jueves, 28 de junio de 2012

El feminismo: una propuesta vigente




Comprender las cosas que nos rodean
es la mejor preparación para comprender
las cosas que hay más allá.

Hipatia

Guisela López[1]

El feminismo constituye una propuesta política que desde su surgimiento, hace ya varios siglos, se ha caracterizado por su profundidad de pensamiento, partiendo de una visión crítica de la realidad ha tenido la capacidad de plantear alternativas para la vida de las mujeres. Siempre me ha maravillado la capacidad de respuesta que desde la propuesta feminista se han articulado ante las más disimiles situaciones de desigualdad e injusticia que han enfrentado las mujeres a lo largo de los tiempos.
Mientras otros movimientos se han estancando o se diluyen hasta llegar a un punto donde no logran  aportar salidas, la propuesta feminista se renueva constantemente. Con cada mujer que se encuentra en el discurso feminista se abren nuevas perspectivas, cada quien aporta singularidades enriqueciendo la pluralidad de la propuesta, su identidad diversa.  Y es que llegar al feminismo es tener la oportunidad de hallar explicación a ese malestar latente, que si bien habíamos experimentado no lográbamos nombrar.  El feminismo nos permite comprender esas sensaciones de incomodidad que tantas veces enfrentamos con una pareja, en un grupo de estudio, en nuestro lugar de trabajo o en nuestra familia. Esa sensación de que no se reconoce nuestra valía, de que se nos inferioriza, nos sentimos obligadas a asumir roles determinados o a renunciar a nuestros derechos. 
El feminismo nos permite comprender nuestra vida, historizarla en razón de la vida de otras mujeres, teorizar sobre ella, diluyendo la frontera entre conocimiento y vivencia: hacer político lo personal. Nos ayuda a desmontar mitos que nos han mantenido aisladas, inmovilizadas, expuestas a los diversos mecanismos de dominación del patriarcado. Subsumidas en la creencia de que “la desigualdad es algo natural”, que existe una “enemistad histórica entre mujeres”, de que las mujeres “somos incomprensibles” y “nacimos para sufrir”. Encontrar explicación a toda esa suerte de artilugios con que se han empeñado en mantenernos bajo su sujeción, es encontrar la llave de nuestra liberación. 
Es por ello que llegar al feminismo resulta trascendental, ya que a partir de ese momento la estructura de dominación se hace visible y dejamos de darnos golpes de pecho, al encontrar la clave de la desigualdad en el orden de los géneros. A partir del feminismo vemos la vida con nuevos ojos, aceptamos la invitación de Celia Amorós para portar a manera de monocular un “sospechometro”, se nos hace tangible el techo de cristal que caracteriza Amelia Valcárcel, reconocemos esos cautiverios que tan bien describe Marcela Lagarde. Nos es posible desmontar la locura que teoriza Franca Basaglia y la mística de la feminidad descrita por Betty Friedan. Nos apropiamos de la ética del placer propuesta por Gracielo Hierro, de la sororidad de las feministas italianas, de la palabra con Helén Cixous.  Nos vamos convirtiendo en esa mujer nueva anunciada por Alexandra Kollontai.
El feminismo nos abre nuevas perspectivas de la historia, del conocimiento, del amor, nos permite posicionarnos en nuestras vidas: reivindicar la rebeldía, revalorar nuestro disenso, gustar de nuestro cuerpo, demandar el cumplimiento de nuestros derechos, afirmar nuestras decisiones, potenciar nuestra creatividad, sensualidad y alegría, incluso atrevernos a soñar. 
El feminismo nos ofrece la posibilidad de vislumbrar un mundo propio, romper con los cánones impuestos, desarrollar nuestras propias visiones. Valorar nuestros propios haberes y saberes. El feminismo nos aporta elementos para alejarnos por nuevos caminos, cada vez más distantes de la “aprobación masculina”, del “deber ser”, de la “doble moral”.  En pleno tercer milenio el feminismo ofrece alternativas de ser, a mujeres de todas las edades, de distintas nacionalidad, de diferentes latitudes y grupos étnicos. Nos ofrece la posibilidad de reinventarnos y encontrar nuevos significados a nuestro transitar por el mundo.
Desde el feminismo hemos creado una nueva comunidad simbólica: la de las mujeres.  En ella nos reconocemos sujetas, protagonistas, nuestras historias – han roto por completo con los épicos mega relatos del pasado – ya no nos impresionan  las temerarias hazañas de jactanciosos héroes, hace tiempo que nos cansamos de esperar ser rescatadas, que dejamos de creer en los príncipes y abandonamos las  altas torres.  Ahora nosotras escribimos nuestras historias, historias que narran los recorridos de mujeres diversas, en mundos que apenas empiezan a inventarse.



