lunes, 8 de marzo de 2021

Las perlas negras de Guatemala

Por: Nancy Martínez


Hoy, ante un año más de recordar uno de los sucesos más atroces que la sociedad guatemalteca ha experimentado en los últimos años, en el que 41 niñas perdieron la vida en el incendio del Hogar Virgen de la Asunción, durante el gobierno de Jimmy Morales, se hace presente la necesidad de encontrar palabras para decir eso que nos inunda ante una vida que acaricia la muerte a tan temprana edad. Niñas que estaban al “cuidado del Estado” ese que recientemente ha dado a relucir sus “logros”, en la reducción de gastos para la manutención y el resguardo de estas vidas que antes de que entraran al cuidado del Estado, ya habían presenciado la reducción del goce de sus derechos humanos. Hoy duelen 56 vidas porque si bien 15 lograron sobrevivir, esta experiencia ha  marcado para siempre su existencia. Y a nosotras, las otras mujeres que circulamos la noticia, nos vemos conmovidas, por la fragilidad con que siendo mujeres se vive en este país.

En este país que odia a las mujeres[1] es un continuo recorrido de nombres que aparecen en las distintas alertas Alba Keneth e Isabel Claudina. Estadísticas que constantemente los distintos grupos, como los feministas, luchan por que no se borren de la memoria, porque para las personas en Guatemala es muy fácil olvidar. Las marchas, las consignas, las denuncias, las concentraciones, entre otras formas de protesta, son actividades que se visibilizan en redes y forman ese registro, o bien, el archivo de las distintas violencias que sufren las mujeres en el país.

Ante tanto horror, nos preguntamos cómo hemos caído tanto, cómo seguimos siendo esta sociedad que construye mujeres fragmentadas[2], que permite la continua subjetividad femenina herida al crecer planteándonos seres para otros. Eso que nos permite aceptar el silencio para “evitar mayores problemas”, el creer que nuestro destino está escrito por la pluma de una sociedad que desde el patriarcado nos educa para perpetuar la imagen del mujer-madre, mujer-esposa, mujer-ángel y mujer-cuidado. Sí, porque aún persisten las tres designaciones, o eres la mujer santa, como esa virgen a quien admiramos por su entrega incondicional. O eres esa mujer mártir, que da su tiempo, esfuerzo, dinero y vida, para el crecimiento de otros, siempre posponiendo su propia existencia y deseo. Y por último, esa mujer puta, a la que el mercado construye desde todas las características del abanico, una de ellas la famosa Lolita, que es deseada y cuidada para que cuando pierda su “inocencia” valga la pena; o la mujer con quien pueden experimentar todos aquellos deseos “pecaminosos”, a quien aunque tengan que pagarle, será la que por un segundo les lleve a la “gloria” de su satisfacción.

Esta sociedad misógina en la cual nos construimos mujeres en rivalidad contra las otras, por un puesto, por un marido, por un halago. En donde a pesar de tanta violencia, surge la sororidad, el cuidado entre nosotras porque el Estado no nos cuida, nos cuidamos nosotras, entre hermanas, amigas, colegas, etc.. Sí, somos las feministas que en el reconocimiento de clase, etnia y género, en ese surgir de la conciencia de género, que logramos hablar con las otras, logramos sentir con las otras, apoyarnos entre nosotras y sentir en el cuerpo las violencias a las que todas nos vemos expuestas. Hoy se hace necesario empalabrar los sentimientos que nos rodean, tanto por el pasado como ese presente tan abrumador que nos rodea. Por todas las que no están, por todas las que hoy nos hacen falta en la mesa, por todas las que dejaron a hijos e hijas sin ver crecer, por todas aquellas niñas que no llegaron a la pubertad, por tantas vidas que hoy nombramos que han sido golpeadas por el machismo y la misoginia:

“Las perlas de mi vestido” (1983)

 

