jueves, 28 de julio de 2011

“LAS ISABELAS”



Lucía Mendoza

En un refugio en el que me doy cita una vez al año junto a tantas otras personas para caminar entre corredores de libros sucedió el encuentro entre “las Isabelas” y nosotras, las que nos sentimos convocadas para ser cómplices. La presencia de Isabel de los Ángeles Ruano, aunque ella no presente, nos acompañó de inició a fin.
Y es que era imposible no evocarla, entrando al espacio en donde se daría lectura a la poesía, cuatro mujeres al estilo inconfundible de Isabel: boina, chaqueta, camisa, pantalón y palabra; ocupaban el espacio a modo de involucrarse con nosotras -las cómplices-. Llegado el momento, una a una, dieron lectura a de los Ángeles Ruano y en homenaje a la escritora, también, compartieron sus propias inquietudes, reflexiones, emociones, rabia y alegría en poesía; ahora era Isabel y eran Maya Cú, Kimy De León, Ángela María Orellana López  .

Por un instante el ambiente y la imagen de ella, presente en cada una de las poetas, me provoca pensar que lo más consecuente que podría hacer conmigo misma sería intentar vivir la vida como de los Ángeles Ruano ha decidido vivir la suya: enajenando al mundo de sí misma… o al revés… estar afuera al fin y al cabo; pero construirse afuera de todo requiere de una gran valentía y sólo pocas personas, como ella, han podido concretar la poesía en la realidad objetiva ser en un acto poético en sí misma, así que pongo fin a las cavilaciones.
Queda en cambio, sin ánimo de dejarlo escapar: el temblor en el cuerpo, el saberme secretamente reflejada en muchas de las líneas leídas, el compartir este mundo con todas sus contradicciones y decirlo, denunciarlo, gritarlo, sacar la voz para evidenciarlo… y sobre todo, la rebeldía que me permite el habitar un cuerpo de mujer que me conecta con esas otras mujeres, las de hoy y las de ayer, las de siempre.
Todas las que vibramos junto a las poetas tomamos la palabra y leímos, leímos a Isabel.
Terminó el encuentro, la lectura.. y se me abrió, se nos abrió una puerta.

*“Las Isabelas”: Cuatro mujeres que se dan cita en el Taller de Poesía Isabel de los Ángeles Ruano. Tomado de las palabras de Maya Cú: “Nosotras también somos Isabelas”
**María de los Ángeles Ruano nació en Guatemala en 1945. Poeta. Maestra de Educación, Maestra de Enseñanza Media, Licenciada en Lengua y Literatura Iberoamericana por la Universidad de San Carlos. Ejerció el periodismo. Entre sus libros cuenta con Cariátides, Torres y Tatuajes (recopilación de su obra poética), Canto de Amor a la Ciudad de Guatemala y Los del Viento.  En el año 2001 se le otorgó el Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias.
***Lectura de poesía en el marco de la Feria Internacional del Libro en Guatemala –Filgua-.

lunes, 25 de julio de 2011

Generismo: Pura inclusión pura...


Victoria Aldunate Morales Para Kaos en la Red
...Así, las revoluciones, las guerras civiles, las batallas por los recursos naturales, las luchas antidictatoriales en las que, a menudo, mujeres feministas, anarquistas, anticlericales y otras, no conciliaron con el sistema se niegan y en su lugar se nos propone una suave dominación

Otro cuento para el Género en Cochabamba, Bolivia

Si no hubiese sido por las chicas que estaban empeñadas en acompañar a mujeres que se atrevían a denunciar, y que le proponían hablar de sus dolores para sanarlos, ella habría estado completamente sola con su cuerpo adolorido. Se sentía culpable por haberse aventurado a ese lugar. Se sentía culpable por no estar llorando a gritos… En vez de eso iba con los ojos abiertos y secos… Hubiera querido dormir, pero ellas le habían dicho: ¡Vamos, Marina, esto no puede seguir pasando más!

La asistente social del Hospital subrayó que debía entrar “ella sola”.
- ¡Qué andabas haciendo en ese lugar…!... - le dijo severa desde detrás de su escritorio.
Marina temblaba, retrocedió unos pasos, quiso correr, pero no pudo. Era el mismo miedo de cuando el hombre le colocó un cuchillo en el cuello… La mujer le ordenó sentarse.


- ¿Cómo fue? – Anotaba en su computador- ¿Estaba solo o acompañado?...

…Habían venido otros, pero la había violado solo… ¿O no?... Le pareció oírlos reír, pero tal vez fuese el asco… Marina no se atrevió a afirmar nada, se sentía confusa. La mujer frunció el seño con desaprobación…

El otro día, la abogada de la Institución Para la Mujer le agradeció que viniese sola. Le entregó un formulario de la Fiscalía y le aclaró que no quería que el grupo que la acompañaba se apareciera por su oficina. Ella era “licenciada” y no necesitaba la intervención de unas feministas… Marina respondió el formulario y se lo devolvió en silencio. Se fue a su cuarto y durmió y si no hubiera sido por las chicas habría dormido para siempre…

El Servicio de Salud y la Institución Para la Mujer eran programas con “enfoque de género”.

Inclusión

Se ha transformado en una suerte de penetración institucional. Algo así como un gran falo que a veces hiere, otras veces nos trata con indiferencia, y generalmente, se presenta como si estuviera de nuestra parte. Hablo del generismo.