[1] Escritora feminista Guatemalteca. Investigadora y docente. Coordinadora del Seminario de Literatura Feminista y Ciudadanía y de la Cátedra Alaíde Foppa avalada por el Instituto Universitario de la Mujer IUMUSAC y el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM.

lunes, 25 de junio de 2012

María Chinchilla




Nació el jueves 2 de septiembre de 1909 en la aldea Las Animas, municipio de Asunción Mita, departamento de Jutiapa. Sus padres fueron don Benjamín Chinchilla y doña Victoria Recinos.
Los años transcurrieron y María Chinchilla fue creciendo hasta llegar a la edad escolar. En Las Animas, su comunidad natal, no había escuela; por lo que su educación primaria la cursó en la villa de Asunción Mita. Luego, sus padres, procurándole un mejor futuro, la enviaron a estudiar a la Ciudad de Jalapa, donde en 1927 obtuvo el título de “Maestra de Instrucción Primaria”, en el renombrado Instituto Normal Centroamericano para Señoritas (INCAS).
Después de algún tiempo de trabajar como maestra en una escuela de Asunción Mita, María Chinchilla o Seño Mary, como le llamaban sus alumnos, se fue a vivir a la Ciudad Capital de Guatemala donde se avecindó el 22 de marzo de 1932, según consta en su Cédula de Vecindad No. 22,691 extendida en la Municipalidad de Guatemala. Entre los datos personales, consignados en su Cédula, podemos mencionar: estado civil: soltera, color: blanco, ojos: cafés, pelo: castaño, estatura: 1.63 metros. Sus hermanos fueron Francisca Susana y Miguel Angel, de apellidos Chinchilla Recinos.
En la ciudad capital, María Chinchilla, laboró como docente en la Escuela Nacional de Niñas “José Felipe Flores”, en la Escuela Nacional de Niñas “Manuel Cabral” y en el Colegio Particular “María Minera”, además formó parte de la Asociación de Maestras Católicas.
En esa época el Presidente de Guatemala era el General Jorge Ubico Castañeda, quien tenía más de 13 largos años de gobernar y en todo ese tiempo los estudiantes, el magisterio, las escuelas y la educación del país no fueron su prioridad. El pueblo guatemalteco estaba cansado de tener un presidente dictador, por ello, en el mes de mayo de 1944 los estudiantes de la Universidad de San Carlos de Guatemala iniciaron a mostrar su inconformidad y a exigir la autonomía universitaria.
A principios de junio de ese año el Magisterio presentó al General Ubico una justa solicitud de aumento salarial. La inconformidad social se acrecentó a tal punto que el 22 de junio de 1944 el gobierno suspendió las garantías constitucionales, para poder reprimir al pueblo.
Las manifestaciones en las calles de la Ciudad Capital iniciaron el sábado 24 de junio y al día siguiente, domingo 25 de junio de 1944, por la mañana se realizó una masiva protesta pidiendo la renuncia del General Jorge Ubico, protesta que fue disuelta por la policía y soldados quienes agredieron a muchos ciudadanos.
Para mostrar su indignación por los hechos ocurridos en la mañana, un numeroso grupo de mujeres, vestidas de luto, se reunieron a las cinco de la tarde, frente al Templo San Francisco de la Ciudad Capital y de ese lugar salieron en manifestación pacífica exigiendo libertad, democracia y la renuncia de Ubico. Pero la policía y los soldados, siguiendo las órdenes del Presidente, dispararon contra las mujeres manifestantes, entre ellas María Chinchilla Recinos, quien recibió un balazo en el pómulo derecho y calló muerta en la 17 Calle, y Sexta Avenida de la Zona 1. Al día siguiente fue sepultada en el Cementerio General de la Ciudad de Guatemala donde actualmente se encuentra su tumba, en el “Panteón del Maestro”.
Por haber manifestado públicamente su descontento gran cantidad de personas resultaron heridas y varias fallecieron, en aquel heroico 25 de junio de 1944. Cinco días después, el Presidente Jorge Ubico Castañeda renunció a su cargo.
Los periódicos de esa época dan testimonio del reconocimiento que la sociedad guatemalteca rindió a la Profesora María Chinchilla, valorándola como mártir, heroína y símbolo del civismo, por haber dado su vida por una Patria mejor. También el Magisterio exaltó la valentía de su colega, y el jueves 6 de julio de 1944, la Asociación Nacional de Maestros en magna asamblea acordó que en adelante el “Día del Maestro” en Guatemala sería celebrado el 25 de junio de cada año, en memoria de su insigne compañera maestra: María Chinchilla Recinos.