Voy a hilar
de perlas negras
mi vestido
Voy a morir
cada vez que me lo ponga
Voy a lucirlo
con impotencia y sufrimiento
cuando la televisión me diga
que mataron a mi amigo
a mi primo
a mi amado
a mi amante
a mi más tierna compañía
Las perlas negras
se agitarán
mostrarán su brillo
se llenarán del agua
vertida por mis ojos
sentirán deshenebrarse
en el impulso ahogado
de mi grito de angustia
de mi protesta
de mi amargura
Mi vestido de perlas negras
cada vez
se mantiene menos
colgado de su cercha
Cada vez, temblando
se vuelve a posar sobre mi cuerpo
para atarme
con sus frágiles cintitas
el cuello
dejándome apenas respirar
Oh, Dios
de nuevo pisando el cementerio...
y quien ve las perlas
de mi vestido
todavía unidas, erguidas.
29.VIII.83
23:35[3]

 

Gracias a Elizabeth Paz Ligorría Balcárcel, mejor conocida como la poeta Maríabelem, hoy tenemos este poema que nos presenta en el año 1984, en su primer poemario en el que cuenta con palabras de apertura escritas por Horacio Figueroa Marroquín y Margarita Carrera, quienes dan una primera impresión a este interesante camino de reflexión y emocionalidad. Impreso por la Tipografía Nacional, el libro Cantos a la vida, acariciando la muerte, presenta más de 60 poemas que inundan la mirada de quien lee y trae a reflexión sobre la vida, esa a la cual se presenta la celebración, pero que la reconoce finita, que cotidianamente se extingue en el correr del tiempo y rutina. A pesar de haber sido producido en los años que se conocen como los más oscuros del conflicto armado interno en el país, sus versos suenan y hacen conexiones humanas con asombrosa actualidad.

Estas perlas de las que Maríabelem nos habla, son todos esos llantos que inundan los corazones de quienes hoy viven y se solidarizan con la pérdida de vidas de tantas mujeres y niñas en el país. Esos vestidos con perlas negras que son atravesados por tanto dolor y desgarro ante la violencia empapada de impunidad, porque los mecanismos del Estado solo hacen postergar un acceso a justicia. Como ejemplo tenemos el camino de la madre de Isabel Veliz Franco, que tras veinte años ha logrado justicia con una condena para el asesino de su hija.[4] Ese vestido con perlas negras que cada día pasa menos en su armario porque la muerte se multiplica, porque la muerte desgarradora e incomprensible se multiplica en las manos de un sistema con tanta carencia y precariedad. Es ese vestido con perlas negras el que hoy marcha por las calles de este país, protestando por la indolencia e ineficiencia de las instituciones, reclamando que  no se nos olviden los nombres de las que hoy ya no están y exige justicia para que como mujeres y niñas tengamos una vida libre de violencias.



[1] Lucía Escobar. El país que odia a las mujeres.  La Columna. El Periódico. 7 de noviembre 2018.

[2] Carol Zardetto. El viaje de la mujer fragmentada. Gazeta. 8 de marzo 2020.

[3] Maríabelem. Cantos a la vida, acariciando la muerte. Guatemala: Tipografía Nacional. 1984. Pg 86.

[4] Irvin Escobar. Caso Isabel Veliz Franco: “Es justo que esto termine con justicia y no impunidad”, dice la madre de la víctima. Prensa Libre. 1 de marzo 2021.


sábado, 26 de septiembre de 2020

Niñas, no madres -Guatemala

 


Fotoreportaje:  María  España 

Durante el Día Mundial de Prevención del Embarazo no Planificado en Adolescentes, mujeres realizan la acción "Niñas no madres" como rechazo a la violencia sexual en Guatemala. La Coordinadora Institucional de Promoción por los Derechos de la Niñez (Ciprodeni) registró, hasta julio, 2 mil 289 embarazos en niñas y adolescentes entre 10 y 14 años. 

Fotografía María España

En 2019, el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social registró 5 mil 133 embarazos en menores de 14 años. Los embarazos en niñas y adolescentes son reconocidos como delito de violación, según el artículo 173 del Código Penal. 







martes, 10 de marzo de 2020

Que, ¿por qué las feministas ahora son tan violentas?