Es cosa de conocer grupos de mujeres, mixtos, de jóvenes, integrantes de organizaciones sociales, trabajadores de ministerios, trabajadores de instituciones tipo o­nGs, para darse cuenta que toda esta moda generista, en el discurso cotidiano de técnicos, profesionales y gente organizada social y/o políticamente, se transformó en una maraña de ideas inconexas y funcionales al patriarcado…

Muchas compañeras y compañeros, han pasado cursos sobre Género, Ciudadanía, Mujeres, Empoderamiento de las mujeres… seminarios, talleres, han ido a charlas… Una y otra vez, pero a menudo imaginan “el género” como una consecuencia del sexo anatómico: “Es ser Hombre y ser Mujer”. También -especialmente mujeres- mencionan conceptos como “Igualdad de Oportunidades” y “Equidad de Género”, y los definen como que las mujeres y los hombres tengan la misma participación en TODO y que se distribuya TODO equitativamente. Dicen que “género” se trataría de hombre y mujer, y por lo tanto al impulsar una campaña por los “derechos reproductivos” (por ejemplo), se debería incluir también los derechos reproductivos de los hombres.

Algunos hombres con la idea de la “equidad”, llegan más lejos: Grupos de SÓLO mujeres sería separatismo y divisionismo político. Y aquello de programas, planes, talleres, seminarios, cursos, políticas públicas para SÓLO mujeres, sería algo discriminatorio: estaría contraviniendo la “igualdad de género”, discriminando a los hombres...

Es decir, quedamos donde mismo empezamos: Se niega o no se alcanza a ver la asimetría estructural en la constitución de las relaciones entre mujeres y hombres. Se alega que los hombres también son víctimas del sistema… El “sistema” entonces, aparece como algo abstracto, sin responsabilidades políticas. También en estas discusiones, algunas personas que se han capacitado en género y han elaborado proyectos “con perspectiva de género”, llegan a menudo a la conclusión de que si hay algún responsable de la “discriminación de género”, somos las propias mujeres porque las mujeres son más machistas que los hombres y las madres son las culpables del machismo…



Otras veces, cuando se reconoce una asimetría relativa entre hombres y mujeres, la propuesta es impulsar algunas políticas especiales para las mujeres. Sobre todo, políticas que se sitúen en el ámbito de la familia, la empresa y la alta política, para que madres de familia, mujeres empobrecidas (denominadas, a veces, “microempresarias”), y mujeres políticas, puedan equilibrar el mundo público con su mundo privado. Que no tengan que dejar de lado la familia, el matrimonio, la maternidad y puedan, A LA VEZ, participar en el mundo que hasta ahora, ha sido de los hombres. Que puedan incluirse.

Complementariedad

Muchos, especialmente hombres, hablan de la complementariedad hombre-mujer como una manifestación de la equidad de género. La idea básica es: hay dos géneros: “hombre y mujer”, sería lo mismo mujer que femenino y roles femeninos, y sería lo mismo hombre que masculino y roles masculinos. Así, la sexualidad heterosexual sería la “normal”, la verdadera, la natural, y por lo tanto la unidad básica de la sociedad sería la pareja heterosexual. En esta mirada, cuando hombre o mujer están sin pareja, no serían seres completos. Para estar completos habría que acceder al matrimonio con el otro género y conformar la pareja heterosexual políticamente correcta.

Cuando comenzamos a mirar cómo se da la complementariedad en comunidades que conocen las y los asistentes a estos talleres, descubrimos en las experiencias relatadas que las autoridades son hombres, y que sus esposas deben acompañarlos en este rol de manera femenina: secundar, secretariar, apoyar, colocar las bases domésticas para que su marido pueda actuar en lo público. Ellas son el complemento de ellos en cuidados y apoyo para que así ellos puedan hacer el ejercicio político masculino. En esta idea política, la complementariedad es heterosexual en términos de prácticas sexuales y también sensuales y eróticas. Se trata de matrimonio y sexo hetero, y por lo tanto no hay lugar para otras prácticas sexuales, para otro ejercicio del sexo, el erotismo y el amor, que no sea entre hombre y mujer. Las lesbianas, los homosexuales, los trans no encajan en la complementariedad.

En alguna ocasión, nos ha relatado un compañero homosexual de una comunidad rural, que a él le tocaba ser autoridad porque su padre lo era, y que luego de mucho deliberar su comunidad aceptó que no fuese casado y su madre pasó a jugar el rol femenino complementario…

¿Qué espacio tendrá una lesbiana en este orden político establecido?

Una joven rebelde hace poco dijo que, en su opinión, podrían complementarse mujer con mujer u hombre con hombre… Sonó como una herejía en la sala de nuestro taller. Había algunos indianistas y no podían creer lo que estaban escuchando. ¿Si llegasen dos hombres a ser pareja y autoridades en una comunidad... uno ejercería el poder político comunitario y el otro haría los roles complementarios de apoyo femenino? Es decir: ¿Se trataría de una distribución asimétrica nuevamente, pero ahora entre dos individuos del mismo sexo genital y entonces, uno encajaría en el rol masculino –el activo políticamente- y el otro en el rol femenino –el complementario-?

Sería, al parecer, la repetición del modelo de normalidad heterosexual –patriarcal-.

Y si pensamos en dos mujeres, imaginamos lo mismo, aunque hay un impedimento, no se sabe de mujeres con el rol de autoridad política en alguna de las comunidades conocidas por los y las asistentes.

Excepcionalmente, alguna mujer, a menudo joven - estudiante de disciplinas como Antropología o Sociología- en un grupo de 30 a 40 personas, da una definición docta como “Categoría social relacional que devela la desigualdad entre hombres y mujeres”. Sin embargo, en la conversación política del Taller, sin definiciones de por medio, volvemos a lo mismo: Se trataría del hecho de que las mujeres quieren igualdad con los hombres y participar, especialmente en lo político. También buscarían compartir los roles domésticos y de crianza. Es decir, ya no quisieran jugar un rol complementario en política, y en lo privado, esto se solucionaría con que los hombres cocinen, laven, cuiden a las wawas, tanto como ellas…

¿Cómo se haría la medición de este cambio a niveles políticos estructurales? ¿Serían las esposas quienes tendrían que dar fe del cambio de los esposos, las madres del cambio de los hijos, las hijas del cambio de los padres…?...