Fuente: Wiquipedia. 

jueves, 21 de junio de 2012

Los y Las desaparecidas, están en todas partes

La Desaparición Forzada en Guatemala

Fotografía CPR-URBANA





(un pequeño homenaje a las miles de familias afectadas por la desaparición forzada)

Por Enrique Álvarez

Uno de los aspectos más terribles de la guerra interna en Guatemala (1963-1996) es el de la desaparición forzada. No puede haber dolor más profundo y constantemente repetido que haber perdido a una persona, familiar cercano, y no saber qué pasó finalmente con ella. Seguramente se sabe que sufrió (y cada día, se sufre en silencio con él o con ella), que fue capturado, que fue secuestrada, que fue desaparecida y…


No hay forma de detener ni de reparar completamente ese dolor. La incertidumbre de no saber el destino final de la madre, del padre, de la hija, del hijo, del compañero, la compañera, la esposa, el esposo, el hermano, la hermana. Es como perderles todos los días, es amanecer con la incertidumbre, con el dolor y al final del día tratar de dormir con una leve esperanza. Es un círculo de dolor, de angustia, de rabia, de impotencia que no termina, que se renueva cada día, que parece languidecer cada noche y se fortalece cada madrugada.

La desaparición forzada es, seguramente, la máxima expresión del horror, de la injusticia más deshumanizante, ejercida por quienes un día, en nombre de la supuesta defensa de la patria, decidieron a quién capturar, a quién torturar, a quién asesinar y a quién desaparecer. Seguramente sin importarles el daño que causaban (o tal vez solazándose en él), el que seguirían causando durante tantos años a sus víctimas, a sus familias. Afectaron a tantas personas, condenaron a cientos de miles al sufrimiento, a la incertidumbre, al dolor… ¿podrán ellos, los esbirros, los torturadores, los asesinos, encontrar la paz?, seguramente no, ni siquiera la muerte se las podrá otorgar.


Parafraseando a Juan Jacobo Rousseau podemos decir: “Ellos no consiguieron ser hombres; entonces, decidieron ser bestias”.


Luego de más de doce años de haber firmado la paz, de haber callado el trueno de los fusiles, pareciera que nunca podremos callar el grito que exige ¡verdad y justicia! Cómo puede pensarse que habrá conciliación o reconciliación sin que decenas de miles de familias sepan ¿qué pasó finalmente con sus familiares desaparecidos?, sin que puedan identificar un lugar físico en dónde colocarles flores, dedicarles una oración, un pensamiento.

No puede haber perdón, ni olvido, si los asesinos y torturadores no han sido castigados. Muchos han sido plenamente identificados, al menos a quienes dieron las órdenes de exterminio, de torturar, de desaparecer. Pero la justicia no llega, por lo tanto la justicia no se convierte en bálsamo, la justicia no consuela, porque no se aplica.

De muchos detenidos-desaparecidos se conocen datos, alguien vio cuando les capturaban, a algunos se les vio con vida después de la tortura, en algún cuartel, en algún destacamento militar, en alguna “casa de los espantos” (cómo se les llamó a los centros de tortura en esas décadas del horror). Hoy tenemos a sus familiares ofreciendo testimonios, marchando incansablemente por las calles con sus fotografías alzadas, con su esperanza en que algún día se haga justicia. No piden tanto, pero al mismo tiempo piden mucho, a una justicia que prefiere mirar para otro lado, hacer cómo que no sabe, cómo que no supo, cómo que no pasó nada.


Hoy tenemos a detenidos desaparecidos que el amor de sus familiares han mantenido vivos, porque nunca serán olvidados, y presentes por la incansable lucha que han hecho y siguen haciendo. En las páginas virtuales de este Reporte Diario hemos cobijado varias veces el testimonio de una mujer ejemplar en su lucha y su consecuencia por conocer el paradero de su hermano Emil, Marylena Bustamante ha escrito cientos de cartas exigiendo conocer el paradero de su querido Emil y que se haga justicia para encarcelar a quienes le desaparecieron.


A no olvidar nos ayudan mujeres como Marylena y organizaciones como el Proyecto Desaparecidos por la Memoria, la Verdad y la Justicia (www.desaparecidos.org), en donde se exponen datos de miles de detenidos-desaparecidos de Chile, Argentina, Guatemala, El Salvador, Uruguay, Perú, Indonesia, Tailandia y muchos otros países en donde hubo dictadores, brutales imitadores de Dios, que asumieron el derecho de decidir quién podía vivir y quien morir.


