miércoles, 27 de abril de 2011

Patricia, presa del 4F, se suicida después de 6 meses de prisión por acusación del ayuntamiento





 La Haine.Org

Patricia Heras había sido condenada por los incidentes de Sant Pere Més Alt donde un miembro de la Guardia Urbana recibió un golpe que le dejó tetrapléjico. La chica defendió siempre su inocencia. Amnistía Internacional denunció el caso y las torturas infringidas a los detenidos .
Patricia Heras, una de las personas condenadas por hechos de Sant Pere de Més Baix donde en 2006 un policía local de Barcelona resultó gravemente herido durante un confuso desalojo de un local, se suicidó anoche en su casa. Heras, que había relatado en su blog una versión de los hechos contraria a la versión aceptada por el tribunal llevaba seis meses en prisión, cuatro de ellos en tercer grado -yendo a la penitenciaría sólo a dormir. Siempre se había declarado inocente.
Los hechos ocurrieron el 4 de febrero de 2006 cuando la Guardia Urbana intentaba acabar con una fiesta en una casa presuntamente okupa (el movimiento okupa desmintió que tuviera relación con ese edificio) en la calle de Sant Pere Més Alt. En los incidentes un miembro de la Guardia Urbana fue agredido con un test que le causó una heridas gravísimas que le han dejado en estado vegetativo. La versión según la cual se le había lanzado una maceta desde un balcón fue explicada por el entonces alcalde Joan Clos. Sin embargo después se cambió la versión y se afirmó que las heridas habían sido causadas por una piedra. Patricia Heras, en cualquier caso, no fue acusada de eso sino del posterior lanzamiento de una valla contra la policía, acusación que ella niega, afirmando que ni siquiera estaba en el lugar de los hechos.
En enero de 2008 Heras fue juzgada en la Audiencia Provincial de Barcelona y condenada, con Alfredo Pestana a tres años de prisión por atentado contra la autoridad. Los condenados recurrieron al Tribunal Supremo español que el 3 de junio de 2009 ratificó la sentencia impuesta por la Audiencia Provincial de Barcelona. Posteriormente pidieron un indulto al consejo de ministros que no les fue concedido. En octubre de 2010 Patricia Heras ingresó en la prisión de Wad Ras de Barcelona y el 18 de diciembre de 2010 pasó a la sección abierta, con la obligación de volver a dormir cada día en la cárcel. El 26 de abril de 2011 se suicidó en su casa.
Por estos hechos hay en prisión tres personas, Juan Pintos, Alex Cisterna y Rodrigo Lanza.
Amnistía Internacional denunció el caso y las torturas que recibieron los tres detenidos principales. Patricia Heras denunció también malos tratos.

¿Y ahora qué, Jordi Hereu?
Hay noches cortas y madrugadas largas. Y hechos que nos devuelven de golpe a la más cruda realidad exasperante; noticias irreversibles que dejan toda cotidianeidad en tensa suspensión catatónica. Ayer noche esto pasaba, a la medianoche de la redacción, cuando tuvimos que hacer saltar la editorial prevista para denunciar, a regañadientes y desde la cárcel donde nos tienen a todas encerradas, la muerte de Patri Heras, una de las cuatro personas presas, injustamente condenadas, por el caso 4F.
"Hay muchas formas de matar: / clavarte un cuchillo / sacarte el pan / no curarte de una enfermedad / empujarte al suicidio ...". Son palabras de Bertolt Brecht, a propósito del repertorio criminal del que dispone el Estado. Este editorial nace en el umbral de la medianoche: cuando la más cruda realidad paraba todas las máquinas sin tiempo para redactar, entre la rabia y la impotencia, ninguna noticia.
Ayer al atardecer, la joven Patri Heras, una de las cinco condenadas a prisión como consecuencia del montaje policial del 4F, no quería volver a la cárcel. Encarcelada desde hacía seis meses en Wad Ras, en tercer grado desde enero, ayer Patri decidía suicidarse. Que algunos apunten ya una muesca más en la larga lista siniestra de las víctimas anegadas de una obsesiva y enloquecida persecución política. Que en este caso es fundamentó en la pura revancha y en la barra libre represiva. Barra libre criminal que sabemos cuando comenzó pero no cómo acabará. Patri Heras recurrió a todas las instancias judiciales -hasta la petición de indulto recientemente denegada- para revertir una pena de 3 años de prisión por un hematoma en el muslo de un agente de la Guardia Urbana. Todos los estamentos lo rechazaron, a pesar de Patri siempre proclamó su inocencia.
Lo más cínico e hipócrita de los discursos oficiales lamentará hoy otra muerte en el ámbito penitenciario que, pese a lo que no se diga, tiene responsables directos e indirectos. Los impulsores de las Ordenanzas del Civismo, de las reformas del Código Penal o de la política de mano dura atizada por el Ayuntamiento -que era acusación particular- están tras el suicidio de Patri. Suicidio que está muerto. Muerte que es asesinato.