Reclamos femeninos al machismo

Estas ideas y reflexiones, desatan bastantes contradicciones en los grupos mixtos, especialmente porque contradicen lo que se define como “usos y costumbres”. Colocan un elemento muy conflictivo en la mirada moral de muchos hombres y de algunas mujeres, que se han rebelado contra el hecho de que la cultura blanca y colonial nos exporte a los pueblos de Abya Yala, valores e ideas colonialistas.

Se observa una molestia evidente en participantes masculinos y por otra parte, muchas mujeres no dan su brazo a torcer con la demanda de obtener más ayuda masculina en la familia ni con su aspiración de actuar en política desde el poder establecido. Entonces explican que lo que quieren son los mismos derechos, y que no por eso dejarán de cumplir con “sus” obligaciones. Solicitan reconocer la dignidad del rol de las mujeres, y asumir una distribución de roles y deberes más justa entre ambos sexos: que se manejen equitativos los roles en el hogar, que se cumplan bien las responsabilidades de madres y padres, y a la vez, se permita el “empoderamiento” de las mujeres…


viernes, 22 de julio de 2011

Mujer, ¡hazte un orgasmo!




Mujer Palabra (2011)


En la red social donde andamos se habla estos días del Día de la Masturbación, así que nos apuntamos a hacer un llamamiento al placer a solas, que es muy orgásmicooo, y a aportar unas reflexiones sobre por qué las mujeres parecen sentir un tabú respecto a darse placer solas.


Masturbarse da placer, puedes hacerlo sin depender del dinero, las mujeres casi que lo podemos hacer en cualquier lugar, y no es perjudicial para la salud, sino al contrario: masturbarse es muy beneficioso para la salud física y mental (conceptual, psicológica, emocional...) porque te hace sentir muy intenso sensaciones muy agradables, que te llenan de energía y te relajan al tiempo; masturbarse te ayuda a conocer tu cuerpo, tu sexualidad, tu erotismo, te enseña también a erotizarte (eligiendo, no sólo con lo que el patriarcado machista y misógino dice que es erótico); te genera confianza en ti misma porque puedes ser autosuficiente respecto al placer (lo que repercute en las relaciones), ¡te ayuda a estimarte más!






Lo más importante para el sistema patriarcal siempre ha sido dominar a las mujeres y para ello se las machaca enajenándolas de su cuerpo, para que sólo pueda "usarlo" el Hombre. Usar los cuerpos de las mujeres para reventarlas a trabajar, para que gesten y paran o no gesten y no paran según intereses de los patriarcas, como objeto para sus masturbaciones, como animales domésticos a los que maltratar y torturar para constatar que hay alguien "por debajo" de ellos como grupo hegemónico de la sociedad.



Respecto al placer sexual, el patriarcado ha hecho daño grave a las mujeres en tres territorios terribles y estremecedores:


Anular su capacidad o posibilidad de darse placer, a través de Mutilación Genital Femenina, en unas religiones y en otras, de manera menos visible pero eficaz también, a través del cinturón de castidad y luego condena social como "puta", tabú radical y cruel, sobre la idea de que a una mujer le pueda gustar el placer físico; y a través de condenarlas a no poder separar vida sexual de maternidad, controlando su acceso a métodos anticonceptivos.






Distorsionar toda idea de placer, respecto a las mujeres, a través del adoctrinamiento de materiales supuestamente eróticos y de pornografía machista y misógina, donde la mujer debe sentir placer porque se la trate como un contenedor lleno de agujeros y una esclava sexual; y en la versión más disimulada de la campaña, a través del adoctrinamiento del supuesto ideal de belleza femenina, que no se basa en la admiración de la belleza, sino en crear moldes que debiliten y destruyan lo que son o pueden ser las mujeres, convirtiéndolas en muñecas decorativas o hinchables.






Violarlas, de infinitas maneras, para que jamás quieran tocarse ni tomen iniciativa alguna respecto a ninguna zona que pudiera darle placer de su cuerpo. Violarlas, como si hacer daño a las mujeres fuera el deporte del Patriarcado, el Campo de Experimentación de toda posibilidad de tortura. La variedad de tipos de violación es estremecedora, y educa a que se asocie el sexo con la tortura (a hombres y mujeres); sin embargo, la violación es tortura, nada tiene que ver con el sexo o el placer, aunque nos hayan educado en su justificación durante siglos con la falacia biologicista según la cual, el Hombre tiene unas necesidades físicas que las mujeres deben entender como tales cuando las violan (al fin y al cabo, "son todas unas putas"). Respecto a violaciones no llamadas violaciones (por parte de seres conocidos y queridos), animamos a que se reflexione sobre algo, sobre todo a los hombres que mantengan relaciones con mujeres: mantener relaciones sexuales con una persona que ha sido enajenada de su cuerpo perpetuando esa enajenación (no permitiendo ni alentando la participación, como han "hecho el amor" millones de hombres con mujeres a lo largo del tiempo) es abusar.


Así pues, mujeres, ¡defendeos de este bombardeo! Para vivir mejor, debemos tomar las riendas de nuestros cuerpos, para cambiar el mundo y que quepamos en él, recibiendo un trato digno, para construir un mundo mejor, tenemos que rescatar algo tan bueno y tan sencillo como nuestra capacidad de tan solo con nuestro cuerpo poder darnos placer. ¡No hay nada malo en ello, y mucho bueno!






Si nunca te has masturbado, o si casi nunca lo haces, plantéatelo hoy: eso debe cambiar. Masturbarse, darse placer, debería ser algo incorporado en el día, es parte de cuidarse, parte de aspirar a una vida digna, porque el placer es una capacidad humana que necesita desarrollo. No dejes pasar más tiempo. No pasa nada, lo que sí debe pasar es que conozcas y sientas placer con tu cuerpo. Eso es independiente de amar a o tener relaciones sexuales con otras personas. Masturbarse puede ser intuitivo o un aprendizaje, un proceso, y en cualquier caso, hay mucho que explorar, siquiera para escapar a tanto condicionamiento misógino. Adelante, ¡hazte un orgasmo ya!





