Quimy de Leon
No es casual que salga en primera plana de la Prensa Libre "También existen esposas agresoras", esto nos obliga a preguntarnos y profundizar acerca de cual es el papel de los medios masivos, cómo consolidan imaginarios basados en la misoginia y el miedo, que descansan sobre la dominación masculina y por donde podemos ir identificando nuestros campos y formas de lucha.
Y es que los medios de comunicación expresión de hegemonía, exacerban el miedo profundo que tiene el poder y los hombres, a que la mujer se emancipe y deje de estar bajo el dominio masculino y ser un objeto de transacción económica, pues las mujeres regalamos nuestra fuerza de trabajo para que los hombres y el capital acumulen riqueza a través de la apropiación de nuestros cuerpos y en definitiva de nuestra vida. Justo en este contexto, donde el poder despliega sus tentáculos para extender su dominio y despojar, robar y ganar más dinero.
Con esta nota de prensa, intentan evidenciar estereotipos que ya existen en la población y que es fácil escuchar de manera discursiva ya sea en espacios informales o coloquiales, como en actividades más formales como reuniones, en instancias de gobierno, en políticos, etc. Evidente en frases cómo “las mujeres quieren voltear la tortilla” o como que “ya no las hacen cómo antes.” Cuando converso con mujeres de diferentes localidades, proveniencias y edades, ellas refieren que existe un miedo generalizado a que las mujeres conozcan sus derechos, por el estigma mismo que tienen estos en general y que se expresa en frases como que "por culpa de los derechos humanos, las mujeres ahora quieren mandar". En el fondo es la amenaza del feminismo más radical al que le temen.
Este mismo miedo se expresa en la frase de José Posadas, psicólogo Primero de Familia (según Prensa Libre)
“Hemos visto casos extremos donde el hombre le tiene hasta miedo a la mujer, porque es tan violenta que incluso sabe manejar armas”.
En la opinión de Elvira Samayoa, (según Prensa Libre) del Programa de Prevención y Erradicación de la Violencia Intrafamiliar (Propevi) cuando dice:
"Las golpizas fueron el extremo de una serie de manipulaciones que empezaron con órdenes pequeñas como hacer que él cocinara o ayudara con las tareas de los niños, lo que después se convirtió en obligación.
Se evidencia con más claridad, como se refuerza la idea de qué una mujer que exige sus derechos y que plantea al hombre la necesidad de que cumpla con sus obligaciones o responsabilidades ya sea en la casa o el cuidado de las hijas e hijos, según ella, esto puede llegar puede llegar a la violencia. Me parece terrible pues esto es claramente un mensaje y advertencia dirigido a los hombres, sobre el peligro que puede significar para ellos que una mujer conozca sus derechos, se defienda o exija justicia y responsabilidad compartida y por lo tanto una invitación a reforzar su dominio y control. También evidencia la poca validez que se le da a las mujeres que denuncian a sus agresores, pues los operadores de justicia con esta mentalidad, siempre van a ver a las mujeres como las culpables y responsables de lo que les ocurre, y en última instancia esto justifica el odio y la violencia en todas sus expresiones contra las mujeres, que como sabemos llega hasta la muerte.
“Cuando él ya no hacía las actividades como a la esposa le gustaba, dejó de darle de comer, y después comenzó el proceso de la agresión física."
Para la funcionaria de la PROPEVI (Según Prensa Libre) darle de comer es una obligación de las mujeres, negarse a hacerlo es utilizad según ella como castigo y manipulación, reproduciendo la idea de que el trabajo reproductivo es exclusivo de las mujeres, así como fortalece los prejuicios de la mala mujer frente al papel de víctimas en que colocan a los hombres, invisibilizando los niveles de violencia y control sobre la vida de las mujeres y por su puesto sus causas, esto se expresa en lo siguiente:
"Otro caso es el de un hombre que se casó con una salvadoreña que había sido trabajadora del sexo. Él trató de darle todas las comodidades que le permitía su sueldo, pero para ella no fue suficiente y empezó a exigir más.
Cuando ya no fue posible que él accediera a sus peticiones, la esposa lo denunció en falso ante un juez de Paz, por violencia.
La mujer logró obtener la custodia de sus hijos y les prohibió que vieran a su padre, de quien se burlaba e insultaba cada vez que podía.
También se reporta que algunas esposas acosan a sus maridos y los vigilan de manera obsesiva, por celos, lo que ha motivado a algunos de ellos a denunciar la situación en el Propevi.
Samayoa refiere el caso de una esposa tan celosa que el hombre prefirió irse de la casa. En su desesperación, ella se golpeó para denunciarlo, y cuando ya no logró que regresara, pidió medidas para impedirle al esposo que pudiera ver a sus hijos."
Es evidente que los medios de comunicación tratan de consolidar una serie de valores que estructuran la sociedad y crean una forma de vida que normaliza la violencia y legitima mecanismos de poder y dominación, cumpliendo con su papel de aparatos ideológicos.
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