viernes, 22 de abril de 2011

"El feminismo no tiene nada de qué avergonzarse". Entrevista a Amelia Valcárcel.


Por Laurencia Sáenz
qué es el feminismo? El feminismo es uno de los pilares de la democracia, y es una de las políticas que nacen con el mundo que vivimos. Porque venimos de sociedades en las cuales las mujeres no son nada. Y lo que ha permitido que las mujeres vayan tejiendo y alcanzando ciudadanía, es un enorme movimiento que ya tiene tres siglos de poner en cuestión que el hecho de ser mujer te excluya de los derechos. Es un movimiento bastante exitoso, pero está muy vinculado, ciertamente, a occidente.
¿Por qué muchas personas lo consideran como un “machismo al revés”?
Por falta de reflexión, y por interés. Por falta de reflexión porque si se puede tirar por una senda fácil, nuestro entendimiento es perezoso. Y en parte por interés: es que el feminismo está vivo, consigue cosas, y realmente es exigente. Por interés, mucha gente puede querer que se entienda mal. Porque el feminismo no es lo contrario del machismo, pero es absolutamente contrario al machismo. Y quiere acabar con él. Y, realmente, el machismo tiene defensores.
El feminismo aspira a la igualdad, pero ¿qué pasa con las diferencias? Corrientes de pensamiento basadas en teorías de la sociobiología sostienen que la diferencia entre hombres y mujeres estaría en los genes: el hombre estaría genéticamente programado para ser racional, constructivo, y la mujer genéticamente programadas para ser más sensible, generosa, conciliadora...
Hace 50 años eso estaba muy en el candelero cuando la sociobiología reactivó ese discurso. Pero no estamos hablando realmente de si las personas son más sensibles unas que otras, o si unas lloran con más facilidad delante de los culebrones. Estamos hablando de si ser mujer te va a condenar al infierno. A tener menos derechos, a pasar miedo, a tener menos dinero o a depender de la voluntad de otro. Entonces, las características secundarias como la sensibilidad no juegan en esto. Lo que juega en el espacio abierto y democrático es la formación, la voluntad y el mérito. El feminismo es un movimiento político, y se desenvuelve en el plano político. Por lo tanto, aspira a la igualdad política, es decir, aspira a que la ciudadanía sea una ciudadanía compartida.


