domingo, 23 de enero de 2011

Maria Sabina



El legado de María Sabina (1894-1985), la 'sacerdotisa de los hongos' mexicana que atrajo a figuras como los Rolling Stones, pervive en la sierra de Oaxaca, en el sur de México, donde los turistas aún acuden en busca del viaje espiritual que proporcionan las setas 'mágicas'.
En Huautla de Jiménez, donde vivió la curandera, los visitantes son recibidos cuando se bajan del autobús por chicos que se ofrecen para ayudarles a encontrar hongos alucinógenos, aseguró a Efe el biógrafo de Sabina, Juan García Carrera (1964).

 es importante señalar que María Sabina, sabia sacerdotisa, Chota-a T chinée, chamán, abuela sabia, ha sido en realidad poco estudiada con profundidad. La mayor parte de las historias que se han escrito sobre ella se dedican a la experiencia del uso de los hongos mágicos, sus efectos y acaso los detalles de los rituales. Tales relatos son propios de los pacientes, y pocos han ido más allá.
Una sacerdotisa como Sabina toma en cuenta varios elementos esenciales en nuestras culturas. Los cuatro puntos cardinales, las horas del día, el tonal o el destino del paciente. Es, en esencia, una conductora y una exploradora en los reinos del más allá. Es ella la conductora de la barca que atraviesa el río de las nueve corrientes, la que va al reino del Mictlan a averiguar los peligros que corre el enfermo que la consulta. Acompaña al paciente a los reinos de la Muerte y como experimentada mujer sabia, lo trae de regreso con la solución a sus problemas. Utiliza el picetl, el san Pedro, el tabaco mexicano para reconfortar a sus pacientes, lo aplica en los lugares correctos del pecho, los brazos y a veces en la nuca, donde reside el hijiyo o el tonal, nuestro destino. Inicia su ceremonia invocando al Señor del Cerro y los Truenos, a la Señora de las Aguas, tiene muy en cuenta los tres puntos críticos del cuerpo humano, donde reside el espíritu, según nuestra antigua cultura: la cabeza, el corazón y el hígado.
Hace su ceremonia de noche, porque entonces cuenta con la protección de las estrellas y los astros y porque sólo de la oscuridad nace la luz. Es mujer águila porque vuela muy alto, y porque ve los que otros no pueden ver. Es una abuela generosa porque abrió las puertas de la vida y la resurección a una cultura agonizante. Ella es una salvadora de nuestras tradiciones y religiones, una mujer insignia, una mujer bandera.
Como María Sabina hay muchos y grandes médicos-sacerdotes en toda nuestra América Latina, perseguidos, menospreciados. Y sin embargo tienen 500 años manteniendo viva la llama de nuestra cultura, resistiendo a los colonialismos e imperialismos por medio milenio, curando y ayudando a la gente de nuestros pueblos, siendo piedra y calicanto de nuestra ideosincracia y nuestra cultura.
Es un honor para nosotros hacer un modesto homenaje a nuestros hombres y mujeres sabios de América, en esta ocasión a la sacerdotisa del amor, y la generosidad, la abuela sabia de Huautla de Jiménez, Oaxaca, la célebre María Sabina. Ella es la más grande despejadora de malezas, la que abrió el camino para salvaguardar el conocimiento de la curación y el ritual de los hongos, antiquísima práctica de nuestros sacerdotes nativos.
Maria Sabina, Mujer Aguila, Mujer Venado, la que encontró la puerta para salvar joyas valiosas de nuestra cultura, la que la vio alto y lejos, desde mucho tiempo atrás, y quien tuvo las piernas para hacerla llegar lejos, por el mundo entero.

 A pesar de que su fama saltó fuera de las fronteras mexicanas, la 'mujer espíritu' sobrevivía de pequeños negocios como la reventa de leña, ya que no tenía vocación comercial para su talento y no era consciente del valor del dinero.
Sabina descubrió los hongos a los siete años de edad, cuando fue a desenredar la cuerda de una cabra que había quedado atrapada y ahí tuvo su primera experiencia con ellos.
Pero no se convirtió en chamán hasta los 40 años, tras montar un potro blanco que la desafió a que lo hiciera, una experiencia que supuso su entrada al mundo espiritual, narró García.
A quien primero curó fue a su hermana; después, el rumor se fue extendiendo y atrajo a un banquero estadounidense hasta la recóndita Huautla.
El forastero tomó los hongos sagrados con ella y publicó un libro que extendería la fama de la 'sacerdotisa'.
Corrían los años 60 y al lugar empezaron a llegar turistas, hippies y curiosos que habían oído hablar de la indígena mazateca que conducía ceremonias espirituales, a veces hasta para 30 personas, universitarios en su mayoría.
'Mucha gente se aprovechó de ella, pues ni sabía firmar ni sabía leer', lamentó su último acompañante, testigo de su muerte solitaria en una cama de hospital, aquejada de cirrosis y bronconeumonía, entre otros males.
Durante sus últimos años, Sabina sólo 'bendecía a los hongos y se iba a dormir, ya no aguantaba conducir una ceremonia de cinco o seis horas', explicó García, a quien la mujer guió también con los alucinógenos.
Autor de una biografía de la curandera y de varios libros sobre chamanismo, el 'defensor' de la 'mujer espíritu' afirma que mucha gente llora todavía al leer la vida de Sabina, que transcurrió de principio a fin en la miseria, pese a su fama y al negocio turístico que generó.
 
(Fuente: EFE, la guirnalda polar.)

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