miércoles, 11 de mayo de 2016

Desmitificando a mamá, otras formas de machismo

Leidys Emilsen Mena Valderrama

9 de mayo 2016

embarazadaEn las sociedades actuales a las mamás se les ha dejado la responsabilidad de formar y educar a los hijos e hijas, normalmente en las casas, las mamás son las que tienen la “última palabra” cuando de criar a los hijos e hijas se trata. Aunque la maternidad no es una cuestión natural, culturalmente se le han designado características naturales, cualidades innatas sin las cuales la maternidad no podría ser.
Al revisar la breve historia social de la humanidad nos encontramos con que al igual que todos los otros arquetipos sociales, la maternidad también es producto de las construcciones sociales de conformidad a las necesidades y exigencias del momento histórico, en nuestro caso podemos tomar dos momentos para el análisis, uno de ellos es la esclavización, durante este período la maternidad representaba la garantía de la perpetuación del modelo esclavista, de hecho antes de la existencia de la trata transatlántica los griegos utilizaban la maternidad como herramienta de guerra, dado que las mujeres cosificadas sólo servían para parir hijos para la guerra, e hijas para los prostíbulos; otro es el re-surgimiento del capital con la revolución industrial, ya que para que este modelo fuera funcional se obligó a las madres a encargarse de los hijos e hijas, mientras los hombres se ocupaban de acumular capital y rediseñar la sociedad a su antojo y beneficio, “se espera que las mujeres amables y delicadas permanezcan en el hogar para cuidar a la prole y a la familia, permitiendo a los hombres valientes y agresivos aventurarse en los mundos competitivos del trabajo, la política y la guerra” (Coltrane, 1996: 25); esta última percepción fue fuertemente alimentada por el concepto de madre formadora de la iglesia católica, quienes en el siglo XII iniciaron a comparar a las madres con la madre de Jesús, concepto que fue retomado en el periodo de la revolución industrial para convencer a las madres y a las sociedad de que el hecho natural de las madres era la sujeción y con su amor incondicional formar a los hijos hombres para ejercer su función natural (dominar) y a las hijas mujeres para seguir los pasos de las madres; dado que “la maternidad… no se limita a su dimensión biológica, sino que constituye una relación cultural e histórica variable, que tiene lugar en contextos socioespecíficos que varían en función de los recursos y las constricciones culturales y materiales, así como de la construcción activa que hombres y mujeres hacen de ella.”[1]
Socialmente se considera que las mamás siempre tienen razón, que si las mamás dicen algo es porque es así y no se les puede discutir porque lo que las mamás dicen es sagrado, pues las madres representan a Dios en la tierra dentro de la cultura judeo-cristiana (occidental).
Esta representación angelical y perfecta de las madres, también trae inmerso un sinnúmero de violencias que padecen las madres en silencio; violencias que deben padecer discretamente, porque socialmente a las mamás no se les permite quejarse y hartarse de la maternidad. Ese ideal de las mamás legítima las violencias de género que ubican al hombre como ser proveedor y sin responsabilidades frente a la paternidad o la crianza de los hijos, incluso cuando en la familia el padre y la madre laboran y los gastos de la casa son cubiertos por estos en igualdad de condiciones, es común encontrar que las mamás son la únicas responsables del cuidado de los hijos y quehaceres de la casa.  Las mamás se desviven por cuidar la casa y a su familia, pero aun así en el imaginario social cuando las madres no trabajan recibiendo un salario se les considera que son “mantenidas”, su trabajo doméstico no es valorado porque para la sociedad sus quehaceres no son un trabajo, sino una función natural, pero los hijos y el esposo no podrían vivir sin todo el trabajo que las mamás realizan, porque lo que las mamás hacen es generar condiciones de bienestar y comodidad a sus hijos y a su marido ya que “el trabajo doméstico sigue siendo fundamental, aunque nunca haya sido concebido como trabajo o haya sido designado con «el trabajo del amor», que se hace, aparentemente, sin ningún desgaste personal. En realidad, ese tipo de trabajo doméstico, y su utilidad social es uno de los secretos mejores guardados de la sociedad” (Subirats, 1993: 300-301).
Se asume como ley natural que las madres sean las que se encarguen de los hijos e hijas; estas formas de relacionamiento familiar están tan arraigadas en las familias que los hijos recurren a las madres para resolver sus problemas casi de forma inconsciente, pues para ellos y el resto de la sociedad el único concepto aceptable de madre, es el de las madres abnegadas.