Muchos afirman que hombres y mujeres no podemos ser iguales, pero sí complementarios... Bueno es una de las cosas que se dicen, que varones y mujeres son complementarios... siempre que a la mujer no le toque ser la parte que es complementaria, está bien. ¡Pero es que las complementarias son siempre las mismas! No, yo creo que todos, varones y mujeres, somos seres humanos y que en sociedades abiertas y libres tenemos que tener capacidad para alcanzar los mismos bienes y vivir una vida buena.
¿Cuáles han sido los principales aportes  del feminismo?
El principal aporte del feminismo, nada menos, es volver a la humanidad un solo sujeto. Dese cuenta que la Declaración de los Derechos Humanos de 1948 no se hubiera realizado sin una gran feminista: Eleanor Roosevelt.
El feminismo ha hecho muchísimo por una conciencia de la humanidad distinta y mejor, a parte de haber hecho muchas cosas para obtener derechos que nos estaban negados: el saber, el sentarnos en las aulas universitarias, las profesiones abiertas, las profesiones liberales.
El feminismo ha sido un aliado enorme de la innovación y de la innovación moral. Ha cambiado los registros morales de occidente, enteros. Porque la libertad de las mujeres introduce una novedad que antes nunca ha existido y eso es extraordinario porque nos abre la puerta al mundo nuevo, que no sabemos ni siquiera bien cómo funciona, donde los retos son otros.
El feminismo ha ganado sus batallas en una parte del mundo, la que está más decidida a apostar por la novedad y la innovación. Pero mientras la batalla de las mujeres, de su libertad, no se gane en el mundo completo, no está ganada. En muchas partes del planeta, nacer mujer es un castigo al infierno en vida. Nacer en África es un castigo al infierno en vida. Nacer en muchas partes de Asia es lo mismo. Y en América Latina, usted misma recordará que hay dos o tres sitios que no son nada recomendables...
¿Qué aspectos del feminismo criticaría usted?
Ahí voy a ser muy concluyente: el feminismo no tiene nada de que avergonzarse. No ha producido violencia ni tiene todavía ningún muerto en el campo contrario. Y ha logrado, con métodos pacíficos siempre, y a costa de las vidas de mucha gente sacrificándose, ir consiguiendo meta tras meta.
¿Abraza entonces el feminismo por completo...?
Si no hiciera eso, no sería justa con lo que me ha permitido: no tener que luchar por el voto y tenerlo; no tener que luchar por sentarme en los bancos de la universidad y haber podido hacerlo. Quienes nos precedieron nos dieron muchas cosas ya ganadas. ¿Cómo no estar agradecidas?
¿Observa  nuevas  formas  de   presión  contra  las  mujeres  hoy?
La verdad es que en esto de nuevo hay muy poco, son las de siempre. No necesita mucha renovación este asunto: hay violencia contra las mujeres, hay disuasión para que den todo lo que saben dar de sí, hay solidaridad entre ellas porque tienen miedo de lo poco que tiene cada una... el sistema todavía se aguanta porque sigue siendo muy perverso. Y porque la mayoría de la gente que lo encarna ni siquiera se da cuenta de que lo encarna.
¿Qué estrategias de resistencia frente a estas formas de opresión propone usted?
Hay que hacer un feminismo internacional donde quienes tienen la agenda abierta por la misma página se apoyen para conseguir las cosas con más facilidad, con menos duros costos. Esa es una. La solidaridad es la mejor estrategia, y la libertad de palabra es una gran estrategia. Y el feminismo solo puede existir donde hay libertad de palabra y libertad de pensamiento. No creo que en Irán vivan muy buena vida nuestras feministas.
¿Qué opina del lenguaje de género o inclusivo? A mucha gente le parece ridículo.
No lo sé, la primera vez que se dijo “médica”, probablemente alguna persona se asustó. ¡Pero la decimoquinta vez ya no se asusta nadie! La primera vez que se dijo “abogada”, también, y la decimonovena vez ya no se asusta nadie. Yo soy consejera de Estado. La primera vez que se dijo “consejera”, supongo que alguien se asustó.
Pero, como todo, el lenguaje sirve para hablar de lo que hay; lo que pasa es que el lenguaje cambia más despacio que lo que hay. Las mujeres corren más que el lenguaje. Por lo tanto, el lenguaje tendrá que seguir nuestros logros y no preocuparnos de ello. Todo suena muy ridículo, ¡pero a mi más ridículo que la palabra “modisto” me suenan muy pocas cosas! ¡Y la Academia de la Lengua la aceptó en los años 50! ¡Así que allá ellos! Es que les parecía muy poca cosa que un señor que hacía trapos se llamara “modista”. O sea que si a ellos les pareció bien “modisto”... sígase el razonamiento, que va él solo.
¿Qué piensa del lugar de las mujeres en las religiones monoteístas? ¿Hay herramientas desde  dentro  de  la  religión  para  el  feminismo? Ninguna religión va por delante de su sociedad. Nunca. Las religiones solo dicen que Dios quiere lo que las sociedades ya hacen de por sí. Simplemente, no se van a desvivir por nuestra libertad.
Pienso  en  corrientes  actuales,  como  el  feminismo  islámico...
Sí, pero en el siglo 19, la hubo en el cristianismo. Entonces, tomemos los textos y digamos que no son tan duros como parecen; que se pueden interpretar de otra manera. Es intentar, desde dentro, cambiar algo. ¡Pero eso se intenta porque desde fuera ya existe la vindicación!
¿Cuál es su posición con respecto al debate sobre el velo integral en España?
Mi posición es que no podemos inventar mucho. Francia ha decidido prohibirlo, y yo creo que Francia ha hecho bien. Porque Inglaterra misma confiesa que su modelo no funciona. Y Alemania ha confesado que el suyo tampoco. ¡El problema es que eso solo les pasa a las mujeres! Es decir, a los varones musulmanes su religión no les manda nada en particular. Cuando una norma solo pesa sobre un sexo, hay que mirar a ver por qué y cómo es, no sea que esconda algo, y ese algo sea grave.
Y si es la mujer quien voluntariamente quiere usar el velo integral, ¿hay que impedírselo?
Ya, pero... si voluntariamente, cuando se abolió la esclavitud, muchos esclavos lloraron, porque querían seguir siendo esclavos. Una persona que se someta voluntariamente a una práctica lesiva, ¿qué quiere decir? Eso no quiere decir que la práctica sea legítima; quiere decir que hay gente que no quiere llevar la contraria a su grupo, por ejemplo. Porque no se siente con fuerzas, nada más. Yo le puedo decir que tengo muchas amigas musulmanas que acogieron muy bien una prohibición del Estado, porque les ahorraba un debate.
¿Cuáles  son  los  desafíos  del  feminismo  hoy  en  día?
La agenda feminista está abierta ahora por la paridad. Pero esa agenda es una agenda enorme, que significa nada menos que las mujeres tenemos que tener la mira de todo. Como verá, esa agenda no es para mañana, porque significa estar en paridad de poder en la política, la empresa, el mundo económico, el mundo del saber, los medios de comunicación, el mundo de la creatividad y del arte, y la religión.
En todos esos mundos que le he citado, las mujeres tienen una presencia ínfima. Y siguen siendo mundos de enorme poder. Y en muchas partes del mundo, en este planeta donde vivimos, las mujeres no tienen derechos fundamentales, muy, muy elementales. Por ejemplo, no tienen derechos sexuales y reproductivos. ¿Cómo una joven realmente va a mantener su libertad en la mano si ni siquiera tiene derecho a tomarse la píldora del día después, siendo así que verdaderamente no puede negarse a tener relaciones si quiere tener una vida sentimental?
Se ha encerrado a las mujeres en trampas de ignominia. Lo que yo no soporto es la hipocresía en este asunto... y hay mucha.
Amelia Valcárcel es filósofa, catedrática de filosofía moral y política en la UNED (España), consejera de Estado y vicepresidenta del Real Patronato del Museo del Prado en Madrid. Sus libros más recientes son Feminismo en el mundo global (Cátedra, 2008, 2009) y La memoria y el perdón (Herder, 2010)

