. Tal vez, a alguien más, le sirva para reflexionar sobre la Amistad Política y sus enseñanzas.
Hay llamadas que una nunca quisiera recibir y que te estremecen. Extrañamente, sucedió en marzo y pasado el shock, de enfrentar una vez más la finitud de la vida, como la conocemos, surgen desordenadamente los recuerdos, las historias vividas; se asoman los encuentros tratando de anidarse en la forma de historia y amistad entre mujeres.
Tenía 24 años, un poco menos, cuando comencé a acercarme al feminismo y, obviamente, la referencia era La Morada y, las feministas que la construyeron. Entre las más importantes, Julieta Kirkwood y Margarita Pisano. A Margarita la conocí personalmente en 1985, cuando buscábamos apoyos para publicar el libro Queremos Votar en las Próximas Elecciones, historia del movimiento de mujeres en Chile.
Desde entonces, el feminismo ha acompañado mis búsquedas y me ha interrogado en la vida, primero cuestionándome el marxismo y mi militancia de izquierda y, luego, confrontando mis propias certezas. A fines de los 80 me sumergí en sus aguas, a veces tranquilas, la mayor parte, turbulentas. Me sumergí con la conciencia que, a partir de ahí, mi vida daría un giro trascendental en mi propia existencia.
Y así fue, el feminismo no se realizó en abstracto, fue con mujeres que vivían sus propios procesos, antes o en paralelo, que recuperaban sus cuerpos y sexualidad.
Pero fue con Margarita Pisano que comprendí que el feminismo nos convocaba a las mujeres a nuevas formas de pensamiento que requerían con urgencia salir de las lógicas tradicionales y perfilarse en gestos y palabras de ser y existir mujer en el mundo. Situada además, en una idea clara de articulación de movimiento social, político y filosófico, actuante y pensante en un contexto de agudización del patriarcado como fueron las dictaduras militares que asolaron nuestro continente y las democracias tuteladas que les siguieron, los “agudos del patriarcado” como los definió Margarita.
Si tuviera que clasificar este período de mi vida, por algún motivo, yo diría que fue una época llena de encuentros y de pérdidas, como lo comprendería mucho después de haber escuchado por primera vez a Margarita su concepto de desprendimientos2). Es importante indicar, que me desprendí de una militancia socialista de 17 años al filo de una supuesta democracia, como la chilena, después de haber dado una gran pelea y haber sido cuestionada por mi sexualidad3), en un mundo masculino que acepta que las mujeres “se pierden” en la política para ser madres y esposas, pero no aceptarán jamás, la autonomía y la libertad de una mujer en ese su mundo. Y esto se transforma en una cuestión primordial, para alguien que ha cultivado su acervo político y cultural, en la libertad de pensar y de actuar, de acuerdo a unos definidos principios nacidos de una ética que si bien estaban presentes, sólo podían hacerse carne en un movimiento de carácter emancipatorio4), como ha intentado ser históricamente y a contra corriente, el de las mujeres.
En esa misma línea, recuperé el cuerpo como territorio político y abracé nuevas formas de sexualidad, intentos imperfectos de libertad, con el mismo compromiso de construcciones ideológicas y políticas y me reconocí mestiza con mi piel blanca, que intenta sin resultado ocultar los siglos de colonialismo sobre el cuerpo y el pensamiento de las mujeres en esta franja del continente. Así, tener un cuerpo sexuado mujer tenía y tiene una diferencia vital y potente en el mundo, justamente, por su histórica exclusión y subordinación y por las señales nítidas que construyen la realidad, cuando se produce una profunda toma de conciencia de la enajenación.
Margarita la maestra y socia: del des-prejuicio a la Amistad Política
Hablar de la Amistad Política, es hablar de un proceso que arranca en el encuentro y en la necesidad urgente de cambiar de signos la vida y la historia, pasando por la construcción respetuosa de confianzas y querencias mutuas que se van perfilando en el camino del descubrimiento de la otra, de una misma y de una genealogía de mujeres.
Un elemento central en la construcción de la amistad política, es el despojo de la animadversión a la otra, de las envidias y de las rivalidades, y el mantener presente que es necesario trabajarlas, desmenuzarlas y estar atentas, para que no vuelvan a aparecer como parte del mandato histórico de la enemistad entre mujeres y la misoginia internalizada.
La mitología creada, a partir de la feminidad -masculinista5), nos convoca a las mujeres a utilizar, supuestamente a nuestro favor, una construcción plagada de falsedades sobre lo que debemos hacer y cómo debemos actuar: las “buenitas”, las “suaves y tiernas”, las que deben pasar “inadvertidas”, las que “mientras menos se oigan es mejor”; las que ojalá “no brillen con luz propia” y por supuesto, las que no tengan “una cabeza que piensa”.