Recursos



Guía que plantea el tema de la masturbación a las niñas


Un primer libro que ayudó a muchas mujeres en este tema fue el Informe Hite (1976). De Shere Hite también, El orgasmo femenino, y un libro que no sabemos si está en español (no lo encontramos): Women as revolutionary agents of change: the Hite reports and beyond.

miércoles, 20 de julio de 2011

Soy

Lu Robles.

soy luz, oscuridad
soy la herida sangrante
mi cuerpo no es sólo el campo de batalla
sino batalla hecha cuerpo, hecha mujer
soy la huella viviente
de la lucha a muerte entre lo bello y lo monstruoso
entre el calor y el frío
la ternura y la agresión
soy la lucha constante entre el desasociego y la esperanza
un mano a mano entre la vida y la muerte

siento danzar dentro de mí esta eterna contienda
las fuerzas más elementales y antagónicas me han moldeado
las mismas que han constituído al mundo

mi cuerpo mitad indio, mitad blanco
mi lengua llena de palabras europeas y gringas
para nombrar saberes y sentires arraigados a esta tierra violentada y rebelde
mi cuerpo construído a traves de bondades y violencias
mu cuerpo mestizo es una huella de la resistencia
una prueba vital de la esperanza y del dolor
soy una expresión cotidiana de la preeminencia de la vida
una batalla conmigo misma víctimma y perpetradora
amarga dulzura, lo que se dice y lo que se calla,
es mi mayor aporte a esta lucha por la vida mi lesbianismo
una rebeldía declarada a la opresión de este sistema
opresión de todo aquello que inferioriza-antagoniza lo femenino
es una reviindicación de mi sexo,
un acto de amor,
reconocimiento de mi humanidad y de las otras
más allá de los límites impuestos

me vomito los valores y los juicios
las ideas de inferioridad con las que quieren que me vea
y desde donde quieren que descalifique a mi madre, mi abuela, mis ancestras

me exorciso de colocarme voluntaria y resignadamente al servicio de los hombres
por la sencilla pero contundente idea de que son superiores
y que esa es la "naturaleza" de la vida, y por lo tanto de MI vida

desde mi lesbianismo
mi lugar del afuera
desde este sitio movedizo, cambiante, amenazante para el orden del mundo
me lavo constantemente las huellas de opresión
y me construo sonrisas nuevas, recupero mi humanidad
con lo masculino, lo femenino y lo mezclo a mi gusto
porque puedo parir y pensar sin que sea contradictorio
recibir y dar sin que sea un rol definido
amar, sentir y construir cuando quiero y porque lo elijo
y no porque es un deber para que funcione el mundo

soy huella, soy fruto, soy el campo de disputa
soy la disputa en sí misma
soy buena, mala, bella y monstruosa
soy un ser luminoso en esta tierra
una energía materializada
soy la lucha por la vida más allá de la sobrevivencia
soy la vida misma

martes, 19 de julio de 2011

Nace la Red Mesoamericana Mujer, Salud y Migración



México DF, 19 jul. 11. AmecoPress/Cimac.- 

Las organizaciones Formación y Capacitación A.C (Foca) y Salud Integral para la Mujer (Sipam) presentaron hoy la Red Mesoamericana Mujer, Salud y Migración, integrada por 40 organizaciones civiles de México, Guatemala, El Salvador, Honduras y Costa Rica.
Diana Damián, coordinadora general de Foca, explicó que el trabajo emprendido por estas organizaciones desde 2007 tiene el objetivo de contribuir a la promoción y defensa de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres indígenas, no indígenas, rurales, urbanas y migrantes.
Damián indicó que actualmente 83 por ciento de las mujeres migrantes no tiene un lugar a donde llegar, por lo que la Red impulsará espacios donde las migrantes puedan quedarse durante su trayecto migratorio de forma segura.
También contribuirá a crear un registro de salud para conocer el número mujeres con VIH, infecciones de transmisión sexual (ITS) y la situación de la morbi-mortalidad materna, que hasta el momento se desconocen.
Los ejes sobre los que trabajará son salud sexual y salud reproductiva con énfasis en VIH, ITS y Morbi-mortalidad materna, trata de mujeres y prevención de la violencia con especial interés en violencia sexual.
Las organizaciones que integran la Red están ubicadas en las fronteras norte y sur de México y en las fronteras de los países Centroamericanos, zonas donde trabajarán la promoción de lugares seguros para el paso de las mujeres migrantes y el respeto a sus derechos humanos.
Damián indicó que el corredor migratorio de mayor preocupación es el camino de Huehuetenango- Frontera Comalapa- Comitán, en la frontera sur de Chiapas, ya que posee mayores índices de VIH e ITS, es una zona con alta presencia de redes de trata, y la atención de salud para las mujeres migrantes es casi escasa.
Al respecto, Blanca Villaseñor, del Albergue del Desierto en Mexicali, Baja California -que recibe a personas deportadas de Estados Unidos- indicó que este lugar cuenta con un espacio específico para recibir mujeres y que llevan un registro de las condiciones de salud en las que llegan.
Villaseñor destacó que poco más de 30 por ciento de las personas que reciben son mujeres de entre 13 y 17 años.
Para el caso de Michoacán, estado que ocupa el primer lugar a nivel nacional de migración hacia Estados Unidos y de tránsito de migrantes, María del Rocío Ramírez Palafox, de la organización Irapuato Vive AC, indicó que tienen un registro de 576 hombres con VIH que han afectado a sus parejas mujeres.
Oaxaca, segundo lugar en migración hacia Estados Unidos y de tránsito de migrantes, presenta una mayor complejidad en la zona mixe donde las niñas y niños de entre 10 y 12 años migran hacia el Distrito Federal y Michoacán donde son explotados laboral y sexualmente, según indica Griselda Álvarez Juárez, presidenta del Centro Integral Pro Derechos AC.
Diana Damián explicó que la migración femenina va en aumento no sólo en México sino en Centroamérica, pero no es visibilizada ya que las instituciones y las leyes la siguen masculinizando, por lo que concluyó que es urgente la incorporación de la perspectiva de género en la atención a las mujeres migrantes.
Foto: Archivo AmecoPress

martes, 12 de julio de 2011

A la luz de una lectura.