 fuente:
http://www.haurraldefundazioa.org
http://www.nacion.com/2011-03-13/Opinion/Agora-%281%29/Opinion2701453.aspx

lunes, 18 de abril de 2011

El PATRIARCADO: Machismo y hembrismo las dos caras de una misma moneda



Jessie Blanco
Con frecuencia solemos escuchar que el feminismo es lo contrario al machismo, confundiéndose el feminismo con hembrismo, que no es más que la reproducción sexista del machismo por parte de las mujeres, que en otro sentido también se ha llamado endomachismo -una suerte de machismo endógeno o hacia adentro que reproducimos las mujeres contra nosotras mismas-.


Un ejemplo de esto lo podemos ver en los espacios cotidianos del Metro: Cuando entra una mujer embarazada y las mujeres que están adentro reproducen el típico comportamiento de los hombres machistas, al no ceder el asiento, o en las competencias entre mujeres por conquistar el “amor” de un hombre y en la falta de sororidad, que aparece en mujeres que toman puesto de poder y se vuelven tan tiranas como los hombres, bajo el argumento de que deben adaptarse a la política aguerrida de ellos. Pero, ¿de dónde surge esta común asociación del feminismo como lo opuesto al machismo?.

Si bien es cierto, que el movimiento de mujeres feministas ha luchado contra la cultura patriarcal y sus múltiples expresiones en todos los ámbitos de la vida (desde lo público a lo privado); oponiéndose claro está, a cualquier forma de expresión del machismo sea endógena o exógena, visible o invisible.

La estigmatización del feminismo al asociarlo a las prácticas hembristas, tiene un papel dentro de la lógica de dominación de la cultura patriarcal, cuando se pretende asimilar y naturalizar cualquier posibilidad de transformación social que amenace a dicha cultura.