En ese sitio podemos ver la imagen de Emil y su pequeña hija, una de las cientos de miles de víctimas inocentes de los monstruos de la guerra. En el conmovedor testimonio puede leerse:


“Me llamo EMIL BUSTAMANTE. Tengo 32 años, estoy casado y soy padre de esta niña y de otra que viene en camino. Me gradué de perito agrónomo y también de médico veterinario y sociólogo rural. Estudié en la Universidad de San Carlos y la Universidad Nacional de Costa Rica. Trabajo como catedrático universitario y funcionario de la USAC.


Estudié y me preparé para servir a mi país, pero pronto me topé con la injusticia y la imposibilidad de encontrar una vía pacífica para cambiarla.


Me incorporé a la militancia revolucionaria como científico e intelectual; mis armas fueron la enseñanza de la ciencia, el diálogo y la rebeldía justa.

Desde el 13 de febrero de 1982 me encuentro detenido y desaparecido por el Ejército del gobierno de Fernando Romeo Lucas García. He sido sometido a torturas y condenado sin juicio ni defensa alguna. Finalmente fui asesinado y mi cuerpo, como los de muchos otros miles de guatemaltecos, ha sido escondido para que ninguno de los que me aman encuentre mis restos…”

Uno no puede dejar de conmoverse cuando es testigo de la fuerza de esas personas que incansablemente exigen verdad y justicia. Seguramente no pueden encontrar descanso, seguramente no podrán encontrarlo nunca hasta encontrar la certidumbre de la justicia. No piden venganza, no las mueve el odio, las mueve el amor, el infinito amor de quienes no se resignan a callar, a agachar la cabeza, a aceptar que prevalezca la injusticia.


Fuente : Incidencia Democrática. 

martes, 19 de junio de 2012

MUJERES IXCHEL INVITAN A PARTICIPAR EN TALLER DE POESÍA PARA MUJERES-ISABEL DE LOS ANGELES RUANO


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 Objetivo:
 
Generar el encuentro entre poetas de distintas tendencias, estilos y épocas teniendo como punto de partida el ejercicio y gusto por  la poesía 

Participantes:
 
Mujeres que escriben poesía o que tienen un interés y un gusto por explorar este oficio. De preferencia mayores de 15 años.

 Requisitos:
 Traer 3 poemas de su autoría para compartir con el grupo.

Duración:

     una semana -lunes a viernes-

Horario:
     de 5 a 7 PM

Fechas:
     la primera semana del mes de Julio -2 al 6 de julio-

 Dirección:
     1a Av. 4-30 zona 1

Contenidos:
     En el taller se abordarán diversas temáticas:  la poesía escrita por mujeres, el ritmo, la imagen, edición, espiritualidades, la poesía y otras artes.    
Para el taller de julio, tendremos un acercamiento con las poetas guatemaltecas y su presencia en diferentes épocas de la historia de la literatura.    Además abriremos el espacio de LA POETA INVITADA,  en el cual tendremos la oportunidad de compartir con diferentes voces de la poesía actual en nuestro país.

 Aporte simbólico:
   Q. 50.00      incluye materiales y gastos de logística

El taller es impartido por la poeta: Maya Cú- fundadora  del taller de Isabel de los ángeles ruano.

Más información, al correo  mayanikte@gmail.com

la convocatoria cierra la ultima semana de junio cupo limitado.


Impartido por la Poeta :

MAYA CÚ


Maya Cu Choc (1968) es una poeta y gestora cultural con raíces q’eqchíes que ha hecho de su vida un movimiento artístico. Es conocida por su participación en casi todas las ramas del arte, pero principalmente dentro de la literatura, gracias a sus tres publicaciones: Los Novísimos (colectiva), 1996; La Rueda, 2002; y Recorrido, 2005. Sin embargo, confiesa que una de sus pasiones es el teatro. Maya Cu es una artista comprometida y, con la sencillez que la caracteriza, nos muestra cómo la existencia se conjuga perfectamente con el oficio poético. Además es defensora incansable de los derechos humanos, lo que la convierte en una caja de agradables sorpresas. En la siguiente entrevista conoceremos un poco más acerca de su vida y obra. 
Poeta indígena. Sus poemas han sido publicados en periódicos, revistas y antologías tanto de Guatemala como del extranjero. Ha incursionado en locución, teatro, música y canto. En la actualidad es integrante de la Asociación Coral El Derecho, de la Universidad de San Carlos de Guatemala. Ha colaborado con diversas organizaciones culturales como la Escuela de Música de Proyección Folklórica Latinoamericana (EMPROFOLA); La Casa del Cuento; la Asociación Cristiana de Jóvenes y la Compañía Teatral Maíz y Jade. Antes de La rueda, que es su primera publicación individual apareció una muestra de su poesía en la antología Novísimos, publicada en 1997 por la Editorial Cultura.  Su obra ha sido incluida en Mandaderos de la lluvia (Messengers of Rain), Canadá, (2002); Antología de conmemoración: quinto centenario de la llegada de los portugueses al Brasil, Brasilia (1999); Mujeres, desnudez y palabra, Luz Méndez de la Vega, Guatemala (2002) y en diversas revistas culturales: La Ermita, Abrapalabra, Tayer, Media Development, Wacccontacta. Actualmente atiende una biblioteca escolar y popular en la colonia Bethania, Ciudad de Guatemala.