Por Andrea Franulic
Este verano del 2011 llegó a mis manos un libro de Simone de Beauvoir, impreso el año 1956: Para una moral de la ambigüedad. Y me ha servido para pensar ciertas cosas, en relación a la repetitiva re-articulación de las feministas para demandar derechos. Hoy, a propósito de un hecho contingente, es otra vez el aborto. Da lo mismo su faz -aborto terapéutico o libre, legalizado o despenalizado-, seguirá siendo una lucha funcional a los hombres. No estoy en contra del aborto, y espero que huelgue decirlo, pero de todos modos me pongo "el parche antes de la herida", porque en estas materias cuida y sanciona el espíritu filantrópico.
Solo quiero decir que conseguir el aborto libre, no nos hace libre a las mujeres. Y no estoy "descubriendo la pólvora", esto lo han dicho todas aquellas feministas pensantes y autónomas que, de acuerdo a cada época, han vivido el fracaso concreto de las luchas formales por el aborto. Así les pasó a las sufragistas, a las feministas de la segunda ola occidental y a las feministas autónomas chilenas y latinoamericanas, solo haciendo mención de la historia relativamente reciente. Entonces, en este sentido, los argumentos sobran, y están escritos y publicados. Es necesario conocerlos, leerlos, estudiarlos y aplicarlos, relacionándolos con la realidad política vigente. Son operaciones mínimas de una reflexión con perspectiva histórica.
No obstante, las feministas se rearticulan -encubriendo, una vez más, las diferencias ideológicas que existen entre unas y otras-, y visibilizan su lucha "pro" por el aborto libre. Y ahí están nuevamente reclamándoles al Estado, al Parlamento o, de manera menos concreta pero igualmente real, al orden simbólico de los hombres. Tanto para legalizar como para despenalizar (esta última, claro está, mejor opción), los hombres tienen que modificar sus leyes. Por lo tanto, les pedimos que hagan algo -modificar, eliminar, derogar, implementar...- que solo ellos pueden hacer, porque deben intervenir en sus propias leyes, por las que han velado históricamente.
Puesto que, a estas alturas, sabemos que las leyes son abstractas, pero esto no quiere decir que sean neutras. Sabemos que las leyes se interrelacionan con todo el orden social, cultural y civilizatorio; y sabemos que este orden social, cultural y civilizatorio no es neutro, es patriarcal, masculinista y androcéntrico; es unidimensional y, en consecuencia, incluyente. La misoginia, en todas sus formas y expresiones (odio, desprecio, indiferencia, alabanza, proteccionismo, desvalorización, persecución, exterminio, invisibilización, cosificación, autodestrucción, entre otros, y en lo íntimo, privado y público1), es la condena que las mujeres debemos pagar por nuestra "inclusión". Y a esto no escapan las leyes.
Es aquí cuando, pese al lenguaje androcéntrico de su texto, me sirve Simone de Beauvoir, al describir cómo desarrollan la niña o el niño su conciencia de libertad. Hay, nos dice, un momento inevitable del ser humano, que consiste en que el niño y la niña toman el mundo como algo "dado", es algo que ya está hecho antes de que él y ella nacieran, no han intervenido en el mundo; el techo de lo absoluto que les tiende el mundo adulto, los aplasta; es el techo de lo "dado", de lo "formal". Para las mujeres, enfatizo yo, esta experiencia es radical. La niña toma el mundo como algo "dado", pero aún no sospecha que, sin las herramientas necesarias, nunca dejará este mundo de ser algo "dado" para ella, es decir, algo "ajeno".
Si bien la respuesta de la niña y del niño, en esta etapa de su vida, será refugiarse en lo "formal", esto durará hasta que, poco a poco, comiencen a tomar conciencia de su propia capacidad de intervenir en el mundo y modificarlo. Este paso, continúa la autora, se despliega en una crisis; resuelta, agrego yo, malamente en la cultura masculinista donde el control, el "reglismo" y el castigo se ejercen desde la más temprana infancia de los seres humanos; donde el poder de dominio, la desigualdad social y la injusticia mantienen a muchos seres humanos sumidos en el miedo; y donde el mundo de lo "formal" se nos presenta desde una visión esencialista. Así y todo, la crisis puede tener, al menos, dos salidas.
Una, y la más común, es seguir refugiado en lo "formal"; sin, por supuesto, ponerlo en cuestión: leyes, dios, familia, patria, pareja, matrimonio, amor, heterosexualidad, ejército, educación, estado, revolución, ciencia, Historia, academia, iglesia, partido, deporte, fútbol, ortografía, entre otros. La otra, es elegir el riesgo de la libertad de re-significarse y re-significar el mundo; por lo tanto, de derrumbar lo "formal". Beauvoir denomina subhombres a aquellos que, teniendo las herramientas necesarias, eligen la primera salida. El subhombre es aquel que se esconde tras el ropaje de lo que ella también llama, el hombre formal.
¿Y cómo vivimos las mujeres este proceso? ¿Qué pasa con la niña que, en plena crisis de la conciencia de su subjetividad, se da cuenta de que el mundo de lo "dado" es una mentira perpetuada por los adultos, a los que ahora ve llenos de contradicciones? ¿Qué pasa si esa niña crece y quiere, y su impulso vital y humano es, la libertad de resignificarse y resignificar el mundo? Esa niña choca con un gran muro invisible e inefable; es el vacío de una historia propia, desde donde interpretarse en el mundo y darle un sentido auténtico a su porvenir. Porque todo a su alrededor está impregnado del punto de vista masculinista (ajeno) que le dice cómo ella "debe ser" (enajenación).
Aún aquí la joven tiene al menos tres salidas: una, es lanzarse a la búsqueda; otra, es perderse en el vacío; y la tercera, es volver al redil y resguardarse bajo el techo enmohecido de lo "formal-patriarcal"; perpetuando, en muchos casos, un estado de infantilismo que es patético, porque ya no es niña, es el cuerpo de una adulta. Solo la primera es una opción potencialmente transformadora; en las otras dos, las mujeres desaparecemos, no queda ni rastro de nosotras.