Como parte de la misoginia internalizada, las mujeres medimos a la otra con el rasero que nos impone el patriarcado. En este constructo, las mujeres tendemos a rechazar, devaluar, negar u odiar a la que habla fuerte, a la que tiene ideas propias, a la que discute con pasión y sin concesiones, a la que cuestiona y vive su vida con independencia y autonomía atreviéndose a ser, pensar y actuar, fuera de los códigos de la feminidad impuesta.
Hoy, casi terminada esta escritura, veo mujeres con una infinita incapacidad humana que, siguiendo estos preceptos, no logran ver y mirarse en sus propios dichos, reconocer sus propias envidias y miserias humanas, siguiendo la lógica que nos dice que es más fácil ver la paja en el ojo ajeno, que la viga en el propio.
En mi experiencia, hay mujeres que encarnan para las otras, esta mitología masculinista, en Chile y para muchas feministas, Margarita Pisano era la “encarnación del mal” y así tuve mi primer acercamiento con ella, pues como toda “encarnación del mal”, era un personaje que atraía y del cual todo el mundo quería estar cerca, aunque luego se le despellejara viva en los comentarios y descalificaciones por atrás. Así, sin que mediara ningún pretexto, una noche de parranda con un grupo, terminamos tocando el timbre de su casa. Nos abrió, con una amabilidad impresionante y nos invitó a pasar. Recuerdo que esa noche, yo, medio envalentonada, empecé a preguntarle por todo lo que decían de ella. Sin darme cuenta, instalada en el prejuicio, y siguiendo el mandato divino de la feminidad, le estaba pidiendo explicaciones de su vida. Al día siguiente, invadida por la resaca moral, con la firme idea que había transgredido algo elemental, busqué el número de teléfono de Margarita y la llamé para disculparme por mi actuación nocturna. Ese día, nos juntamos nuevamente en su casa e iniciamos un andar juntas por la vida.
Todas las relaciones están significadas por el poder y el dominio. Construir respeto y horizontalidad implica un esfuerzo cotidiano de desconstrucción. Esto es fundamentalmente válido en la amistad y en el amor.6) De esta manera, con Margarita, la complicidad entre mujeres, la fuimos construyendo en largas caminatas – conversaciones, donde lo íntimo afloraba con todas sus fuerzas. Allí comprendí que no puede haber ningún lugar sagrado, que no se toque, que no se analice desde el más simple “interés humano” y desde la sabiduría acumulada entre mujeres. Desmenuzar la relación con la madre y sus traiciones; analizar las relaciones repetitivas de románticos amorosos transformados en cariños malos; el cuerpo y la sexualidad; la espiritualidad versus la religión, la familia como mandato de la consanguinidad. Nos poníamos de acuerdo para ir al cine y terminábamos aplanando calles, parques y noches. Evoco, como recuerdo atesorado, unas largas caminatas en la playa.
En este ejercicio y en esa cotidianeidad se fueron construyendo las confianzas. Aprendimos a leer en esa relación, a comunicarnos y relacionarnos con otras lógicas, aprendimos del saber de la otra y de sus aportes, construimos complicidad con la gran posibilidad de trascender el espacio de lo íntimo, de lo privado para fluir a otras dimensiones humanas.
Construir Complicidades Políticas
Las complicidades políticas son las más difíciles de construir. Soy una convencida que para hacerlo es necesario tener proyectos comunes, pensar juntas y un profundo reconocimiento a la otra, a sus saberes y autorías, para poder lograr el aprendizaje recíproco. Pero también partir de un entramado de ideas comunes, un análisis crítico y compartido de la realidad y de la experiencia histórica de las mujeres, capaces de fluir y trascender en el acto que va de lo personal hasta lo político.
La década del 90, estuvo marcada por los procesos de tránsito entre las dictaduras militares y las democracias tuteladas, con una fuerte oleada neoconservadora que terminó por atrapar y destruir la rebeldía e insolencia del movimiento feminista, característica de los 80. En esa intersección nos juntamos a construir una propuesta política pensante de cara a las mujeres; en una actuancia radical frente a un feminismo que negociaba y perdía su capacidad crítica frente al sistema. Ahí fuimos acuerpando, diseñando y aprehendiendo nuevos discursos frente a la realidad, desde los pensamientos propios y en el libre juego de las ideas.
Margarita ya diseñaba su propuesta para un cambio civilizatorio, para alcanzar la buena vida y lanzaba su planteamiento para constituir un feminismo radical que le devolviera el carácter pensante y rebelde a las mujeres, base fundamental para la conformación de las Cómplices. Yo buscaba una historia que nos permitiera contar con una genealogía de mujeres y nos sacara del absurdo, instalado en el imaginario social, como política de lo posible.