Pero dentro de ese concepto seráfico y puro de las madres también está la perpetuación del machismo. Las madres se encargan de reproducir en sus hijos e hijas las doctrinas del machismo, entonces desde que el niño nace las madres reproducen en él las formas de ser hombre según el sistema machista, la madre enseña a su hijo que su hermana es la que debe hacer los quehaceres de la casa, que cuando ella sea adulta y requiera de cuidados son las hijas mujeres las que deben cuidar a la mamá, la madre también enseña a su hijo que él es el rey de la casa y que por eso debe casarse con una mujer que sea criada como sus hermanas, o en su defecto una mujer que sea la representación de su perfecta madre, para que haga todo cuanto él y la sociedad deseen sin protestar.
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Siempre se ha dicho que las madres son maravillosas, (y no tengo duda de que lo sean) y que ellas son responsables de los hijos e hijas, que es antisocial decir que no es así, es profano decir que las madres desde esta concepción también son un arma eficaz para la prolongación de las violencias machistas en la sociedad y que por ello las hijas no podemos obedecer todo cuanto las madres nos enseñan, puesto que de ser así siempre seremos seres de segunda categoría, porque las madres instintivamente reproducen los dogmas patriarcales.
Socialmente se les prohíbe a las mamás hablar de la perversidad de ser madre perfecta, porque “ser madre es un regalo de Dios” y como Dios es perfecto entonces los regalos de Dios también lo son. Pero aunque las madres no se pueden quejar, es evidente que ser una madre perfecta es agotador, inicialmente porque la perfección en sí misma ya es una carga bastante aterradora para cualquier mujer, luego porque debes luchar constantemente con tu yo interior para sobreponer siempre los deseos de beneficiar a los demás, los otros se convierten en un peso insoportable pero que por miedo a la sociedad y a perder el cielo las madres deben aguantar; la madre perfecta debe reprimir sus deseos de comodidad para pensar siempre en los otros, de alguna manera la madre perfecta termina siendo una esclava.
Las madres son las que menos duermen porque se levantan bien temprano para organizar la casa y preparar los alimentos de los hijos e hijas, sí trabajan, madrugan mucho más para poder realizar los quehaceres de la casa antes de irse al trabajo, se acuestan a dormir tarde porque antes de acostarse deben dejar todo perfecto, al día siguiente las ves con ojeras inmensas y ellas se sienten orgullosas porque esas ojeras son producto del amor desmedido por su familia; pero querida madre, esas ojeras son el resultado de que no pienses en ti y no descansas bien, ningún ser humano puede vivir sin dormir, sólo las madres, ellas son las que menos duermen por estar al pendiente de sus familias.
A las madres las carcome un deseo desmedido de la perfección, inconscientemente viven para agradar a la sociedad, al esposo y a los hijos; en muchas ocasiones el esposo es un vago desconsiderado y aun así las madres se esmeran por tener todo perfecto para el disfrute de ese holgazán, y es que ellas no conciben otra forma de vida, son unas neuróticas perfectas. Si los hijos se van para la calle a compartir con sus amigos, las madres se quedan angustiadas y hasta que sus hijos no regresan ellas no duermen, si el esposo se va a vivir aventuras con otras mujeres o a disfrutar de la compañía de sus amigos las madres no pegan el ojo en toda la noche carcomidas por la angustia y la zozobra.
El otro día un amigo llamado Felipe me dijo “lo único que te falta a ti para ser perfecta es que me traigas un vaso de jugo”, yo sabía que él me lo estaba diciendo en “broma”, pero consciente también de que las bromas son el reflejo de nuestras patologías psicológicas y sociales le respondí: “yo no quiero ser perfecta, no me interesa para nada ser una mujer perfecta”, él me miro sorprendido y me pregunto, “por qué no quieres ser perfecta?”, a lo que yo respondí, “no quiero ser perfecta porque prefiero ser feliz”, el continuaba mirándome con su cara de asombro y me dijo, “cómo así, tú crees que las mujeres perfectas no son felices?”, “¡no lo son!” le respondí, y continúe diciéndole, “las mujeres perfectas son como tu mamá, ellas no viven para ellas, no gozan, siempre están en función de cuidar a los otros, yo cuido de mi misma, disfruto de mi cuerpo; las mujeres perfectas tienen relaciones sexuales por satisfacer a sus parejas, no para el disfrute de ellas mismas, no recuerdas las ojeras tan grades que tiene tu mami, eso es porque ella es la última que se va a dormir, dejando la casa limpia y reluciente y luego es la primera que se levanta a organizarles todo para que desayunen bien temprano y puedan sentirse orgullosos de tener una madre perfecta, yo no deseo para nada ser como tu madre, yo deseo poder descansar lo necesario”, él se sintió un poco incómodo y me miro como entristecido, entonces yo le dije, “que tu madre no descanse bien y no se cuide a sí misma no es culpa de ella, es culpa de ustedes, de tu padre y ustedes sus hijos y de la sociedad, y de tu abuela que la enseño a ser así; a ella la obligaron a descuidarse para cuidar de los otros y ustedes fueron criados así, por eso tú te sientes orgulloso de que tu mamá madrugue todos los días a barrer y trapear la casa incluso los días festivos, pues aunque puede quedarse unas horas más en la cama y descansar ella no lo hace porque su cuerpo siente estupor si la coge el alba en la cama, porque una mujer de verdad, mucho menos una madre no se queda en la cama durmiendo como hombre; así tú le digas que no se levante a organizar la casa ella lo va a hacer, ese comportamiento en ella es irracional y las disposiciones sociales son superior a su autocontrol”.  