Cristina Chiquin
“Las
feministas se organizan y salen a la calle, una y otra vez, para pedir o para
denunciar, según lo que el sistema nos otorgue o nos quite a las mujeres. El
sentido de la política feminista se sostiene en el patriarcado como referente y
éste alimenta su proyecto de sociedad, el único existente, y lo mantiene
vivo” Andrea Franulic
Para empezar a escribir traté de
enfocarme en eso que -en estos días- me ha movido a cuestionarme a mí misma la
forma de ver las cosas, el mundo. Como feminista reconozco que la lucha también
pasa por cuestionar mis ideas y, también, de estar en constante cuestionamiento
de lo que quiero y para qué.
En las últimas semanas, los
medios de comunicación del país informaron con mucho énfasis sobre el asesinato
de mujeres y en especial de dos niñas, lo que provocó indignación y rabia en la
población, pero sobre todo a nosotras. Esto movió a que algunas mujeres y hombres plantearan la idea de mostrar repudio ante los
hechos ocurridos. La consigna fue pedir que el Estado cumpla con seguridad y
justicia para las mujeres. La otra consigna fue la justicia simbólica.
Veo importante el hecho que la
indignación se apodere de nuestras conciencias
y que desde ahí se planteen acciones
para denunciar las violaciones y la
represión que se vive en el país que tiene como raíz toda una historia de
despojo y de violencia que no ha cesado en ningún momento y, al mismo tiempo,
una resistencia histórica. Salir a la calle y querer sumar a más personas en
estas acciones es un paso para poder empezar también a desmantelar la idea de
que en este país se vive en democracia.
Sin embargo creo que debemos
cuestionarnos como feministas si es viable pedir al Estado o a los gobiernos “seguridad” o “justicia”, sabiendo que la consigna de
seguridad ha sido desde siempre
utilizada por el sistema para justificar
sus estrategias de muerte y represión. Hoy bajo el lema de mano dura un
gobierno vuelve a reprimir, perseguir y a criminalizar a mujeres y hombres que
luchan por la vida y por el territorio.
Esta misma seguridad es la que
piden las empresas transnacionales y la oligarquía para que el gobierno cuide y priorice sus inversiones en el país, una seguridad
contra los pueblos y especialmente contra las mujeres. Porque esa seguridad es
la que ha construido el patriarcado, el capitalismo, desde sus fauces y desde
la historia.
Pero de esto nos hemos dado
cuenta a lo largo de los años y de generación en generación. En un país en
donde se ha utilizado a las mujeres como
botines de guerra y usado nuestros cuerpos para provocar terror, miedo
y silencio. El mismo Estado al cual hoy le pedimos seguridad. Un Estado que ha violado, asesinado, silenciado la voz
de todo un pueblo.
Debemos cuestionarnos si es
viable seguir pidiendo e implorando que no nos maten, o si es funcional querer
transformar un Estado como este a sabiendas que está fracasado para las mayorías y para los
objetivos por los cuales luchamos muchas feministas y muchos movimientos y que
nunca sus bases estarán diseñadas para ser diferentes de lo que hoy son , puesto
que ha secuestrado e impuesto sus intereses bajo las reivindicaciones del
pueblo.
Como feminista me niego a seguir
alimentando estas estructuras, a seguir el juego de esta democracia liberal que,
incluso, se sirve de nuestras acciones y de nuestras peticiones a favor de la
existencia de sus órganos de terror.
Bien lo dice Andrea Franulic
feminista autónoma Chilena del
movimiento de afuera, "Mientras el feminismo siga congelado en el tiempo
eterno de la feminidad, reclamándoles, solicitándoles, requiriéndoles,
urgiéndolos, implorándoles, demandándoles, o bien, denunciando a los poderes
masculinos, estos se mantendrán dichosos manejándonos
con nuestras supuestas “conquistas”: alargándolas, quitándolas, otorgándolas,
reemplazándolas o atribuyéndoselas; de acuerdo a sus intereses, sus crisis, sus
guerras, sus modas o sus cambios de humor, de acuerdo a sus urgencias. Y las
mujeres seguirán des/integrándose en su civilización, creyendo en ellos,
aceptando sus migajas o haciéndoles la guerra; en definitiva, creyendo en su
cultura como la única posible. En tanto, ellos nos seguirán matando"
Es importante reflexionar,
si nuestras acciones no responden también
a las mismas estrategias de miedo o de represión que ha usado este sistema en
contra de nosotras, movernos es importante pero teniendo claro también cual
será el objetivo final de esa acción.