Con Margarita, teníamos en común la necesidad de instalar la propuesta de las Cómplices, a nivel latinoamericano y eso nos llevó a participar activa y creativamente, en el Encuentro realizado en El Salvador, en 1993. Fue un período complejo y muy fructífero, en el ejercicio de nuestra autonomía cómplice. Frente a las modas del fin de la historia, el fin del patriarcado y el fin de las utopías, con sus consecuentes democracias de lo posible y un feminismo cada vez más light. Nosotras fuimos caminando contracorriente de los tiempos, instalábamos dentro del feminismo una idea radicalmente distinta: La necesidad de recuperar nuestros cuerpos, nuestra política, nuestra autonomía desde la capacidad de autonombrarnos y, desde la otra esquina, preámbulo de su propuesta de “mirar desde el Afuera”, para trabajar por un horizonte mayor, la necesidad de un cambio civilizatorio.
Fueron años de una actividad incesante entre ideas, escritos, encuentros, foros y seminarios. Donde un hito mayúsculo fue la organización del VII Encuentro Feminista de Latinoamérica y el Caribe, en Chile, desde la más plena autonomía y, establecer la idea de los distintos feminismos con sus demarcaciones, con nombres y apellidos, sin amebas ni exaltación de una supuesta diversidad, que invisibiliza a quienes tienen un pensamiento radical, en abierta oposición a un feminismo hegemónico, cada vez más institucionalizado, cooptado por el sistema y que abandonaba la rebeldía histórica de las mujeres7).
En todo este proceso, la Amistad Política creció, se volvió complicidad profunda. Construimos relaciones transparentes y honestas, pensamos juntas, aprendimos a acuerpar las ideas de la otra sin perder la capacidad del pensar propio. Aprendimos a estar expresadas, sin dejarnos subsumir en el actuar de la otra; hicimos ejercicios de actuancias políticas que influyeron fuertemente en otros entornos. Nos opusimos a las operaciones de desmontaje de nuestras radicalidades. Y nos divertimos.
Tuvimos la capacidad de sortear las envidias y las rivalidades, disfrazadas de poderes miserables que buscaron minar nuestra relación, en distintos momentos, buscando explotar una competencia inexistente entre nosotras. Recuerdo a varias que me plantearon que yo presentara ponencia en el Encuentro de Cartagena, porque mi liderazgo “era mejor” que el de Margarita, o algo así. Con planteamientos de esa naturaleza, se desvirtúan las relaciones entre mujeres, se descalifica de manera espuria a la otra y, por sobre todo, se desconocen los aportes teóricos y prácticos de las Mujeres. Una forma utilizada intencionalmente, para ir borrando el pensamiento radical de Margarita que tanto les ha molestado.
Nuestra Complicidad trasciende espacios y fronteras
A mediados del año 1997 y a los 36 años, tomé la decisión de cambiar de país. En el centro de América… el lugar de los árboles me esperaba: un poco refugio, un poco distancia, una necesidad de respirar otros aires distintos al del Chile asfixiante. Volvía 14 años después a Centroamérica, región que estaba instalada en mi cuerpo desde hacía mucho tiempo8).
Mientras avanzaba la seudo democracia en Chile, los espacios se cerraban y una fuerte sensación de ir cuesta arriba me quitaba esperanzas y deseos de vida. Tiempo después descubrí que salir del país me dio oxigeno para continuar. Sé que Margarita lo resintió, lo conversamos muchas veces a través de los años. Pero sé también que nuestra amistad se siguió fortaleciendo, en la crítica y en el cariño. Porque la Amistad Política hay que alimentarla y, con una propuesta como la de Margarita Pisano, hay que acuerparla y compartirla.
Cada Encuentro, fue un encuentro cercano y nuestro, como lo dijo hace poco en una entrevista conjunta9), era mirarnos los ojos y saber que seguíamos en la misma, a pesar de las distancias. En el año 98, nos encontramos en Bolivia, para participar en el famoso Encuentro del feminismo autónomo de Sorata. Nos instalamos como Autonomía Cómplice y tuvimos que soportar el acoso de Mujeres Creando quienes disfrazaron nuevas formas de institucionalidad bajo el pretexto de la autonomía, de las “buenitas”; del “corazón chorreante de amor”, en un ejercicio de poder horrible, terminaron por sepultar al feminismo autónomo, nacido en Cartagena dos años antes10). Allí, además, el discursos de las jóvenes frente a las viejas, hacía tambalear cualquier formulación feminista con genealogía de mujeres. Debo reconocer que el trauma de la esquizofrenia vivida en Sorata, a manos de las creando y de muchas chilenas, me duró un año completo.