jueves, 7 de junio de 2012

Hacia un entendimiento del Patriarcado como sistema de opresión





[V.I.R.U.T.A] Visionaria Insumisa Rebelde (Unión Trabajadoras Autónomas)

GENERO CON CLASE.

Para la mayoría de las personas la lucha feminista se presenta como una lucha “antihombre”, la equiparan al machismo, creen que busca la superioridad de las mujeres por sobre los hombres, etc. Lo anterior, demuestra la ignorancia que se tiene en torno a la connotación y la importancia que ha tenido la lucha feminista, en tanto emancipadora para nosotras las mujeres, como también en su gran aporte a la teoría de las clases sociales. Creemos que para lograr entender la lucha feminista y su aporte, es importante el develamiento del sistema patriarcal como sistema de opresión esencialmente hacia las mujeres, pero que aporta elementos de manera sustancial a la generación y conformación de los más diversos sistemas económicos de explotación.

En los años 70’s las feministas radicales logran, luego de años de tener la sensación de que había un “algo” en donde se sustentaba la opresión hacia las mujeres, dar un cuerpo teórico al sistema patriarcal hasta ese momento no considerado en las diferentes perspectivas de cambio social. No obstante, el prominente desarrollo de la crítica y la producción en torno a esta herramienta teórico/práctica, hasta el día de hoy se encuentra denostada e invisibilizada.

En definitiva ¿qué es el patriarcado?
Para responder esta pregunta podemos citar a Dolores Reguant, quien señala que “es una forma de organización política, económica, religiosa y social basada en la idea de autoridad y liderazgo del varón, en la que se da el predominio de los hombres sobre las mujeres; del marido sobre la esposa; del padre sobre la madre, los hijos y las hijas; de los viejos sobre los jóvenes y de la línea de descendencia paterna sobre la materna.



El patriarcado ha surgido de una toma de poder histórico por parte de los hombres, quienes se apropiaron de la sexualidad y reproducción de las mujeres y de su producto, los hijos, creando al mismo tiempo un orden simbólico a través de los mitos y la religión que lo perpetúan como única estructura posible”[1]. De esta definición se puede extraer principalmente que es un sistema que se ha ido conformando paulatinamente, profundizando sus raíces con cada sistema económico con los cuales ha convivido. Además, de sufrir un proceso de naturalización, a tal modo, de pasar inadvertido en nuestra cotidianeidad sin ser cuestionado en casi ninguna esfera de la sociedad; demás está mencionar los aportes que han hecho grandes “genios” de la humanidad (Aristóteles, Tomas de Aquino, Proudhon, Napoleón, Einstein, entre otros) en la tarea de dar sustento “científico” al paradigma en donde lo masculino es la medida de todas las cosas generando la subordinación de las mujeres.

Otras definiciones que encontramos son más polémicas, pues, definen el patriarcado como un “…pacto -interclasista- por el cual el poder se constituye como patrimonio del genérico de los varones”[2]. Por otro lado, Marta Fontela asevera que “el patriarcado puede definirse como un sistema de relaciones sociales sexo–políticas basadas en diferentes instituciones públicas y privadas y en la solidaridad interclases e intragénero instaurado por los varones, quienes como grupo social y en forma individual y colectiva, oprimen a las mujeres también en forma individual y colectiva y se apropian de su fuerza productiva y reproductiva, de sus cuerpos y sus productos, ya sea con medios pacíficos o mediante el uso de la violencia”[3]. Sin duda, estas afirmaciones son altamente polémicas puesto que plantean un pacto interclasista, que destaca la transversalidad que tiene este sistema de opresión a través de las clases sociales. De ahí el surgimiento de consignas tales como: “No hay nada más parecido a un machista de izquierda que uno de derecha”. Ambas definiciones establecen un pacto entre hombres, que aunque estén en desigualdad de

condiciones económicas, es decir, pertenecientes a diferentes clases sociales, van cediendo en algunos puntos, siendo capaces de articularse en función del patriarcado. Como bien plantea la feminista-socialista Heidi Hartmann, para un análisis del patriarcado dentro de las sociedades capitalistas: “el salario familiar es un pacto patriarcal interclasista entre varones de clases sociales antagónicas a efectos del control social de la mujer”[4]. Haciendo hincapié en la perspectiva histórica del surgimiento del capitalismo, en donde, la mano de obra femenina fue relegada al ámbito privado.