Esto es, decir, a fin de cuentas, que “las mujeres son machistas” invisibilizando y muchas veces negando el papel de los hombres y de las relaciones de poder entre los sexos. Un ejemplo de ello, es la tan común frase o mejor dicho sentencia: “las culpables del machismo son las mujeres”, mejor dicho “nuestras madres” para ser mas exactas. Esta lapidaria frase condensa por un lado, el hecho de que son las mujeres quienes tienen en nuestra cultura el peso y la carga de la crianza de los hijos e hijas y por el otro, la legitimada ausencia de la responsabilidad paterna en el asunto, esto es la reproducción del machismo de parte y parte. Lo que sería una verdad a medias se convierte en una sentencia lapidaria. Reducir el análisis del machismo a la culpabilización de las sujetas y a la impunidad de los sujetos, nos coloca en el terreno de la guerra de los sexos y en el terreno de la moral (malas madres-buenos padres aunque no estén). Situación que está muy lejos de las pretensiones feministas.

Es importante aclarar, en primer lugar que el hembrismo es la otra cara del machismo y no el feminismo como se ha querido hacer ver. El feminismo y sus distintas expresiones y corrientes históricas han motorizado cambios en las relaciones sociales en la búsqueda de la liberación de la mujer a través del cuestionamiento a las jerarquías y desigualdades entre los sexos. En este sentido, se opone tanto al hembrismo como al machismo.

En segundo lugar, es importante identificar lo que entendemos como machismo y ampliar la lupa para no reducirlo al comportamiento de los machos, sino también a reconocer el peso de la cultura en esta construcción socio-sexista de nuestra cultura. El machismo suele ser difícil de definir, pero casi todas lo reconocemos y lo padecemos.
Marina Castañeda (2002) en su valioso texto titulado El Machismo Invisible, de editorial Grijalbo, lo define como “un conjunto de creencias, actitudes y conductas que descansan sobre dos ideas básicas: Por un lado, la polarización de los sexos, es decir una contraposición de lo masculino y femenino según la cual no sólo son diferentes, sino mutuamente excluyentes; por otro, la superioridad de los masculino en las áreas consideradas importantes para los hombres” (p.20). En este sentido, usar el feminismo como el antónimo del machismo es una forma sexista de expresión que le hace el juego a la cultura patriarcal reforzando la perversa dicotomía polarizada y excluyente en la que se basa la identidad de mujeres y hombres.

Pero, ¿qué es el patriarcado?, ¿por qué las feministas se oponen y han basado todas sus luchas en combatirlo? El patriarcado en su sentido literal, significa “gobierno de los padres”, una dirá, bueno pero en el caso de nuestra sociedad, donde las familias son predominantemente matricentradas, ¿cómo queda lo del gobierno de los padres? Históricamente, el término ha sido utilizado para designar un tipo de organización social en el que la autoridad la ejerce el varón y el jefe de familia, dueño del patrimonio, del que formaban parte los hijos e hijas, la esposa, los esclavos/as y los bienes, en este sentido, la familia ha sido una de las principales instituciones donde se ha fundamentado dicho sistema, pero no la única y ahí el éxito de su dominación cultural.

Los debates sobre el patriarcado tuvieron lugar en distintos momentos históricos y fueron retomados en los años 60 por el movimiento feminista con el propósito de encontrar una explicación a las raíces y al origen de la situación de dominación y opresión de las mujeres que posibilitara su liberación.

Las feministas han estudiado las diferentes expresiones que el patriarcado ha ido adoptando a lo largo de la historia y los diferentes lugares e instituciones de la vida tanto privadas como públicas, desde la familia al conjunto social, hallando que aunque el patriarcado pueda tener origen divino, familiar o fundarse en el acuerdo de voluntades, en todos estos modelos el dominio de los varones sobre las mujeres se mantiene. En este orden de ideas, Gerda Lerner (1990) lo ha definido como “la manifestación e institucionalización del dominio masculino sobre las mujeres y niños/as de la familia y la ampliación de ese dominio sobre las mujeres en la sociedad en general”.

De manera que, no importa si el padre está ausente en la familia, bien sea esta ausencia física o simbólica (en cuanto a la función paterna se refiere), aún así, la cultura patriarcal se reproduce en la socialización machista de las familias matricentradas. Porque además, todo el conjunto social, y el resto de las instituciones también lo reproducen tanto en su estructura como en su funcionamiento.