El año 2001, junto a Carolina Cabarrús, gestionamos la venida de Margarita a Guatemala, con la complicidad de otras mujeres. En el marco del Primer Encuentro Mesoamericano de Género, Margarita fue invitada como ponente Magistral. Allí, además, construimos una Mesa/Dialogo que se llamaba: ¿El Género una manera de despolitizar el feminismo? Recuerdo esa sala a tope de mujeres de toda la región; acostumbradas a hablar de género, les removió una postura distinta: “La propuesta civilizatoria masculinista está agotada. Ni dentro de los partidos políticos, ni en las iglesias, ni en la academia avanzaremos. Necesitamos un movimiento feminista que proporcione otra lectura, que construya otra historia desde nuestras fantasías, desde nuestra realidad y no desde la realidad de los varones. Los conocimientos que generamos las mujeres sin la referencia política de un movimiento feminista crítico, potente, actuante, terminan siendo absorbidos por el conocimiento masculinista”11). Tanto en este como en el posterior viaje, queríamos que las mujeres conocieran el pensamiento de Margarita Pisano y que ella tuviera la posibilidad de acercarse a la realidad y al conocimiento de las mujeres mayas. En Guatemala, todos los espacios formativos estaban monopolizados por el feminismo institucional de la igualdad (España y México como referentes). De este hecho, para nosotras era urgente que las mujeres conocieran otro tipo de propuestas trasgresoras, como una manera de recuperar la rebeldía.
El año 2002, nos encontramos en México y Costa Rica. En México en la celebración de los 20 años del Programa Universitario de Género –PUEG UNAM-, invitación que se gestó en Guatemala. Para nuestra sorpresa, en ese evento, se reconoció públicamente la importancia del Feminismo Cómplice en América Latina. Meses más tarde, nos reencontramos en el X Encuentro feminista de Latinoamérica y el Caribe en Costa Rica. Para mí, este encuentro fue el último intento de participar en este tipo de espacios cooptado por el feminismo hegemónico e institucional. Cabe mencionar que la década de los 90 además de su oleada neo conservadora, significó pérdidas profundas para la construcción movimientista y de grupalidades. El neoliberalismo se las había arreglado muy bien para asentar el individualismo a ultranza. En este contexto, sigo valorizando profundamente la amistad construida.
Cada viaje a Chile, al menos cada año o año y medio, era un nuevo motivo de encuentro, largas conversaciones, paseos, ir o acompañarnos a hacer compras, eran momentos que hacían una cotidianidad de calidad en la amistad. Comentar lo que estaba escribiendo, hablar con las mujeres jóvenes que se iban incorporando a su entorno, indudablemente, me alimentaban teóricamente y me colocaban un cable con Chile y, otro, más enraizado, me daba nuevas pistas sobre su propuesta de cambio civilizatorio.
En todos estos años, no hubo ningún trabajo, ninguna ponencia o presentación y ninguna escuela formativa organizada por mí, en la que Margarita Pisano no estuviera presente, en las lecturas y en las reflexiones. La razón es muy simple, creo que el pensamiento de Margarita Pisano, además de ser un análisis y diagnóstico descarnado y profundo sobre la crisis ética de la humanidad, no permite fragmentaciones ni negociaciones para las mujeres y, a su vez, concita las rebeldías, las rabias más profundas de nuestras negaciones históricas. Apela, profundamente a desnudarnos y rearmarnos en la construcción de otros futuros, sacando el engaño y la autocomplacencia, de nuestras vidas.
Recuerdo un día que me dijo “…y hasta cuando vas a seguir siendo la teresita de Calcuta”- así directa y confrontativa como siempre-, preocupada por los momentos difíciles que atravesé en Guatemala. Nos reímos, ella lo decía muy serio. Pero creo que comprendió que mi compromiso por llevar a la justicia el Genocidio y la Violencia Sexual en contra del Pueblo Maya, también era muy serio y parte sustancial de mi propuesta feminista. Este compromiso con Guatemala ha tenido raíces profundas, con las personas que lo vivieron y sufrieron, con la memoria histórica y un deseo de aportar a desconstruir el racismo institucional, la opresión y violencia en contra de las mujeres que campea en el país.