Por: Nancy Martínez

No podemos hablar desde tu privilegio, ese que no te deja reconocerte como la persona que se ha beneficiado por las luchas de nuestras ancestras, ese que se evade de sentir la violencia estructural en la que estamos, pasando un velo con la normalización y el estigma, ese que no te hace sentir el malestar por el dolor causado ante la pérdida de una compañera-amiga-hermana-hija, ese que te coloca a distancia ideológicamente del peligro porque no te expones, “no sales de noche ni caminas por esas calles”...

Dicen que debemos proteger “lo nuestro”, nuestro patrimonio, pues protejamos la vida de las mujeres, indignémonos por las cifras de asesinato, de feminicidio, de violaciones hacia las niñas y mujeres en Guatemala, que solo a marzo 2020 van más de 70 mujeres que han sido asesinadas y más de 1,300 casos de denuncias por violación. Todo esto se enfrenta a un Ministerio Público nulo, que no acciona, que tiene igualmente fiscales que actúan desde la misoginia, ignorando y viciando los procesos. Porque una ley del feminicidio no nos salva la vida, han pasado 12 años de esto y todo sigue a peor. Porque una política pública no nos salva la vida, ya que el Estado de Guatemala en estos 12 años, ha sido negligente y sin voluntad para realmente poner en práctica lo que con gran alegría fue consensuado y ha acordado por el movimiento de las mujeres mayas, ladinas, xinkas y garífunas.

Que no es la manera, toda la vida nos han dicho que para el movimiento de las mujeres, no es la manera. Porque una mujer no es agresiva, no arrebata, no explota... ella es “la armonía, el sentimiento, la mesura, la dadora de vida”... todos esos mandatos para construirnos silenciadas y aceptar la sumisión porque ese es nuestro papel. Sin embargo el malestar, el hartazgo y la conciencia de género se expresan de diversas maneras, como mujeres y feminismos hay.

Y que no se espanten, todo esto no es nuevo. Recordemos, tenemos una genealogía de sufragistas, de feministas, que hoy nos dan la fuerza y el impulso para salir, y exigir, nombrando lo que nos provoca el malestar social y estructural en un país como Guatemala. Retomemos lo que dijo Rosa Rodríguez López en su ensayo, El problema de la mujer caída, Semanario Vida, 1926:

Pero, entonces, ¿la culpamos de todo el mal que ha hecho? No, no la culpamos nunca, porque sabremos decir con el poeta, que, era una flor, tal vez una azucena…
[…]

¿Podemos culparla? Si es posible, protestemos, protestemos a gritos como ante una injusticia detestable, […]

Y los consejos:
No reprochemos a la hambrienta, sino a la viciosa.
No arrojemos lodo sobre el cardo cuando la azucena lo merece.
Ni demos la espalda al dolor cuando lo hemos provocado. […]

Y entonces “Santa”, del maravilloso libro de Federico Gamboa, en la estatua del escultor Contreras, ya no será una mujer muy triste, alzando los brazos, no para pedir misericordia ni perdón siquiera, sino justicia, la que le deben, y siempre le han debido porque yo sé que “toda mujer y todo hombre pensante”, pedirá la justicia para ella…

lunes, 2 de marzo de 2020

Diplomado Feminista Interdisciplinario virtual sobre cuerpo y Sexualidad 2021



Mujeres Ixchel te invitan a participar en el programa Interdisciplinario feminista sobre cuerpo y sexualidad  impartido en virtualmente   del 17 de  de abril a noviembre de 2021

Objetivo: 

Aprender sobre como los sistemas de dominación y opresión y como tienen repercusión en los cuerpos de las mujeres a nivel de construcción teórico e histórico en el cuerpo y sexualidad. 

Este curso esta destinado a personas diversas, que deseen explorar sobre el cuerpo y la sexualidad, para esto trabajaremos desde la parte teórica e histórica. 