Jessie Blanco/revistamatea@gmail.com/8 de abril de 2011

http://ciberfeminismo.org.ve/?p=915

Fuente :Genero con clase

lunes, 11 de abril de 2011

Los medios fortalecen y promueven la misoginia


Quimy de Leon

No es casual que salga en primera plana de la Prensa Libre "También existen esposas agresoras", esto nos obliga a preguntarnos y profundizar acerca de cual es el papel de los medios masivos, cómo consolidan imaginarios basados en la misoginia y el miedo, que descansan sobre la dominación masculina y por donde podemos ir identificando nuestros campos y formas de lucha.

Y es que los medios de comunicación expresión de hegemonía, exacerban el miedo profundo que tiene el poder y los hombres, a que la mujer se emancipe y deje de estar bajo el dominio masculino y ser un objeto de transacción económica, pues las mujeres regalamos nuestra fuerza de trabajo para que los hombres y el capital acumulen riqueza a través de la apropiación de nuestros cuerpos y en definitiva de nuestra vida. Justo en este contexto, donde el poder despliega sus tentáculos para extender su dominio y despojar, robar y ganar más dinero. 

Con esta nota de prensa, intentan evidenciar estereotipos que ya existen en la población y que es fácil escuchar de manera discursiva ya sea en espacios informales o coloquiales, como en actividades más formales como reuniones, en instancias de gobierno, en políticos, etc. Evidente en frases cómo “las mujeres quieren voltear la tortilla” o como que “ya no las hacen cómo antes.” Cuando converso con mujeres de diferentes localidades, proveniencias y edades, ellas refieren que existe un miedo generalizado a que las mujeres conozcan sus derechos, por el estigma mismo que tienen estos en general y que se expresa en frases como  que "por culpa de los derechos humanos, las mujeres ahora quieren mandar". En el fondo es la amenaza del feminismo más radical al que le temen.

Este mismo miedo se expresa en la frase de José Posadas, psicólogo Primero de Familia (según Prensa Libre) 

“Hemos visto casos extremos donde el hombre le tiene hasta miedo a la mujer, porque es tan violenta que incluso sabe manejar armas”.

En la opinión de Elvira Samayoa, (según Prensa Libre) del Programa de Prevención y Erradicación de la Violencia Intrafamiliar (Propevi) cuando dice:

"Las golpizas fueron el extremo de una serie de manipulaciones que empezaron con órdenes pequeñas como hacer que él cocinara o ayudara con las tareas de los niños, lo que después se convirtió en obligación.

Se evidencia con más claridad, como se refuerza la idea de qué una mujer que exige sus derechos y que plantea al hombre la necesidad de que cumpla con sus obligaciones o responsabilidades ya sea en la casa o el cuidado de las hijas e hijos, según ella, esto puede llegar puede llegar a la violencia. Me parece  terrible pues esto es claramente un mensaje y advertencia dirigido a los hombres, sobre el peligro que puede significar para ellos que una mujer conozca sus derechos, se defienda o exija justicia y responsabilidad compartida y por lo tanto una invitación a reforzar su dominio y control. También evidencia la poca validez que se le da a las mujeres que denuncian a sus agresores, pues los operadores de justicia con esta mentalidad, siempre van a ver a las mujeres como las culpables y responsables de lo que les ocurre, y en última instancia esto justifica el odio y la violencia en todas sus expresiones contra las mujeres, que como sabemos llega hasta la muerte.

Cuando él ya no hacía las actividades como a la esposa le gustaba, dejó de darle de comer, y después comenzó el proceso de la agresión física."
Para la funcionaria de la PROPEVI (Según Prensa Libre) darle de comer es una obligación de las mujeres, negarse a hacerlo es utilizad según ella como castigo y manipulación, reproduciendo la idea de que el trabajo reproductivo es exclusivo de las mujeres, así como fortalece los prejuicios de la mala mujer frente al papel de víctimas en que colocan a los hombres, invisibilizando los niveles de violencia y control sobre la vida de las mujeres y por su puesto sus causas, esto se expresa en lo siguiente: 
"Otro caso es el de un hombre que se casó con una salvadoreña que había sido trabajadora del sexo. Él trató de darle todas las comodidades que le permitía su sueldo, pero para ella no fue suficiente y empezó a exigir más.
Cuando ya no fue posible que él accediera a sus peticiones, la esposa lo denunció en falso ante un juez de Paz, por violencia.
La mujer logró obtener la custodia de sus hijos y les prohibió que vieran a su padre, de quien se burlaba e insultaba cada vez que podía.
También se reporta que algunas esposas acosan a sus maridos y los vigilan de manera obsesiva, por celos, lo que ha motivado a algunos de ellos a denunciar la situación en el Propevi.
Samayoa refiere el caso de una esposa tan celosa que el hombre prefirió irse de la casa. En su desesperación, ella se golpeó para denunciarlo, y cuando ya no logró que regresara, pidió medidas para impedirle al esposo que pudiera ver a sus hijos."
Es evidente que los medios de comunicación tratan de consolidar una serie de valores que estructuran la sociedad y crean una forma de vida que normaliza la violencia y legitima mecanismos de poder y dominación, cumpliendo con su papel de aparatos ideológicos.