Lo de dormir como hombre se lo dije porque en la cultura machista se considera que quien debe dormir hasta tarde es el hombre porque la mujer se debe levantar bien temprano a realizar los oficios, eso le enseño su madre y él una vez me dijo que yo dormía como hombre, porque según él dormía mucho, ya que los fines de semana acostumbro dormir hasta tarde.
La madre de Felipe es la representación de las madres perfectas, esa señora trabaja y antes de irse a trabajar deja la casa completamente organizada, en el tiempo de sus vacaciones se comporta igual que cuando no está de vacaciones, madruga todos los días, cuando está en casa siempre está lavando y limpiando algo, se va a dormir tarde y se levanta bien temprano, aunque sus hijos ya son grandes, el mayor tiene 31 años y el segundo tiene 30 años, ella sigue desplegando en ellos cuidados desmedidos, les lava la ropa, hasta los calzoncillos (bóxer), les cocina y vive pendiente de ellos como si fueran unos indefensos bebés.
Lillian BraxtonLa mamá de Felipe ingresó a la universidad cuando ya se había casado y sus hijos eran pequeños, ella estudiaba en la universidad y trabajaba en la casa cuidando a sus hijos y a su esposo, cuando se graduó empezó a trabajar en un colegio en el horario de la mañana, ella madrugaba a organizar a su hijos para el colegio y a su esposo para el trabajo, algunas veces sus hijos y su marido regresaban a casa al medio día antes que ella y el esposo la esperaba con los niños aguantando hambre porque aunque en la casa había comida para preparar el papá de Felipe no podía cocinar para él y sus propios hijos, pues cocinar era una obligación de la señora María, entonces ésta llegaba corriendo a cocinarles, todos los días se repetía esa escena, y fue pasando el tiempo hasta que ya los hijos tenían catorce y trece años, una vez doña María llamó a la casa y le dijo a su hijo mayor que montara el arroz que ella se demoraba un poco porque estaban en reunión en el colegio, el joven de catorce años fue a la cocina a montar el arroz, y estaba en ello cuando el padre fue a la cocina y enfurecido le dijo que él no tenía por qué cocinar que eso le tocaba a la mamá y apagó el fogón, el señor prefería que sus hijos sufrieran de gastritis al no comer a tiempo, antes que pudieran realizar alguna labor de las que correspondían a la madre.
Cuando Felipe fue a ingresar a la universidad, como su madre lo iba a enviar a estudiar a otra ciudad le enseñó a cocinar y cuando le enseñaba a cocinar le dijo “mijo venga le enseño a cocinar para que ninguna mujer lo humille”, para la señora María que su hijo aprendiera a cocinar no era una cuestión normal y natural, sino un asunto de competencia y rivalidad entre hombres y mujeres, de alguna manera ella le estaba diciendo a su hijo que no podía convivir con una mujer que no cocinara mejor que él, en Felipe la idea que de un hombre no podía cocinar, se reforzaba con la forma como él y su madre realizaban esa tarea, ya que su mamá sólo podía enseñarle a cocinar a Felipe a escondidas del padre porque no es natural que los hombres cocinen o cuiden sí mismos, o de sus hijos e hijas, “ya que un mecanismo típico de las ideologías hegemónicas en Occidente consiste en presentar como naturales las relaciones sociales de poder” (Osborne, 1993: 73).
El problema de que las madres sean perfectas además de los problemas de agotamiento físico y psicológico que les causa a las mamás, también trae consigo la malcriadez de los hijos hombres principalmente, puesto que ellos esperan encontrarse con una pareja que sea como su madre, consciente e inconscientemente anhelan una mujer abnegada que no refute nada y que haga todo lo posible y hasta más para complacer siempre a su marido.
En la actualidad con las reivindicaciones feministas y el surgimiento de las apuestas sociales por las nuevas masculinidades, algunos hombres han hecho consciencia de la necesidad de equiparar las labores de la casa entre hombres y mujeres; pero el común denominador está marcado por la errónea creencia de que deben ser las madres las responsables de los hijos e hijas, y las mujeres las responsables de los cuidados de la casa.
Yo imagino que doña María muchas veces lloró en silencio producto del cansancio y la fatiga que le producía ser la madre perfecta. Desde esta lógica las hijas debemos desobedecer a nuestras madres cuando nos enseñen a ser madres sufridas, porque humanamente no es posible que lleguemos a ser madres perfectas sin dañarnos a nosotras mismas.
Fuente: https://afrofeminas.com/2016/05/09/desmitificando-a-mama-otras-formas-de-machismo/