La modalidad del curso se divide en 3 formas de trabajo

· Formación teórica y política 
· Acompañamiento psicosocial grupal
· Somática

Los temas a trabajar

Modulo I
Orden Simbólico
El cuerpo en los feminismo

Modulo II
El cuerpo en occidente
Belleza fealdad y corrección
Sexualidad

Modulo 3
Explotación sexual
La materialidad de los sentimientos
Amor y desigualdad
El estado mestizo , violación sexual, violencia blancura

El trabajo teórico será la base para el trabajo psicoterapéutico y somatico a través de lecturas y de una facilitación sobre las bases teóricas e históricas de cómo ha sido construido la sexualidad y el cuerpo de las mujeres se podrá abordar las dudas que surjan no solo a nivel teórico si no también del proceso personal de las participantes.

El acompañamiento psicoterapéutico está planteado como un proceso por lo se requiere del compromiso personal para participar de inicio a fin. Este espacio forma parte de una formación integral, se vincula con el espacio de formación teórica, el trabajo somático y la espiritualidad; todo lo que de estos espacios surja puede ser abordado a nivel psicológico en este grupo.

Se desarrollará una sesión al mes, con una duración de dos horas. Cada sesión tendrá lugar después de la formación teórica. El grupo será acompañado por una terapeuta que trabajara grupalmente. 


En la clase de movimiento somático experimentamos el cuerpo en primera persona, ampliando nuestra experiencia sobre las sensaciones y nuestra percepción. Finalizamos haciendo un mapa de nuestra experiencia.


Las sesiones son  cada sábado  

Horarios:


Sábado: 9:00hrs am a 13.00hrs

Lugar : Via zoom 
Iniciamos el 17 de abril  y termina el  21 de noviembre 2021

Valor : Inscripción : 50.00  $ 7.00
Mensualidad : Q 250.00     $30.00


fecha limite de inscripción 20 de Marzo .
Inscribite a : Mujeresixchel@gmail.com

sábado, 14 de septiembre de 2019

Tocan a una nos tocan a todas -


Gabriela Alvarez Castañeda
Un abuso no es privado, porque la justicia es colectiva.  La violencia no tiene justificaciones. La víctima no es culpable. En la comunidad artística, social, política, comunitaria, han habido y hay abusadores y debemos aceptarlo, aunque nos duela.

Y es que sería absurdo pensar que entre ciertos círculos en los que nos unen distintas complicidades y afinidades no hay hombres que han cometido terribles y desagradables errores. Violencias, abusos, chistes, comentarios, contactos físicos incómodos y no bienvenidos y muchas historias por contar de mujeres que llevamos toda una vida toreando el machismo y buscando la forma de protegernos y a la vez educarlos porque son -cuates-.

Lo único rescatable de tantos casos que cada vez más mujeres valientes se atreven a sacar a la luz y mujeres guerreras acuerpan y le dan seguimiento, es que bajo las premisas de #YoSiTeCreo y #TocanAunaNosTocanAtodas, ya no hay forma de escudarse bajo ninguna excusa.

Lo peor que pueden hacer en este momento los hombres que saben que se han equivocado, los que defienden que hay que darles el beneficio de la duda y las personas que incluso deciden primero cuestionar los motivos por los que han sucedido incidentes, culpando obviamente a las mujeres, es ponerse a pelear contra nosotras y llamarnos histéricas, inseguras, aprovechadas, manipuladoras.

Si no reconocen y están dispuestos a aceptar, aprender, pedir perdón y pagar sus errores; ni sus talentos, ni el cariño, ni los años de amistad, ni las diferencias generacionales, ni las complicidades, ni los proyectos, ni nuestro deseo más profundo que uds hubieran sido distintos al montón de machos a los que nos tenemos que enfrentar, van a poder negar que estamos hartas.

Tampoco se trata de ponerse a acusar o levantar falsos por lastimar o por venganzas que nada tienen que ver con las denuncias. Pero si eso sucede a veces, será el porcentaje mínimo de los casos. Por principio si una mujer se siente violentada es porque lo fué, aunque calle, aunque perdone, aunque trate de justificar o minimizarlo en algún momento de su vida. Repito, si una mujer se siente violentada es porque lo fué. Y violencias hay muchas.