miércoles, 6 de abril de 2011

La soledad y la desolación. Marcela Lagarde


de Nadia Rosso
"Nos han enseñado a tener miedo a la libertad; miedo a tomar decisiones, miedo a la soledad. El miedo a la soledad es un gran impedimento en la construcción de la autonomía, porque desde muy pequeñas y toda la vida se nos ha formado en el sentimiento de orfandad; porque se nos ha hecho profundamente dependientes de los demás y se nos ha hecho sentir que la soledad es negativa, alrededor de la cual hay toda clase de mitos. Esta construcción se refuerza con expresiones como las siguientes ¿te vas a quedar solita?, ¿ Por qué tan solitas muchachas?- hasta cuando vamos muchas mujeres juntas-.

La construcción de la relación entre los géneros tiene muchas implicaciones y una de ellas es que las mujeres no estamos hechas para estar solas de los hombres, sino que el sosiego de las mujeres depende de la presencia de los hombres, aún cuando sea como recuerdo.

Esa capacidad construida en las mujeres de crearnos fetiches, guardando recuerdos materiales de los hombres para no sentirnos solas, es parte de lo que tiene que desmontarse. Una clave para hacer este proceso es diferenciar entre soledad y desolación. Estar desoladas es el resultado de sentir una pérdida irreparable. Y en el caso de muchas mujeres, la desolación sobreviene cada vez que nos quedamos solas, cuando alguien no llegó, o cuando llegó más tarde. Podemos sentir la desolación a cada instante.

Otro componente de la desolación y que es parte de la cultura de género de las mujeres es la educación fantástica par la esperanza. A la desolación la acompaña la esperanza: la esperanza de encontrar a alguien que nos quite el sentimiento de desolación.

La soledad puede definirse como el tiempo, el espacio, el estado donde no hay otros que actúan como intermediarios con nosotras mismas. La soledad es un espacio necesario para ejercer los derechos autónomos de la persona y para tener experiencias en las que no participan de manera directa otras personas.

Para enfrentar el miedo a la soledad tenemos que reparar la desolación en las mujeres y la única reparación posible es poner nuestro yo en el centro y convertir la soledad en un estado de bienestar de la persona. Para construir la autonomía necesitamos soledad y requerimos eliminar en la práctica concreta, los múltiples mecanismos que tenemos las mujeres para no estar solas. Demanda mucha disciplina no salir corriendo a ver a la amiga en el momento que nos quedamos solas. La necesidad de contacto personal en estado de dependencia vital es una necesidad de apego. En el caso de las mujeres, para establecer una conexión de fusión con los otros, necesitamos entrar en contacto real, material, simbólico, visual, auditivo o de cualquier otro tipo.

La autonomía pasa por cortar esos cordones umbilicales y para lograrlo se requiere desarrollar la disciplina de no levantar el teléfono cuando se tiene angustia, miedo o una gran alegría porque no se sabe qué hacer con esos sentimientos, porque nos han enseñado que vivir la alegría es contársela a alguien, antes que gozarla. Para las mujeres, el placer existe sólo cuando es compartido porque el yo no legitima la experiencia; porque el yo no existe.

Es por todo esto que necesitamos hacer un conjunto de cambios prácticos en la vida cotidiana. Construimos autonomía cuando dejamos de mantener vínculos de fusión con los otros; cuando la soledad es ese espacio donde pueden pasarnos cosas tan interesantes que nos ponen a pensar. Pensar en soledad es una actividad intelectual distinta que pensar frente a otros.