En estos años se formó el Movimiento de Mujeres Rebeldes del Afuera. Recuerdo una conversación en que nos definía su propuesta de un colectivo de mujeres pensantes, delimitado y en el que para entrar “se debía tocar el timbre”. Muchas de ellas participantes asiduas de los Lunes Abiertos12), en los que Margarita presentaba su propuesta para las mujeres. Hicimos chistes, durante horas, a costa de su imagen, yo le dije que hacía años que había tocado el timbre y que no volvería a hacerlo. Las Mujeres Rebeldes del Afuera, fue la materialización de su propuesta más preciada de cómo construir un movimiento pensante, expresado y con límites claros. Las mujeres Rebeldes del Afuera, tienen un potencial enorme, cada una en su afán y en su forma de expresión. Hoy puedo afirmar, sin temor a equivocarme, que construyeron confianzas y querencias profundas y válidas.
“El Movimiento Rebelde del Afuera es un espacio marcado ideológicamente, que no alude a la palabra feminismo ni a la de autonomía, porque no se reconoce en el feminismo ni en la autonomía vigentes. Si desde la autonomía cómplice propuse el desprendimiento del sistema patriarcal en lo íntimo, lo privado y lo público, desde el Afuera propongo, además, el desprendimiento del feminismo actual, porque es una ideología más del patriarcado y todo lo producido por la masculinidad es éticamente inaceptable. El feminismo está fracasado porque no tiene memoria; y con el olvido no es posible dialogar ni pensar… Me interesan los intercambios con las mujeres, pero compartiendo ideas en un proceso más profundo de cuestionamiento que perdure e intervenga el patriarcado masculinista/femenino, y que llegue a ser un polo generador de otra civilización, y no modificador de un sistema perverso, donde las mujeres, al sumarse, incorporan las mismas perversidades.” (2009)13).
Debo reconocer que desprenderme del feminismo, como opción política, es para mí muy difícil, si bien creo que el feminismo hegemónico ha fracasado, pues la corriente de las feministas institucionales, cuales regalonas del patriarcado, ubicadas en las lógicas del poder y en la feminidad- masculinista, nos han llevado al desastre total, neutralizando la propuesta rebelde de transformación del sistema-mundo o civilizatoria para la humanidad. Claro que hay fracaso, cuando andamos dándole vueltas a la noria y el patriarcado se las ingenia para el recicle y la cooptación en cada oleada neo conservadora que inventa. Pero, lo que me cuesta es entregarles el nombre que a tantas mujeres les ha costado la vida y, porque aún veo, desde este lado, en este Afuera, el feminismo radical y pensante, como una propuesta vigente para las mujeres.
Carolina, con su iniciativa de siempre, logró concretar el año 2009, un nuevo viaje de Margarita a Guatemala, invitación que incluyó a Andrea Franulic. Este viaje se realizó en alianza con el Sector de Mujeres y Lesbiradas, fueron dos semanas de dictar cursos y presentar su Biografía Política. De este viaje, surge la idea de reeditar el Cambio de los Deseos, pues las mujeres acá lo estaban trabajando con una fotocopia vieja que teníamos nosotras.
Hablamos esos días del fracaso del feminismo, e iniciamos conversaciones sobre la utopía, que yo había planteado en la presentación de su Biografía Política, tanto en Chile como en Guatemala. A mi juicio, Margarita siempre hizo un planteamiento utópico14) y en esa presentación expresé: “Jamás en la historia humana se han pensado las utopías desde las esferas del poder o del dominio: la utopía se hace necesaria cuando no se acepta lo que es y, por tanto, hay que trascenderlo. La utopía es subversiva, subvierte lo real y abre un mundo de nuevas posibilidades. Sólo cuestionando lo existente que desde afuera se observa -ya sea porque te colocaron allí, o porque hiciste una opción para aventurarte en un nuevo sueño- podrás decir: aquí yo ejerzo mi derecho a ser libre, mi derecho a reinventar los caminos (…)Y aquí, debo reconocer que mirar/mirarnos en el espejo de la derrota es muy, pero muy fuerte, remueve hasta los cimientos y te confronta al vacío… y sin embargo es tan profundamente real… que frente a esa realidad sólo tienes dos rutas posibles, o te resignas (y la resignación es hija de la derrota) o ensayas nuevas posibilidades, desde la porfía más absoluta y con un profundo sentido de desprendimiento”. De alguna manera, Margarita reivindicó esta discusión en su último libro, Fantasear un Futuro, (mayo 2015).
En Chile, discutimos y elaboramos un proyecto para comenzar a armar su Biblioteca Feminista, con más de tres mil volúmenes. Margarita siempre quiso su conocimiento al servicio de las mujeres. Desgraciadamente no encontramos los apoyos financieros para esta propuesta, lo que no limitó su gran generosidad, por compartir su casa, y sus propias lecturas a quienes lo solicitaron.