Y así, muchas mujeres eligen el redil y se transforman en celadoras del orden simbólico patriarcal, o bien, en personas disminuidas viviendo bajo el alero de los hombres; muchas lo hacen por falta de herramientas, por estar sumidas en la soledad de sus existencias, manteniéndose ignorantes de su propia historia e impotentes. (Esto es parte del análisis político que las feministas tendríamos que efectuar a propósito del fracaso de nuestras luchas). Pero qué pasa cuando se tienen las herramientas y, aun así, se elige el mundo de lo "formal". Aun así, se elige vivir en un estado de permanente infantilismo existencial y político. Es el caso de las feministas que se re-articulan, una y otra vez, para demandar derechos, para reclamar el reconocimiento del mundo "formal" de los hombres: de su parlamento, de su justicia, de sus leyes, de su religión, de su estado, de su academia.
Entonces, se pide aborto, pero no se desmonta la sexualidad masculinista, reproductiva y heterosexual; se exige aborto libre, pero no se deconstruye la ideología de la maternidad que, hasta donde yo sé, sigue siendo total y absolutamente patriarcal; se promueve la despenalización, pero no se desarma el discurso del placer que, hasta donde yo sé, sigue siendo androcéntrico, falocrático y cosificador. Y sin poner en cuestión profundamente estas ideologías y modelos valórico-simbólicos (el mundo "formal" de los hombres), la sexualidad, la maternidad y el placer masculinistas quedan confirmados, reforzados y reafirmados en una cultura reproductivista que ahora acepta el aborto. A esto hay que sumarle, "el olvido del olvido" de la historia de nuestras derrotas, que nos susurran que las jugadas legislativas patriarcales siempre están motivadas por las necesidades concretas de los hombres y sus cuerpos, por sus crisis e intereses, por su control de la natalidad y sus descalabros, y que según esto, evalúan si les conviene el aborto o no y de qué manera.
¿Cuándo elegiremos la continuidad de pensar e intervenir en el mundo para derrumbarlo, resignificarlo y querernos libres? ¿O seguiremos en estas eternas volteretas infantiles, practicando un activismo asistencialista, velando porque este orden simbólico masculino no se acabe nunca, al legitimarlo cada vez que le pido derechos o actúo dentro de su aparataje institucional? ¿Cuándo elegiremos la continuidad de rediseñar nuestros cuerpos y poner en cuestión la sexualidad, el placer y la maternidad patriarcales, derrumbándolos? Estas interrogantes dan cuenta del pendiente político e histórico que nos debemos las mujeres; por eso, el proyecto del feminismo radical de la diferencia sigue estando inconcluso. Antes, Freud habló de nuestro placer, nuestros orgasmos, nuestro cuerpo, nuestra vagina; hoy, es el mundo homosexual varón (queer y posmoderno) quien nos dice cómo debe funcionar nuestro erotismo a través del "ano", sometiéndonos, una vez más en la historia, a la ablación (simbólica) de nuestros clítoris.2
Y este subhombre que se niega a ser libre no es inocuo. Son los subhombres, nos dice Beauvoir, los que llegan a ser tiranos. Puesto que quien no se quiere libre, tampoco quiere o, al menos, obstaculiza la liberación de los demás. Los tiranos se pierden en valores abstractos y absolutos, en el mundo "formal". Matan por la patria, por dios o por la revolución. Como se pierden en el objeto, siempre inamovible e intocable, no les importa sacrificar otras vidas humanas con tal de seguir negando y renunciando a su propia potencialidad auto-transformadora. Esta intención destructiva y autodestructiva se radicaliza en el caso de las mujeres, por la historia de negación que tenemos: de violentas prohibiciones patriarcales por querernos libres, querer pensar y estar expresadas3.
Por eso el camino menos riesgoso y, a la vez, más autodestructivo, es la renuncia a la rebeldía y la aceptación de la obediencia, o sea, de lo "dado". Y para una feminista que tiene las herramientas: ha accedido a la literatura, ha hecho trabajos de toma de conciencia, ha ejercido una praxis política, ha enseñado a otras mujeres, etc., esta renuncia solo puede ser posible desde el autoengaño o -con palabras sartreanas/beauvoirianas- desde la desfiguración que opera en el alma la mala fe. La mente buscará trucos, trampas, embestidas, para justificar su renuncia a quererse libre. Por eso estamos rodeados de discursos confusos, engañosos, manipuladores, prepotentes, herméticos, crípticos y doble estándar.
Es así como el subhombre y la submujer son peligrosos (aunque de distinta manera, porque todo esto ocurre dentro del universo material y simbólico masculino, por lo tanto, nunca son situaciones equiparables). Lo formal -dice Beauvoir- "...es el fanatismo de la Inquisición, que no vacila en imponer un credo, es decir, un movimiento interior, por medio de violencias exteriores; es el fanatismo de los Vigilantes de los Estados Unidos, que defienden la moralidad a través de los linchamientos..." (p.49)4 ¿Y acaso en la historia política del feminismo no tenemos ejemplos suficientes de tiranías? No estaríamos ahora mismo, quizás, declamando el aborto libre si tras nosotras existiera firme, consistente y lúcido, un movimiento feminista autónomo, libre, pensante, creador y expresado. De esta manera, sabríamos que esta lucha no nos retrasa, no nos hace sucumbir en las fauces de la historia del mundo de los hombres, porque contaríamos con las palabras, las herramientas simbólicas, los aparatos semióticos para socializarla de acuerdo a nuestro discurso, nuestro marco filosófico, nuestro proyecto político.
O, quizás, como dicen las italianas5, el aborto se transforme en una opción remota en la civilización que podemos llegar a proyectar, porque la sexualidad ya no estaría atrapada en el marco masculinista de creencias y valores; ni tampoco en su modelo económico. Al contrario, estaría sostenida en otras ideas, donde el aborto casi no sería tema, porque la visión masculino-reproductivista de la sexualidad no marcaría la relación con nuestros cuerpos y nuestro placer.
Para cualquiera de estas y otras salidas, las mujeres necesitamos pensar juntas y hacer política autónoma; y este impulso si acaso se formó en nuestra silenciada historia, fueron muchas feministas quienes -respondiendo fielmente al proceso de institucionalización del feminismo, a cambio de sentirse salvaguardadas de sí mismas bajo una armadura de "derechos"- se encargaron de desarticular los incipientes, pero briosos, movimiento de mujeres y movimiento feminista que se habían re-organizado en occidente en las últimas décadas del siglo XX. 