Un poco de historia…

El sistema patriarcal surge alrededor de 10.000 años atrás, vinculando su origen con el proceso de sedentarización y el cambio de mentalidad de sociedades colectivizadas horizontales a sociedades individualistas jerárquicas y la consecuente aparición de las clases sociales. Así lo grafica Marcela Lagarde, quien establece que “la opresión de las mujeres es parte de los fenómenos que confluyeron en la conformación de la sociedad de clases y que contribuyeron a mantenerla”[5], es decir, las prácticas patriarcales anteceden al surgimiento de las clases, al ser un paso elemental de un cambio de mentalidad de sociedades igualitarias a sociedades que se basan en la opresión y explotación de parte de su población para funcionar. Es por lo anterior que las feministas establecen que hay una vinculación directa entre el patriarcado y los diversos sistemas económicos, pues ha sido parte esencial de su conformación (como el esclavista y el feudal), estableciendo actualmente una clara alianza con el sistema capitalista. “Las sociedades patriarcales de clases encuentran en la opresión genérica uno de los cimientos de reproducción del sistema social y cultural en su conjunto”[6].

Y he aquí donde radica la importancia del aporte del feminismo, pues entrega una teoría trascendental a la lucha de clases, volviéndola claramente una aliada epistémica, ya que es capaz de entregar la base teórica para entender la opresión especifica de las mujeres. Opresión que sin duda, no hallaba respuesta en la sola teorización de las clases sociales. Esta miopía teórica da como resultado que muchas de las “grandes” luchas sociales que han sido llevadas a cabo por el “pueblo” no han significado lo mismo para hombres que para mujeres, presentándose muchas veces como perpetuación de los roles asignados socialmente a nosotras.

Así también, la teoría del patriarcado, es capaz de definir relaciones estructurantes de poder en la sociedad, es decir, cuando hablamos de relaciones patriarcales, no nos referimos solamente a las que se dan como una opresión de los hombres hacia las mujeres, sino que también, cuando estamos ante situaciones autoritarias, de violencia, jerarquías, etc., pues todos ellos constituyen elementos centrales de sociedades patriarcales-clasistas. En relación a lo anterior, ya no podemos pensar análisis, por ejemplo, del Estado, la política, los partidos políticos, sin considerar el profundo arraigo patriarcal que tienen dichas instituciones, por lo anterior, la lucha feminista es intrínsecamente antipartidista y antiestatal.

Por ello se torna interesante comenzar a incorporar este sistema de análisis a nuestros discursos y propuestas de cambio de sociedad, sino seguiremos condenando a la mitad de la humanidad a una constante opresión, “las discriminaciones sobre las mujeres surgen no sólo en su relación con el sistema económico, sino también con el sistema de una dominación masculina hegemónica. No se trata de privilegiar el género o la clase, sino de entrelazar estos ejes de dominación”[7].

Vemos necesario, entonces, comenzar a cuestionar nuestras prácticas más cotidianas e ir aportando en la construcción de sistemas integrales que den respuesta a la totalidad del colectivo social, ya no más fragmentada ni priorizando unas luchas por sobre otras.

Finalmente, se puede afirmar que uno de los grandes aportes de la teoría patriarcal es que descubre y quita el manto de “biológico” y “natural” a la opresión de las mujeres volviéndola transformable y cuestionable.

[1] Reguant, citado en Varela, Nuria, Feminismo para Principiante, España, p. 177.

[2] Amorós, Celia. Mujer, participación, cultura política y Estado. Ediciones de La Flor. Argentina. 1990. p. 10.

[3]Fontela, Marta. “Diccionario de estudios de Género y Feminismos”. Editorial Biblos. 2008. http://www.nodo50.org/mujeresred/spip.php?article1396.

[4] Amorós, Celia, op. cit., p. 10.

[5] Lagarde, Marcela. Los cautiverios de las mujeres: madreesposas, monjas, putas, presas y locas. México. 1997. p. 96.

[6] Lagarde, op. cit., p. 95.