En mi penúltimo viaje a Chile, la encontré en la vivencia de nuevas traiciones, como las llamó, sostuvimos largas conversaciones con ella y con Elena, tratamos de revisar lo que había pasado, en este esfuerzo de construir relaciones de otra naturaleza. Ella tenía muy claro que sus relaciones y la amistad debían forjarse en la confianza más plena y que, a esas alturas, no iba a cambiar. Nuevamente conversamos sobre los poderes mezquinos, esos pequeños monstruos agazapados e internalizados, que nos cuestan tanto a las mujeres y que son tan difíciles de erradicar. Así me lo escribió: “Aquí estoy como siempre en sucesivas resucitaciones. El cuento con la Franulic fue muy fuerte para mí, me sentí otra vez traicionada, otra vez en un círculo de mañoso silencio… Supongo que habrás leído la declaración en mi página. Espero que vengas luego. Cada vez que se me terremotea el piso, siempre vienen luego nuevas proposiciones, con nuevos grupos que se incorporan a lo que hacemos en el Afuera… siempre hay “una Edda”, “una Cobarrus” proponiendo o incorporándose con entusiasmos, algunos pasajeros y otros profundos. Estoy más vieja que nunca, porfiada como siempre y también como siempre, te echo de menos… No hay nada nuevo bajo el sol Edda, las mujeres siguen siendo débiles en sus políticas y en sus dignidades ¡Pero cuando la descubren, No Hay nada mejor!”. Planificamos viaje para el 2014, para que Elena conociera Guatemala, esta vez de paseo y ya no se concretó, intensificó sus actividades en Chile, porque así era ella, activista imparable, que sólo un nuevo “cuerpazo”, el definitivo, podía detenerla.
En todos estos años, sostuvimos discusiones memorables y abiertas que no llegamos a concluir, ni a ponernos del todo de acuerdo: sobre el racismo; las utopías; la educación y los derechos humanos, o la mejor manera de deshacerse de la biblia y los libros misóginos, en cada una de ellas, peleábamos, discutíamos, alzábamos la voz, guardábamos silencio y nos influíamos mutuamente.
A Margarita había que escucharla, nunca me pesó hacerlo, pues ha sido de las mentes más brillantes del Feminismo, capaz de llevarlo a una radicalidad no negociable con el sistema y pocas veces vista. Margarita tenía un método de diálogo frontal y de shock, ella siempre eligió ser la moza insolente, que nos delineó Julieta Kirkwood. Estoy segura que voy a extrañar su método, porque simplemente, la voy a extrañar a ella.
Apuntes sobre cómo construir en colectivo la Amistad política
“En tiempos de desertización, en que el mundo ha dejado de ser habitable buscamos refugio en los oasis…pero corremos el peligro de que, en nuestra fuga hacia el oasis, llevemos los zapatos llenos de la arena del desierto”15).
La enajenación que hemos vivido las mujeres, viene dada por una larga historia de despojo, de privaciones en un círculo permanente de perder el sentido de la vida y, por sobre todo la capacidad del pensar y actuar con voz propia. Se trata de la naturalización de las relaciones de poder y dominio, con su carga de violencia en todos los ámbitos de la vida. Hemos sido despojadas de una conciencia histórica de la colectividad, de una genealogía de mujeres que nos devuelva la posibilidad de actuar sobre la realidad y que nos sitúe en otros tiempos y espacios no intervenidos por el sistema-mundo que conocemos.
En este contexto, la posibilidad de construir colectivos de mujeres pensantes, donde la autoconciencia se desarrolle en función de la propia vida; de las otras y de las que nos antecedieron como primera referencia, sigue siendo una búsqueda fundamental.
La Amistad Política, como propuesta colectiva se torna más difícil y necesita mayores niveles de análisis y trabajo. Porque nos exige, estar alertas, despiertas, expresadas y atentas a las dinámicas personales e interpersonales que se dan en las relaciones construidas entre mujeres.
A mi juicio, construir Amistad entre Mujeres implica relacionarse desde la horizontalidad, en la ruptura de las jerarquías. Es decir y,- como muy bien lo expuso Margarita-, en el abandono del juego de dominio y el descubrimiento de otros contenidos del poder que hagan posible entrar en el reconocimiento a los saberes, en la reflexión inteligente y en la capacidad de respeto, desde las potencialidades y no desde las carencias humanas.
En los grupos queremos construir nuevas relaciones, sin embargo pocas veces miramos nuestros zapatos para poder sacar la arena de los desiertos que nos rodean. Esa puede ser una gran aventura, si nos animamos a vivirla.