jueves, 7 de julio de 2011

LA SEXUALIDAD COMO PRIVILEGIO MASCULINO

Por: Rebeca Madriz Franco - Fuente: Página de la Araña Feminista en CORREO DEL ORINOCO
 
La Historia sexualmente nos ha negado, partiendo de la religión y su gran mito de la manzana, el comienzo histórico de todo el universo de culpa adjudicada a este ser errante, a ese hombre mutilado como nos llamó Aristóteles, a este sexo que no existe, como afirma empíricamente Freud*, sin embargo, desde el feminismo y los estudios de género hemos venido reiterando que esa supuesta supramacía masculina no es biológica como históricamente se nos hizo creer, sino cultural, y por lo tanto podemos y debemos luchar por transformar toda la serie de relaciones sociales que en torno a esas diferencias biológicas se han construido y han justificado hasta hoy profundas desigualdades sociales. De allí que en el ejercicio de la sexualidad se considere al hombre como sujeto activo de la relación, y a la mujer como ente pasivo–objeto, pero nunca como sujeta con necesidades propias, el resultado ha devenido en una frigidez colectiva que tiene su asidero en una sexualidad que pierde el sentido y su esencia, cuando más allá del disfrute y conocimiento, re-conocimiento, amor, implica una obligación frustrante para las mujeres.

Hablar de la sexualidad femenina sigue siendo un tabú en nuestra sociedad, y es que sumado a la gran cantidad de mitos que giran en torno a la temática, se sigue sin tomar en cuenta lo más importante, la visión, la opinión y el sentir de las protagonistas. Entre otras cosas, porque las mujeres hemos sido despojadas de nuestros cuerpos, y éste ha sido puesto –históricamente- al servicio del hombre, de sus antojos, deseos y necesidades, llegando al extremo de hacernos vivir, pensar y SENTIR en función de los otros. Así, el placer, disfrute y ejercicio de una sexualidad plena es un misterio para la gran mayoría de las mujeres, no sólo por desconocimiento, sino fundamentalmente por todos los temores que implica muchas veces cuestionar aquello que hasta ahora hemos considerado “natural”, propio de las mujeres.

El despojo de nuestro cuerpo tiene una relación directa con el desconocimiento que de él tenemos las propias mujeres: lo sentimos como ajeno (porque así se nos ha enseñado), incómodo, y sobre él se tejen y levantan las más grandes inconformidades de las mujeres (que la mayoría de las veces son saciadas por los mercados), sin embargo, es hora ya de entender que nuestro cuerpo no es ese cúmulo de inconformidades que se nos ha impuesto, sino que es nuestro principal territorio político, de lucha.



Por otro lado, es indispensable rescatar otra de las grandes conquistas del feminismo, aquella que nos permitió separar la sexualidad de la reproducción, porque desde esa visión no sólo se coadyuvó a amputar la sexualidad de las mujeres, sino que también se ha justificado la dicotomía que excluye las prácticas diversas, porque reduce y limita la sexualidad a la penetración y el coito, obviamente entendiendo estas prácticas dentro de la heterosexualidad como norma.

Asimismo nuestra sexualidad se ve influida muchas veces por toda la enorme lista de “males” que se pretenden achacar a las mujeres, y que terminan convirtiendo cada etapa de nuestras vidas en un conjunto de complejos castrantes del ejercicio libre, pleno y autónomo de nuestra sexualidad, comenzando por ejemplo, por un modelo de mujer como ideal de belleza único que parte de la condición natural del cuerpo de las mujeres como feo, defectuoso, anormal, etc., creando complejos, vergüenza e incluso miedo por nuestro propio cuerpo, que sumado a la virginidad, la menstruación, la menopausia, la frigidez, el orgasmo (ignorado, obligado, o como exigencia social), terminan convirtiendo la sexualidad en un “privilegio masculino”, patrimonio exclusivo de los hombres.

El reto principal para las mujeres es pues, reapropiarnos de nuestros cuerpos, comenzar desde ya a reconocernos, a sentir, a decir, a valorar sin tapujos, a construir una sexualidad femenina que no esté mediatizada por los valores capitalistas y la cultura patriarcal.