Estamos cansadas, y sabemos de sobra que si coincidimos en esos círculos y pequeñas comunidades en las que supuestamente nos une el humanismo, tenemos que comenzar a aceptar que el machismo y sus múltiples violencias han sido para nosotras, una lucha adicional a las miles que supuestamente resistimos en colectivo.

Muchas mujeres que hemos sido violentadas de distintas formas al igual que nuestras madres y abuelas, ahora tenemos hijas, hermanas, primas, sobrinas, alumnas, colegas y amigas que siguen contando casos muy parecidos y hasta peores de lo que nos tocó vivir. Porqué? En buena parte quizás porque cometimos el error de callar, por las razones que sea, pero hoy hay mujeres valientes y fuertes que están dispuestas a exponer a estos hombres y nuestro compromiso con ellas  es acompañarlas y hablar.

Pero no lo vamos a lograr si no denunciamos, si no nos creemos, si no aceptamos que dentro de la gente que queremos también hay mucha que no nos extraña que hoy esté metida en problemas.

Por todas las veces que hemos dicho no y han insistido, por todos esos comentarios no bienvenidos, por no saber diferenciar entre amistad y abuso, por confundir nuestras libertades que también nos han costado y no han sido para ser más libres para uds sino por nosotras.  Nuestros derechos sobre nuestros cuerpos, tiempos, formas, relaciones, no los hemos peleado para que los hombres tengan una excusa para justificar que nos buscamos sentirnos violentadas.

Por todos esos hombres de los que no se ha hablado y aquellos que deberían pensar en todas las situaciones en que se han equivocado con nosotras, por todo lo que venimos cargando, éste es el momento preciso para poner un alto.

Ni la hora que salimos del bar ni el estado en que lo hicimos, hacemos o haremos, ni el tamaño de la falda, ni los tipos o cantidades de relaciones emocionales, sexuales, profesionales que hemos decidido tener, ni una, mil o ninguna noche de intimidad por acuerdo mutuo, o un texto, un coqueteo, un acuerdo, van nunca a justificar un abuso. Nunca.

Es necesario el ejercicio de preguntarnos entre mujeres, quién nunca se ha sentido violentada por un amigo, un compañero, un amante y qué tanto lo hemos verbalizado o denunciado. Cuánto hemos decidido callar en función de muchas justificaciones cuando en realidad cada vez que escuchamos de un caso de abuso, todas, o casi todas nos sentimos identificadas de una u otra manera.  Y lo peor es que no nos extraña. Basta una mirada entre nosotras o un aliento sostenido para entendernos y saber que a nosotras también nos pasó.

Sé que hay hombres que llevan mucho tiempo en el proceso de cuestionarse no solo a si mismos sino entre sus amistades, y eso se agradece porque los está convirtiendo en hombres nuevos, aunque si cometieron errores, esas cicatrices no se borran. Pero es un buen comienzo.  Es reconfortante saber que hay compañeros que su sensibilidad social y artística es consecuente con su dignidad y las de las mujeres y personas en general. Pero cada vez parece que son los menos y queremos invitarlos a cambiar las cifras. En nuestras luchas también están invitados ustedes.

Ahora, los hombres que defienden a otros y deciden cuestionar y acusar a la mujer que denuncia, tienen un serio problema que debe enfrentarse. Nosotras estamos llevando nuestras resistencias paralelamente a las de la vida, que ya son muchas y que son varias las que compartimos, pero tener que pelear contra ustedes también, cuando supuestamente estamos sembrando en la misma tierra, es muy desgastante e injusto y turbio.

No podemos sentarnos a la mesa a discutir sobre acciones políticas, sobre arte, resistencia, medio ambiente ni justicia si al terminar la reunión nos ponen una mano encima que nos incomoda y que no aceptamos, si nos dicen un piropo o un chiste,  si no nos dejan hablar o ningunean nuestros aportes, si decidimos pasar la noche juntos y en un momento se ponen violentos, si nos amamos pero cuando eso se acaba o cambia nos golpean o nos exponen de la manera más baja o más absurda.