En el mundo, podemos observar dos formas de liderazgos arquetípicos entre las mujeres. El primer modelo, Margarita lo definió muy bien, es el de las regalonas del patriarcado. Esa forma de liderazgo está significada por el poder y el dominio, se materializa en la competencia con otras mujeres y necesita realizarse en solitario. En este tipo de liderazgos, se produce la des-identificación con las otras, aparentemente sus resultados son por mérito propio y no por un proceso de reflexión colectiva y de experiencia histórica de las mujeres. Laura Rodríguez, diputada humanista chilena, lo dijo muy claramente a inicios de los 90, al hablar del “virus de altura”, cuyos primeros síntomas aparecen cuando sobreviene el mareo frente al aplauso y el agasajo de la gente, se te nubla la vista y sólo es posible verte a ti misma. Hoy le llamaríamos “emponderamiento”16), derivación irreverente del “empoderamiento” acuñado por el feminismo hegemónico de la igualdad, para graficar el poder de las mujeres en su instalación en la seudo negociación con el sistema.
En este tipo de liderazgos, el colectivo no es lo fundamental, muchas veces, es el trampolín para lograr los objetivos individuales. A este tipo de mujeres les llamábamos las trepadoras, en algún minuto de nuestra historia.
El otro modelo, surge de quienes tenemos la necesidad vital de construir/construirnos en colectivo. El liderazgo se basa justamente en la grupalidad, busca la colaboración con las otras, apela al respeto y al reconocimiento de la potencialidad de cada quien y en conjunto, en una lógica de horizontalidad y entre iguales, individuas y pensantes. El espacio político es de crecimiento recíproco y alimenta la posibilidad de instalar en el mundo un cuerpo de ideas sólidas, acompañadas de una gestualidad coherente y cohesionada. Reconoce a la otra en sus autorías y aportes, acuerpa las buenas ideas, coloca pasión en la actuancia. En este modelo, la propuesta política se produce en armonía con el pensar juntas y actuar en coherencia.
Entre estos dos arquetipos, hay una gama amplia de posibilidades, por lo que dependerá de las formas que asuma nuestra propuesta colectiva, cómo se van a ir consolidando liderazgos que construyan pensamiento propio y, a la vez, que tengan la capacidad de instalación social de los pensamientos construidos entre todas. Siempre desde la historia, con reconocimiento y sabiduría. La amnesia es del patriarcado.
Uno de los grandes aprendizajes que extraigo de todo los intentos de formar colectividad, es que tanto en la Amistad, como en los grupos políticos, contar con ideas comunes y una actuancia, una práctica compartida, sólo es posible a partir de la individuación, es decir, de una individua consciente de sus actos, comprometida con sus ideas, expresada y respetuosa de la/las otras.
Otras arenas que es necesario ver/ vernos, son las dificultades que se derivan de los resabios del familismo en los que estamos atrapadas: las simbiosis (generalmente en la búsqueda de la madre perdida); las codependencias, (no puedo hacer nada sin las otras), los acentos en lo negativo (nos preocupamos más por las que no llegan a la reunión que por valorar y construir con las que sí llegan, peor aún, si la que no llega es a quien el grupo le ha otorgado el poder). De alguna manera son prácticas donde reina el eterno femenino, se nutren los pequeños y miserables poderes que manipulan y chantajean; se seduce con el supuesto deseo de agradar siempre a las otras. Nos des-responsabilizamos y nos acomodamos a los liderazgos instalados.
También es posible identificar, en las relaciones amorosas y de pareja que surgen en los grupos, sus rupturas y enojos que traspasan la delgada línea de lo íntimo a lo político en la construcción compartida, rompiendo los equilibrios y pasando una cuenta emocional a las otras que distorsiona las relaciones en la grupalidad, pues, “obligan” a una toma de partido que no le corresponde.
Otro problema que hemos vivido en las organizaciones y que no trabajamos lo suficientemente, tiene que ver con el dinero y las relaciones laborales, cuando éstos se dan en el ámbito de la organización y la grupalidad de mujeres. Nos cuesta mucho diferenciar nuestras actuancias, de nuestros compromisos laborales y ahí también, caemos en confusiones de distintas naturalezas. En este proceso, confundimos los espacios, no tenemos claridad cuando los aportes son propios y cuando son producto de la relación económica establecida; tampoco tenemos claridad sobre compromisos de trabajo, pagados con financiamientos para la organización, y que no se realizan; o, momentos en que la colectividad que ha logrado un poco de financiamiento y contrata a una de sus integrantes, ella haga todo lo que el grupo quiere, porque para eso, está recibiendo un salario.