*Autoconocimiento, Autodefensa- Cartilla Feminista, Colectivo Juana Julia Guzmán, 2010.

lunes, 4 de julio de 2011

Relexionar para sentir el cuerpo

fotografìa: Andrea Aragòn



Mariajosé Rosales Solano / laCuerda

Alguna vez has pensado qué es tu cuerpo, qué sientes, qué piensas de él, qué te mueve. ¿Has  hecho algún repaso a tus emociones y te has preguntado de dónde vienen y por qué reaccionas  así? La primera vez que me pensé y toqué el cuerpo, como propuesta política, tuve un cambio al  reconocerme en qué contexto he crecido y cuáles han sido las historias en estos territorios. 
  Estas preguntas y muchas más son propuestas feministas para transformar desde nuestros  cuerpos  cuando  analizamos  cómo  el  patriarcado,  el  colonialismo,  el  militarismo,  la  hetero-realidad y el capitalismo están en nuestras vidas, y así construir desde otros sentires el amor, las relaciones, la alegría, la belleza, el llanto, el erotismo, la producción y reproducción. Además, darnos herramientas para enfrentar las represiones sistemáticas que día a día encontramos.   La  socialización  de  las  personas  está  dictaminada  por  la  clasi cación  de  sistemas  como raza, clase y sexo. Por lo tanto, vives de acuerdo a lo que éstos te orillen a ser, y los cuerpos son moldeados para cumplir con ciertos mandatos. Es por eso que los sentimientos y las ideas son de una manera, con ciertas características y para con rmar que estás en el sistema.
Margarita Pisano, feminista chilena, habla de la ajeneidad de las mujeres por la que estamos ausentes y ajenas de nuestras propias vidas y cuerpos, y no logramos conciliar entre mujeres las complicidades que nos provocan darnos cuenta que nuestras historias son similares. 

Memoria y cuerpo
Cuando  hablo  de  cuerpo  me  re ero  a  la  materialización  de  la  sexualidad,  la  materia  con  la cual  habitamos  este  planeta,  vivimos  y  sentimos. El  cuerpo/sexualidad  está  conformado  por emociones, sentires,  saberes,  energías,  estructura  para funcionar, química y movimiento, y  se construye socialmente.
  La memoria, desde esta propuesta política, la entiendo como acciones de comprender, interpretar, releer y desenmarañar lo que has vivido y lo que vivieron los que están alrededor tuyo, tanto en la comunidad, en la nación como en otras partes del mundo: es ir haciendo  historia.
  Partir de re exionar qué hacemos en esta vida y cómo la vivimos, nos ayuda a desmontar los sistemas de opresión que hay en nosotras, los que ejecutamos como opresoras y como sumisas. Esa  conciencia,  en  la  que  te  piensas  con  todo  lo  que  está  alrededor  tuyo:  el  contexto donde  estamos, las  relaciones sociales que nos atraviesan los cuerpos, comprender cómo hemos sido construidas desde la historia y así entrar en cómo queremos ser.
  La construcción de la memoria del cuerpo es vernos desde las historias de nuestras bisabuelas, abuelas, mamás, hermanas e hijas y colocarnos en contextos políticos para comprender los tipos de relaciones que ejercemos. Es dibujar nuestros cuerpos con cicatrices, dolores, redes, sentires; es cuando entras a un estado de compresión, resistencia y ganas de construir otras formas, otros marcos interpretativos, otras relaciones, otros cuerpos. No es tan simple como se lee, son acciones permanentes, tanto individuales como colectivas de re exión, lectura y creación; es ir atrás, volver, ir a los lados y volver otra vez para ponerlo en práctica.
  Pongo  algunos  ejemplos:  cómo  el  colonialismo,  la  forma  de  dominación más  frecuente  en  casi  todas  las  partes  del  mundo,  atraviesa  mi  cuerpo, cómo lo  reproduzco,  qué  técnicas  uso  para  ejercer  sus  principales  mandatos  y  qué privilegios me otorga. Cómo la guerra ha estado presente en la mayoría de los tiempos  y  para  qué  sirve,  cómo  afecta  mi  ser  y  los  seres  cercanos. Qué  pasa  cuando mi cuerpo se inunda de terror y me paraliza, por qué siento esto.   Claro,  estás  re exiones  nos  colocan  cuestionando  todo  lo  que  somos,  y muchas veces, estamos en lugares de privilegio que estos sistemas nos dan y no
queremos renunciar a estos. Por lo que revisar tu ser ladina, heterosexual, hombre,  blanco,  victima,  victimario  es  difícil  y  no  queremos  hacerlo.  Sin  embargo,  si todas/os  revisáramos  el  rol  que  jugamos  en  este  sistema  opresor,  lograríamos nuevas formas de convivir y estar.

Y, ¿cómo hacemos?
Hay  teorías  y  propuestas  feministas,  materialistas-históricas  y  desde la  cosmovisión  indígena  que  analizan  y  crean  caminos  para  ir construyendo autonomías en colectivo.   Las mujeres mayas que participación en la Organización Kaqla, a través de diferentes metodologías, han colocado como centros de su vida -acompañadas de sus ancestras- la sanación, su cosmovisión y sus comunidades.
  
El grupo de estudios del cuerpo, integrado por Quimy De León, Cristina Chiquín, Luna Ixchel y Lupita Figueroa está hilando una  propuesta política. A decir de la primera de ellas: es un ejercicio teórico-
político, que parte desde el ámbito íntimo, es un proceso personal liberador que intenta construir teoría, es un esfuerzo autónomo de cuatro mujeres que intentamos una re exión personal y a la vez histórica. Por medio
de  la  teoría  y  ejercicios  de  escritura,  este  grupo  va  conformando  su propuesta política, con técnicas liberadoras como la poesía, el ejercicio físico, la literatura, los placeres y la re-conceptualización de categorías  de análisis a partir de su propia vivencia.
  Las  lesbianas-feministas  que  vivimos  la  escuela  todas  juntas desmontando  la  hetero-realidad,  formamos  un  espacio  de  re exión, sanación y convivencia que hemos continuado con las transformaciones
que pasan desde nuestros cuerpos, usando metodologías que propician  este objetivo político.    Es posible, juntas en redes de apoyo, construyendo el amor entre  mujeres,  pensarnos  desde  la  historia  y  creando  formas  para  vivir  en estas realidades y establecer sociedades libres. Atrevámonos a dibujar proyectos  políticos  liberadores  para  todas  las  personas,  comenzando desde hoy.