Lo que está pasando es muy grave, pero era una bomba de tiempo y debemos estar dispuestos, dispuestas y dispuestes a cuestionarnos. Muchas cosas pueden surgir de este ejercicio de decir la verdad, pero es precisamente lo que Guatemala necesita. Paralelo a las luchas, están también las dinámicas en las que estas surgen y las mujeres no vamos a tolerar más comportamientos abusivos ni agresivos.

Y aunque la mayor parte de todo esto nos da rabia, también hay una parte que duele, la más fuerte, porque el dolor de una mujer es el de todas, pero también porque de alguna manera hemos querido sentirnos libres en nuestros espacios, y hemos decidido serlo aunque a un precio muy caro. Hay dolor también en estas noticias, porque quisiéramos creer que los amigos no son abusadores, pero si lo son, tenemos que reconocerlo y apoyar a las mujeres que se están atreviendo a hablar. Los hombres también deberían hacerlo, en nombre propio o al menos posicionarse cuando escuchan de casos concretos y cuestionarse, cuestionarse mucho si de verdad están libres de acusaciones de cualquier tipo de violencia.

Ante un gobierno y un mundo que insiste en deshumanizarlo todo, siempre hemos quedado quienes insistimos en la esperanza, pero no nos pueden venir a hablar de justicia ni de arte cuando al llegar a casa violan a una mujer, le pegan, se meten con menores, la llaman puta, le meten mano, hacen comentarios machistas y su salida es decir “que ahora ya no se nos puede decir nada”. Al contrario, ahora es el tiempo en que debemos hablarlo todo y hacer acuerdos y tratarnos con respeto y amor, mucho amor entre todas y todos y todes, de acuerdo a las decisiones y formas de cada quien.

Yo me siento triste, Guatemala siempre es un barril sin fondo de congojas. Es muy difícil sanar con tantos males, pero debemos seguir hasta lograrlo porque han habido momentos de luz en los que nos hemos encontrado con brillo en los ojos porque hay algo que nos dice que la primavera es un proyecto y no un sueño. Hablar de y con la verdad es fundamental para lograrlo, y a esas mujeres que lo están haciendo, más las que están acompañando sus procesos, hay que escucharlas, creerles, celebrarlas, abrazarlas y agradecerles.

La lucha de las mujeres es colectiva y los hombres deben hablar también. Están invitados a repensar sus formas de vernos y relacionarse con nosotras porque de lo que hoy se está hablando, también los involucra.

Duele Guatemala, pero florecerá.

jueves, 12 de septiembre de 2019

Diplomado feminista Interdisciplinario sobre cuerpo y sexualidad 2019



Mujeres Ixchel te invitan a participar en el programa Interdisciplinario feminista sobre cuerpo y sexualidad 2018 impartido en Ciudad de Guatemala a partir del Octubre 20019

Objetivo: 

Aprender sobre como los sistemas de dominación y opresión y como tienen repercusión en los cuerpos de las mujeres a nivel de construcción teórico e histórico en el cuerpo y sexualidad. 

Este curso esta destinado a personas diversas, que deseen explorar sobre el cuerpo y la sexualidad, para esto trabajaremos desde la parte teórica e histórica. 

La modalidad del curso se divide en 3 formas de trabajo

· Formación teórica y política 
· Acompañamiento psicosocial grupal
· Somática

Los temas a trabajar

Modulo I
Orden Simbólico
El cuerpo en los feminismo

Modulo II
El cuerpo en occidente
Belleza fealdad y corrección
Sexualidad

Modulo 3
Explotación sexual
La materialidad de los sentimientos
Amor y desigualdad
El estado mestizo , violación sexual, violencia blancura

El trabajo teórico será la base para el trabajo psicoterapéutico y somatico a través de lecturas y de una facilitación sobre las bases teóricas e históricas de cómo ha sido construido la sexualidad y el cuerpo de las mujeres se podrá abordar las dudas que surjan no solo a nivel teórico si no también del proceso personal de las participantes.