En este contexto, ¿Cómo saber cuando estamos reproduciendo las formas conocidas en la relación política entre mujeres? ¿Cómo desaprender colectivamente dichas prácticas? Si tenemos miedo a expresarnos, será muy difícil hacerlo, porque nos negaremos a visualizar y a explicitar las diferencias. Cuando eso ocurre, necesariamente se acaba el crecimiento colectivo, sobrevienen las crisis y es necesario separarse, tomar distancias. Esto no es un hecho dramático en sí, lo dramático es que nos aferramos y no queremos dejar fluir la vida, cuando se termina la relación.
En este punto, necesariamente debemos reflexionar sobre la ética. Todas estamos afectadas por distintos grados de incoherencia entre nuestro discurso y nuestra práctica, en la medida que nadamos en las aguas turbulentas de esta sociedad que nos es profundamente inhóspita e incómoda. Pero en nuestras propias incoherencias, debemos tener un límite ético, una línea que no es posible traspasar. Hay una plataforma que es básica sobre la cual asentar nuestro accionar, la decisión sobre nuestro propio cuerpo, la libertad en la sexualidad, la erradicación de la violencia de nuestras vidas, la lucha contra el racismo y la explotación, desconstruir los ejercicios de poder y dominio en relación a nosotras, las otras y a nuestro entorno, a los animales, a la red de la vida que constituye este planeta; confrontar todos los tipos de religiones y sus imposiciones, entre las que considero más importantes. Ese límite no es posible traspasarlo sin dañar a la otra, con la que estamos tratando de crear nuevas formas de estar juntas en la vida y, sin transgredir profundamente, las bases para un cambio civilizatorio.
Guatemala, 19 de junio 2015.
Notas al pie de página
1.Comencé a escribir estas líneas en marzo de 2015, impulsada por mi amistad con Margarita Pisano. A la fecha que termino, ella ha muerto, pero su pensamiento sigue volando alto en mí. De alguna manera, con este texto,  cumplo mi promesa hecha en abril, de escribir.
2.Margarita pensaba que una de las mejores pistas para transformar la vida, era  nuestro cuerpo y su ciclicidad; la capacidad de expulsar el óvulo cada mes y los y las hijas al parir. Que eso debíamos aplicarlo a la sociedad y ser capaces de expulsar sin miedos todos aquellos elementos que nos condicionan a seguir siendo esclavas del sistema.
3.La sexualidad y la heterosexualidad siempre ha sido el cuestionamiento de la política de izquierda hacia las mujeres, su doble estándar, su regulación moral. Esto lo leí muy temprano en la “Autobiografía de una mujer emancipada” de Alejandra Kollontai,  en su versión sin censura o mejor dicho en la evidencia de la censura.
4.La Emancipación en su sentido estricto “Liberarse de cualquier clase de subordinación o dependencia”.
5.Utilizo el concepto de Margarita Pisano en que la feminidad sólo puede entenderse como constructo del patriarcado  para el sometimiento de las mujeres.
6.Ver en Julia Quiero que seas Feliz, los personajes que acompañan a la parejil-pareja. Pág. 175, Segunda Edición.2012 
7.Estos hechos están ampliamente recogidos en la Biografía Política de Margarita Pisano “Una Historia Fuera de la Historia” Pisano y Franulic, 2009, para quien requiera profundizar en su análisis.
8.Aquí debo decir que a mis veintidós años, tuve una relación increíble con un guatemalteco de 80, exiliado desde 1954 en Chile. Roberto Alvarado y su esposa Aída, me introdujeron por los laberintos de Guatemala, en su pequeña casa, que en forma de Volcán, recibía a sus visitas con frijolitos volteados y crema.
9.Programa Las malas Lenguas, Concepción, Chile  abril 2015.
10.El que se había gestado a partir de la propuesta del feminismo cómplice.
11.Memoria del primer Encuentro Mesoamericano de Estudios de Género, FLACSO Guatemala, 2001.
12.Margarita siempre tuvo clara su metodología de llegada a las mujeres, tanto en los Lunes Abiertos como en sus talleres revisando nuestros procesos, su contribución fue enseñar a pensar desde la vida personal hasta la dimensión política, desde la lógica de la radicalidad. Siempre construyó Movimiento, muy distinto de la mayoría de las feministas de su  generación que abandonaron, tempranamente al movimiento,  para ser parte del estatus quo internacional. 
13.Feminismos Cómplices 16 años después
14.Básicamente como una formulación de sociedad que no está en ninguna parte, pero que se transforma en un horizonte deseable para alcanzar.
15.Hannah Arendt “¿Qué es la política? 
16.Emponderada es la mujer liberada, que siente que ya no necesita el colectivo y que cree que ha ganado cuotas de igualdad y que puede representar a las otras sin consultárselo a nadie.

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