[7] Feminismo(s) y Marxismo: ¿una boda “mal lograda”?. Texto de Manuela Tavares, Deidré Matthee, Maria José Magalhães, Salomé Coelho.

martes, 5 de junio de 2012

La mentirosa





…ya no me aguanto una mentira más…
(Celeste Carballo)
Andrea Franulic 

Las mujeres nos mentimos a nosotras mismas, porque hemos sido adoctrinadas por la civilización de los hombres para mentir con nuestros cuerpos, y no nos han dejado salida. Adrienne Rich dice que “nos han exigido decir diferentes mentiras en diferentes tiempos, en función de lo que los hombres de cada tiempo necesitaban escuchar”. Históricamente, hemos fingido orgasmos y placer, basta hoy mirar el reggaeton o la pornografía. Allí está la simulación del placer mientras varios hombres torturan sexualmente a una mujer. Nos han mentido sobre nuestra sexualidad. Han dicho muchas cosas falsas sobre nuestra menstruación, sobre el parto, sobre nuestros orgasmos, la masturbación, nos han cortado el clítoris y han usado nuestras vaginas para parirles hijos y, principalmente, hijas obedientes.

Hemos mentido con la ropa y el maquillaje para ser coquetas y deseadas, con sonrisitas y silencios. Hoy mentimos con la cirugía y el recauchaje, “nos tenemos que enchular”, teñir las canas, alisar las arrugas, cortarnos los pelos compulsivamente. Los tacones altos y agujas son otra burda mentira (vitrinas llenas), las piernas no se estilizan y tampoco se trata de “saber llevarlos”, el resultado son espaldas y piernas chuecas, y la fealdad de un caminar en constante desequilibrio (hasta las modelos se caen de bruces en las pasarelas varias veces), como si no tuviéramos suficiente con caminar por la cuerda floja simbólica que nos han impuesto. La cuerda floja -dice un libro feminista- es el camino por donde nos toca transitar, en el miedo de si resbalo para un lado, soy una cartucha; y si resbalo para el otro, soy una puta (y siempre las dos son culpables). Evitando los estereotipos femeninos, no caminamos nunca por suelo firme, y finalmente siempre somos interpretadas desde las proyecciones y fantasías de los hombres, basta con leer la literatura de los grandes escritores (llenos de nobeles) y de los no tan grandes también; basta con mirar la televisión y la publicidad en manos masculinas.

Hemos vivido engolosinadas con la gran mentira del príncipe o princesa azul, de la media naranja, del amor para siempre, del amor de la vida. Esta gran mentira es la que nos ha impedido el ser pensantes, puesto que nos sumerge en el juego sadomasoquista del amor, y nuestras energías humanas mueren absorbidas en este cuento infantil, cuento de terror:
- Nos han mentido con el amor consanguíneo, con el amor al prójimo, a los hermanos, a los padres, a los hijos, en la hipocresía del amor patriarcal y cristiano hacia la familia, ¡mentira!
- El amor es el centro de la vida de las mujeres, ¡mentira!
- Las mujeres somos las que sabemos amar, ¡mentira!
- La maternidad dura para siempre, ¡mentira!
- La maternidad es un instinto femenino, ¡mentira!
- La feminidad es otra gran mentira, quizás es la más, porque es un invento de los hombres: el ropaje de la misoginia. Nos hemos tragado el cuento de que la feminidad nos pertenece y es parte de nuestra naturaleza, ¡mentira!
Así nos han mantenido subsumidas en la completa ignorancia de nuestras existencias, divididas entre nosotras, en la competencia y en la envidia. Así nos han mantenido viviendo en función de los demás, en función de ellos, “los superiores”, jamás de nosotras mismas: la más naturalizada de las enajenaciones es la nuestra.   

Nos han mentido con la Historia. Nos han dicho que la historia es de la humanidad, ¡mentira!, porque solo es de ellos. Nosotras no estamos en la historia, salvo algunas cuantas subidas al “carro de la victoria” por ellos mismos y como ellos han querido. Dónde está nuestra historia de rebeldías, dónde está la historia concreta de la violencia contra nuestros cuerpos. Qué referentes de mujeres pensantes y valientes tenemos a la mano. Vivimos en el vacío de la historia; no nos han dejado construir una genealogía visible y continua que nos arroje luz para no seguir mintiéndonos. Más radical aún, nos han dicho que somos parte de la humanidad, cuando hemos sido excluidas como humanas y solo incluidas como femeninas. Esta cultura que sigue “viva y coleando” es la civilización de los hombres, creada por ellos y para ellos, bajo el signo del amor-admiración entre ellos y del odio-desprecio entre nosotras.