El acompañamiento psicoterapéutico está planteado como un proceso por lo se requiere del compromiso personal para participar de inicio a fin. Este espacio forma parte de una formación integral, se vincula con el espacio de formación teórica, el trabajo somático y la espiritualidad; todo lo que de estos espacios surja puede ser abordado a nivel psicológico en este grupo.

Se desarrollará una sesión al mes, con una duración de dos horas. Cada sesión tendrá lugar después de la formación teórica. El grupo será acompañado por una terapeuta que trabajara grupalmente. 


En la clase de movimiento somático experimentamos el cuerpo en primera persona, ampliando nuestra experiencia sobre las sensaciones y nuestra percepción. Finalizamos haciendo un mapa de nuestra experiencia.


Las sesiones son  cada sábado  

Horarios:


Sábado: 9:00hrs am a 13.00hrs

Lugar : Casa Cervantes 5 calle 5-18 zona 1 ciudad de Guatemala

Iniciamos el 19 de Octubre y terminamos en Diciembre 


Valor : Inscripción : 50.00
Mensualidad : Q 250.00


fecha limite de inscripción 13 de Octubre.
Inscribite a : Mujeresixchel@gmail.com

sábado, 17 de agosto de 2019

“¡Yo lo hice; fuimos todas!”

Miles de mujeres se manifestaron con enojo y diamantina contra la violencia de género en la Ciudad de México. La protesta se radicalizó cuando un grupo decidió quemar una estación del Metrobús. La marcha visibilizó el hartazgo de habitar un país feminicida
Texto: María Ruiz
Fotos: María Ruiz y Ximena Natera
Una marea colorida y furiosa le dio vuelta a la Glorieta de los Insurgentes, el centro neurálgico de la vialidad en la capital del país. Eran cientos, quizá un millar de mujeres, hartas de habitar en un país feminicida.
Decidieron bloquear la avenida, llenar de diamantina las calles, y luego, al calor de la euforia y de la rabia, romper vidrios, pintar monumentos y encender fuego, primero en una estación de Metrobús y después en una oficina de la policía. 
Furia fue lo que se vio en una protesta que al principio parecía que sería una expresión de solidaridad femenina. Pero fue subiendo de tono, en parte porque se desataron una serie de rumores que tensaron el ambiente, y en parte porque hubo personas que llegaron con la consigna de alterar la manifestación. La más evidente fue la de un joven que, tras ponerse de acuerdo con otro hombre, golpeó en el rostro a un desprevenido reportero televisivo Juan Manuel Jiménez, mientras transmitía en vivo.
Por la noche, el gobierno de la ciudad de México emitió un comunicado en el que deslindó a la mayoría de las manifestantes de los actos de violencia, “para ellas las puertas de la Ciudad de México están siempre abiertas al diálogo franco”. Pero para quienes agredieron reporteros y dañaron edificios públicos, las autoridades sentenciaron: “no habrá impunidad”. El comunicado también reiteró que el gobierno de la Ciudad de México no caerá en la provocación de usar la fuerza pública, porque “eso es lo que quieren”, sin aclarar quiénes.