Uno de los procesos más interesantes del pensamiento es hacer conexiones; conectar lo fragmentario y esto no es posible hacerlo si no es en soledad. Otra cosa que se hace en soledad y que funda la modernidad, es dudar. Cuando pensamos frente a los otros el pensamiento está comprometido con la defensa de nuestras ideas, cuando lo hacemos en soledad, podemos dudar.

Si no dudamos no podemos ser autónomas porque lo que tenemos es pensamiento dogmático. Para ser
autónomas necesitamos desarrollar pensamiento crítico, abierto, flexible, en movimiento, que no aspira a construir verdades y esto significa hacer una revolución intelectual en las mujeres.

No hay autonomía sin revolucionar la manera de pensar y el contenido de los pensamientos. Si nos quedamos solas únicamente para pensar en los otros, haremos lo que sabemos hacer muy bien: evocar, rememorar, entrar en estados de nostalgia. El gran cineasta soviético Andrei Tarkovski, en su película "Nostalgia" habla del dolor de lo perdido, de lo pasado, aquello que ya no se tiene. Las mujeres somos expertas en nostalgia y como parte de la cultura romántica se vuelve un atributo del género de las mujeres.

El recordar es una experiencia de la vida, el problema es cuando en soledad usamos ese espacio para traer a los otros a nuestro presente, a nuestro centro, nostálgicamente. Se trata entonces de hacer de la soledad un espacio de desarrollo del pensamiento propio, de la afectividad, del erotismo y sexualidad propias.

En la subjetividad de las mujeres, la omnipotencia, la impotencia y el miedo actúan como diques que impiden desarrollar la autonomía, subjetiva y prácticamente. La autonomía requiere convertir la soledad en un estado placentero, de goce, de creatividad, con posiblidad de pensamiento, de duda, de meditación, de reflexión. Se trata de hacer de la soledad un espacio donde es posible romper el diálogo subjetivo interior con los otros y en el que realizamos fantasías de autonomía, de protagonismo pero de una gran dependencia y donde se dice todo lo que no se hace en la realidad, porque es un diálogo discursivo.

Necesitamos romper ese diálogo interior porque se vuelve sustitutivo de la acción ; porque es una fuga donde no hay realización vicaria de la persona porque lo que hace en la fantasía no lo hace en la práctica, y la persona queda contenta pensando que ya resolvió todo, pero no tiene los recursos reales, ni los desarrolla para salir de la vida subjetiva intrapsíquica al mundo de las relaciones sociales, que es donde se vive la autonomía.

Tenemos que deshacer el monólogo interior. Tenemos que dejar de funcionar con fantasías del tipo: "le digo, me dice, le hago". Se trata más bien de pensar "aquí estoy, qué pienso, qué quiero, hacia dónde, cómo, cuándo y por qué" que son preguntas vitales de la existencia.

La soledad es un recurso metodológico imprescindible para construir la autonomía. Sin soledad no sólo nos quedaremos en la precocidad sino que no desarrollamos las habilidades del yo. La soledad puede ser vivida como metodología, como proceso de vida. Tener momentos temporales de soledad en la vida cotidiana, momentos de aislamiento en relación con otras personas es fundamental. y se requiere disciplina para aislarse sistemáticamente en un proceso de búsqueda del estado de soledad.

Mirada como un estado del ser - la soledad ontológica - la soledad es un hecho presente en nuestra vida desde que nacemos. En el hecho de nacer hay un proceso de autonomía que al mismo tiempo, de inmediato se constituye en un proceso de dependencia. Es posible comprender entonces, que la construcción de género en la mujeres anula algo que al nacer es parte del proceso de vivir. Al crecer en dependencia, por ese proceso de orfandad que se construye en las mujeres, se nos crea una necesidad irremediable de apego a los otros.

El trato social en la vida cotidiana de las mujeres está construido para impedir la soledad. El trato que ideológicamente se da a la soledad y la construcción de género anulan la experiencia positiva de la soledad como parte de la experiencia humana de las mujeres. Convertirnos en sujetas significa asumir que de veras estamos solas: solas en la vida, solas en la existencia. Y asumir esto significa dejar de exigir a los demás que sean nuestros acompañantes en la existencia; dejar de conminar a los demás para que estén y vivan con nosotras.

Una demanda típicamente femenina es que nos "acompañen" pero es un pedido de acompañamiento de alguien que es débil, infantil, carenciada, incapaz de asumir su soledad. En la construcción de la autonomía se trata de reconocer que estamos solas y de construir la separación y distancia entre el yo y los otros."