martes, 3 de mayo de 2016

Significado de 'techo de cristal' y 'suelo pegajoso'

Son las principales barreras de las mujeres para ascender en el mundo laboral
Por Montserrat Barba Pan
29 de noviembre 2015


Las desigualdad de la mujer en el mercado laboral se debe a varias causas que se pueden describir gráficamente mediante las expresiones 'techo de cristal' y 'suelo pegajoso' a las que conviene añadir también el 'techo de cemento' y el ''techo de diamante'. A continuación, explicamos el significado de estas barreras que pueden aparecer en diferentes etapas de la trayectoria profesional.


1.Techo de cristal*:
Es una barrera invisible, difícil de traspasar, que describe un momento concreto en la carrera profesional de una mujer, en la que, en vez de crecer por su preparación y experiencia, se estanca dentro de una estructura laboral, oficio o sector. En muchas ocasiones, coincide con la etapa de su vida en la que decide ser madre.

El término (del original 'glass ceiling') nace en los años 80 en un informe sobre mujeres ejecutivas publicado en el Wall Street Journal, pero se ha extendido a todo tipo de ocupaciones, la ciencia o el deporte. No se trata de un obstáculo legal sino de prejuicios extendidos para confiar en las mujeres puestos de responsabilidad, pagar un salario y otorgar una categoría similar por las mismas funciones al considerar que se conformará con menos, así como sutiles prácticas patriarcales del mundo de los negocios, como el tipo de reuniones, el corporativismo masculino o el amiguismo.

La ex primera ministra noruega, Gro Harlem Brundtland, o algunas de las mujeres que encabezan la lista Forbes son ejemplo de superación del techo de cristal.