El inicio: los rumores

La marcha comenzó en el interior de la glorieta, ahí, parte de las organizadoras pidieron silencio una vez, dos, pero las consignas iban brotando una a una, sin parar, hasta que los puños en alto aparecieron y con ellos el silencio. Comenzaron a leer su pliego petitorio que desde horas antes compartieron en redes sociales. 
Foto: María Ruiz
En el pliego dirigido a la jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum, a la procuradora General de Justicia, Ernestina Godoy, al secretario de Seguridad Ciudadana, Jesús Orta Martínez y a la fiscal central de Investigación para la Atención de Delitos Sexuales, María Concepción Prado, las feministas redactaron 13 peticiones; algunas de ellas fueron pedir disculpas por criminalizar la protesta anterior, activar la alerta de género, protección a víctimas y castigo a los responsables de filtrar la información de las denuncias. Al terminar, comenzó el bloqueo.
La batucada encapuchada y el contingente negro encabezaron la manifestación. Ellas y sus latas de aerosol abrieron paso al resto. En las calles, empezando por Génova y luego por Liverpool, pintaron consignas feministas, radicales y uno que otro “shame-baum”, hasta llegar a Insurgentes. Ahí, los primeros vidrios cayeron. 
La diamantina flotaba verde, morada, rosa y luego pintaba el suelo. La veías en las caras y en las pancartas; la compartían, “adiamantaban” a sus amigas y la aventaban a los hombres que intentaban pasear entre los contingentes: no hombres, se dijo y fue algo que durante toda la marcha se cuidó. No hombres.
El primer rumor fue durante la lectura del pliego. Una chica contó alarmada a quienes leyeron el pliego que estaban golpeando a mujeres en el Metro. Nada se comprobó.
Ya en la estación de Metrobús y después de darle una media vuelta a la Glorieta, las mujeres pararon frente a la Secretaría de Seguridad Ciudadana a gritar consignas. ¡Violadores!, les gritaban. ¡Violadores! 
En ese momento comenzaron los cohetes. Algunas chicas se asustaron, se corrió la voz de que entraría la policía. El pánico colectivo de buscar salidas se empezó a sentir hasta que una chica comenzó a gritar ¡Juntas, juntas, juntas! Las chicas a su alrededor pararon, y con cada “juntas” que gritaron, se recobró la calma. 
Foto: María Ruiz

El estallido: “fuimos todas”

Se sentía cerca, algo iba a estallar y estalló. Fueron primero los vidrios de afuera, luego los de los anuncios de adentro, luego las teles, las escobas. El contingente radical feminista fue desarmando la estación del Metrobús Insurgentes hasta incendiar una fogata hecha de anuncios publicitarios sonrientes. 
Desde afuera algunas mujeres que no participaron en la destrucción de la estación gritaban emocionadas, unas se unieron, agarraron escobas y golpearon los vidrios. Otras mejor se dispersaron y se unieron a contingentes que caminaron hacia otras partes. Pero quienes se quedaron, que fue una gran parte, no ocultaban su emoción cada que algo se rompía. 
Foto; María Ruiz
De nuevo el rumor de una posible represión, ahora con los destrozos, cada que se sentía una posible amenaza, una voz gritaba fuerte: “no nos separemos, estemos juntas, no nos separemos, que nadie se quede atrás”.
Juntas, se movieron hasta la calle de Florencia, pasando por Chapultepec y pintando unas cuántas patrullas en el camino. En Florencia pararon, frente a la oficina de la policía y comenzaron las pintas. 
Un grupo logró entrar a las instalaciones y desde adentro romper, pintar, quemar. Violadores, escribieron.
Afuera, las mujeres del resto de la marcha observaban como la rabia de las feministas radicales consumía otro edificio. Ninguna buscó impedirles que lo hicieran, al contrario, observaban, cuidaban y avisaban si veían policías cerca. A todas las unía una cosa: el hastío por la violencia a las mujeres y la impunidad.
Entonces llegó un camión de bomberos. Y las mil mujeres que permanecían afuera, dieron su primera declaración: ¡Yo lo hice; fuimos todas! ¡Yo lo hice; fuimos todas! Y las mil mujeres replegaron al camión.
Foto: Ximena Natera
Las pintas siguieron, los pedazos de ladrillo volaban a los vidrios de la estación; poco después del intento de los bomberos por entrar, lo logró la policía. En ese momento un enfrentamiento era muy posible, pero Marabunta lo contuvo, formaron una cadena humana que les separó.
¡Mujer policía, a ti también te violan!, ¡mujer policía, te están usando! Le gritaban las mujeres al grupo de mujeres policías que ocupaba la primera línea de fuego y que, conforme pasaron las horas se sintió cada vez más diminuto. 
La manifestación decidió seguir. Se dirigió al Ángel y cuando la mayoría ya había llegado otro rumor les pidió regresaran a la estación de Florencia: había dos detenidas. La mayoría se regresó. Las que se quedaron en el Ángel comenzaron a garabatear el monumento.
¡Yo lo hice; fuimos todas! Volvieron a gritar.