¿Y el feminismo vigente, qué? Solo es parte del entretejido mentiroso patriarcal, porque nos ha mentido con la igualdad. Nos ha dicho que con la consecución de la igualdad seremos más libres, ¡mentira! No somos iguales a los hombres y nos debería dar asco acceder a su cultura. Nos han dicho que humanizaremos los espacios masculinistas con nuestra sola presencia y por tener vaginas, ¡mentira! Y felices vamos accediendo y trepando, sintiéndonos orgullosas de ser tan capaces como ellos, demostrándoles que somos tan capaces como ellos. La igualdad es un remedo de libertad, un remedo frívolo de rebeldía, que nos sumerge más aún en la mentira de nuestros cuerpos, en la ignorancia de quiénes somos. Y todas se sienten liberadas y exitosas porque juegan fútbol como ellos, tienen sexo y aman como ellos, hacen música como ellos, hacen ciencia como ellos, hacen filosofía como ellos, hacen política como ellos. Siempre repito la frase de Carla Lonzi que dice que la igualdad ha borrado más profundamente nuestros intentos auténticos de libertad, la búsqueda honesta de una historia propia. La igualdad borra nuestra creatividad, nuestra capacidad de imaginación e invención de otra cultura, con otro sentido del deporte, de la música o de la filosofía.

Y hoy están de moda las mentiras de las políticas queer y del feminismo posmoderno, que nos cortan simbólicamente el clítoris y reivindican el ano como centro de placer y equidad entre las diversidades sexuales. Cada vez las mentiras se van haciendo más profundas e invisibles, cada vez las mujeres se sienten más orgullosas de falsos avances: ¡luces de gas sobre nuestras miradas! El feminismo posmoderno no es más que una licencia intelectual –como dice Sheila Jeffreys- para reforzar lo femenino y lo masculino, para reforzar que sigamos mintiendo con nuestros cuerpos; es una licencia intelectual para encubrir nuestra incapacidad de ser consecuentes con nuestras políticas, para usar tacones y ser una gran intelectual del género, para vestirme de hombre y pensar que soy “pro”; en definitiva, es una licencia intelectual para seguir siendo frívolas y no pensarnos. Como dice Fernando Franulic (mi hermano), es el uso de los teóricos posmodernos para darles rienda suelta al bisturí y al negocio de la medicina. Nos falta comprender en profundidad que nuestro pendiente político e histórico es resimbolizarnos a nosotras mismas, sin préstamos ideológicos masculinistas.

El patriarcado es un entretejido ideológico de mentiras para mantenernos subsumidas a su servicio: esta es la piedra angular, la opresión primaria. A su haber, cuenta con la gran mentira delirante de dios y de todas las religiones paridas por los hombres. Nos han mentido y nosotras mentimos para sobrevivir, para ser queridas y aceptadas, y nos mentimos a nosotras mismas; sin embargo, como dice Rich, “la mentirosa lleva una existencia de soledad intolerable. La mentirosa tiene miedo”. Y nos mentimos entre nosotras, en lo privado y lo público. Cómo vamos a relacionarnos sin prácticas de dominio, chantaje y manipulación si no tomamos conciencia profundamente de todas estas mentiras (conciencia que debiera surgir tanto en la soledad como en el colectivo político), si no recuperamos una historia desde una visión lúcida y realista, si no asumimos nuestras miserias humanas (todo lo que hay en nosotras de servicio, de obediencia, de esclavitud, de dominio, de arribismo, de prejuicios), porque todo este adoctrinamiento en la mentira y esta violencia sobre nuestros cuerpos produce miseria humana, y necesitamos sanarnos urgentemente, y transformarnos en seres creadores.

Y esto no se consigue, como también está de moda hoy en los grupos pseudofeministas, con la práctica del poliamor, si quienes la profesan ni siquiera han sido capaces de reconocer una historia feminista de derrotas y traiciones para avanzar políticamente sobre una base de realidad; no han sido capaces de asumir que se farrearon el ideario de la autonomía (próximo encuentro autónomo latinoamericano), y que el concepto de diversidad solo nos ha hecho perder la pista (próximo encuentro nacional feminista). Todo es más profundo y serio. Otra vez cito a la Rich: “cuando una mujer dice la verdad está creando la posibilidad de que haya más verdad alrededor de ella” y esto implica construir una historia propia con honestidad, y asumirnos políticas más seriamente… sin dioses ni diosas, gurúes, esoterias ni esencialismos.


Andrea Franulic
Por esto y mucho más,
Movimiento Rebelde del Afuera

Verano del 2012


Nota: Como dice mi maestra Margarita Pisano, al patriarcado, que está vivo y coleando, hay que darlo por muerto, porque no tiene vuelta, está pudriéndose atrapado en sus propias creencias-ideologías, o sea, en sus mentiras.