Otra es cuestionarnos los
acomodamientos y privilegios que a algunas
da este sistema y que hemos
interiorizado haciendo y funcionando a través de ellos.
Que la indignación nos
cubra pero una indignación que nos lleve a
mover las propias estructuras internas que hemos adoptado de este
sistema, que nos indigne el hecho de que muchas veces nos hemos quedado en el
papel que nos han designado. Pocas veces nos hemos cuestionado de qué manera retomamos
la radicalidad de nuestras ideas, pensamientos y luchas o bien
cuestionarnos la ausencia de esta
radicalidad.
El feminicidio es parte de
todo el aparataje de violencia
institucional que muchas veces hemos
avalado y alimentado con nuestras acciones políticas. Si bien la justicia o la
lucha por la justicia debe permanecer en el imaginario, es también necesario
aclarar que quien ejerce toda esta violencia es el Estado y que, por lo tanto,
es necesario empezar a repensarnos fuera
de ese Estado.
Sobre todo a
cuestionarnos y a hacer critica que nos
lleve a no quedarnos siempre en los mismos círculos patriarcales
y volver a la radicalidad de las
mujeres que en algún momento luchaban incluso por esa institucionalidad que hoy
permea los movimientos y que tenían un sentido en el momento en el que se
libraban estas luchas. Pero avanzar en el análisis en la construcción de lo que
queremos y en el desechar lo que no es funcional.
Cuestionemos todo, desde
nuestra práctica hasta los símbolos que reivindicamos y adaptamos desde la
feminidad impuesta, el rol de madres, de esposas abnegadas, el de cuidadoras y el
silencio que nos imponen y que aceptamos, cuestionemos nuestro qué hacer
y dejemos de posicionarnos
jerárquicamente como el sistema nos lo ha ordenado dentro de su lógica de
dominio en donde están “las salvadoras” y las “víctimas,
sobrevivientes”.
Cuestionemos la
institucionalidad que categoriza y
jerarquiza y deja a las “que acuden en ayuda de las otras por medio de la
onegizacion “y las “beneficiarias”, Dejemos ya estos papeles que refuerzan las
dinámicas de poder y producen los acomodamientos de algunas, dejemos ya de un
lado estos papeles que nos han y nos
hemos impuesto, cuestionemos nuestra “generosa
bondad” que también es parte de las calificaciones que impone el sistema patriarcal en el ser mujeres
y la feminidad.
Empecemos a reconocer las
verdades de este sistema y de este país empecemos también asumir los fracasos
que hemos tenido para poder plantearnos nuevas formas de acción y de creación. Dejemos pues también que otras que miran
desde otros puntos puedan decir sin ser descalificadas, escuchemos, analicemos,
pero sobre todo empecemos a nombrarnos a dejar que se cree nuevos pensamientos.
Posicionémonos que el no hacerlo también es un acto violento y
es una estrategia que usa a
menudo el sistema.
Tengamos una memoria dese
nuestros cuerpos, tengamos una memoria de la historia de nuestros territorios,
pero no heredemos los errores que se cometieron. Reivindiquemos nuestras ganas
de salirnos de esto que nos impusieron, reivindiquemos nuestro cuerpo, nuestros
pensamientos, empecemos a decir lo que nos mueve, aunque muchas veces nos
confunda.
Empecé escribiendo esto para
a enfocar lo que quiero y para qué, porque quiero empezar a legitimar lo que me mueve dentro a mostrar
mi indignación, a decir que, en ciertos momentos, todo este bagaje histórico
del sistema me confunde en mi cuestionamiento constante. Creo que eso hoy me
permite tener ganas de no quedarme en el mismo lugar.
Y es en ese movimiento
constante en donde quiero estar, para poder salirme de mis mismos parámetros y
para poder salir de todo lo que me han impuesto
y confrontarlo, para empezar a crear desde mi propio conocimiento, desde
mi sentir, desde mi propia vivencia y dese la palabra. Y con esto empezar a crear nuevas ideas y
nuevos caminos: una nueva historia.
Bibliografía:
Artículo de Andrea
Franulic Feminista Chilena del movimiento de Afuera
La voltereta del posfeminismo A propósito de discursos
“sin la madurez de la memoria” (Enero 2012)
provocador...y pertinente, en estos tiempos de "pisos que se mueven", más incertidumbres que se instalan, movimientos que no sabemos para dónde van...o vienen? Bien Cristina!!!
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