2. Suelo pegajoso o piso pegajoso:
El suelo o piso pegajoso se refiere a las tareas de cuidado y vida familiar a las que tradicionalmente se ha relegado a las mujeres. Salir de este "espacio natural" que según el patriarcado les corresponde es un obstáculo para su desarrollo profesional. Existe mucha presión dentro de la pareja, en la familia y en la sociedad para hacer creer a las mujeres que son las principales responsables del cuidado. El sentimiento de culpa y las dobles jornadas dificultan su promoción profesional, tal y como está configurado el mundo empresarial masculino.

Este concepto está relacionado con el famoso"equilibrio" de trabajo en y fuera de casa, tan complicado de mantener para muchas mujeres.

3. Techo de cemento:
El techo de cemento se refiere a los límites que tienen las mujeres para crecer política, social o empresarialmente, debido a la falta de referentes, la maternidad, la vida personal, una mayor autocrítica o una forma diferente de entender el liderazgo y la ambición profesional.

Este concepto tiene que ver con la educación sexista, la organización del tiempo en las empresas (sin tener en cuenta la conciliación) o la forma en la que históricamente se establecen las jerarquías en las corporaciones. Para vencer este techo, muchas mujeres tienen como única opción adaptarse a estructuras laborales, horarios y dinámicas masculinas.

4. Techo de diamante:
El techo de diamante es un término acuñado por Amelia Valcárcel en su libro 'La política de las mujeres' (1997, Ediciones Cátedra). Se refiere al hecho de que, en la sociedad patriarcal, el hombre sea un "objeto de aprecio" y la mujer un "objeto de deseo", subordinándola así a una situación en la que el hombre perpetúa su poder.

El 'techo de diamante' impide que se valore a las mujeres por criterios estrictamente profesionales y merma la autoestima femenina de cara a aspirar a un puesto de mando.

Fuente: http://feminismo.about.com/od/trabajo/fl/iquestQueacute-significan-techo-de-cristal-y-suelo-pegajoso.htm

*El término "techo de cristal" ha sido estudiado y descrito por Mabel Burin.  En sus investigaciones, ha reconocido que la construcción de la subjetividad femenina, tiene impacto a la hora de tomar decisiones laborales y familiares.  Si se es una mujer tradicional o no, esto influye en las posibilidades en el ascenso profesional o estancamiento, debido a prioridades familiares o personales. 


lunes, 2 de mayo de 2016

Por nuestro derecho a decidir - ¡Libertad para Belén!





"Belén” es una joven tucumana de 27 años, quien el reciente 19 de abril fue condenada a 8 años de prisión acusada de haber abortado en el mismo hospital al que ingresó por guardia el 21 de marzo de 2014 con dolores abdominales. De acuerdo al comunicado de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, que nuclea a más de 300 organizaciones en la Argentina, quedan explicitados y fundamentados los derechos “violados de modo absoluto sobre “Belén”: su derecho a la salud, a estar libre de torturas y malos tratos, su derecho a la confidencialidad, a la no violencia y al debido proceso”. Por estas razones, entre otras, se exige la nulidad del proceso.¡Libertad a Belén!

Luego de haber ingresado a la guardia del hospital Avellaneda de San Miguel de Tucumán, la joven fue derivada al servicio de ginecología, en donde fue “interrogada” sobre las causas de la hemorragia. “Le dijeron que estaba teniendo un aborto espontáneo y más tarde fue acusada por personal del centro de salud y policial de haber expulsado en el baño un feto. Como cualquier paciente, toda mujer que llega con un aborto en curso o que tiene un aborto, sea provocado o espontáneo, está protegida por la confidencialidad de la relación profesional de la salud-paciente. Sin embargo en el caso de “Belén” algunxs profesionales decidieron usar esa relación para violentarla y denunciarla a la policía. Médicxs la interrogaron como si fueran jueces, enfermerxs le acercaron en una caja con el feto y personal de policía la insultó y degradó revisando sus partes íntimas”, expresa el Comunicado.
“Belén” fue detenida el mismo 21 de marzo de 2014, condenada de hecho por profesionales de la salud, del hospital Avellaneda de San Miguel de Tucumán, por efectivos de la Guardia Policial de ese nosocomio y por integrantes del sistema judicial de esa ciudad. Una “cofradía de machos”, como diría Rita Segato. Esta “alianza de poder criminal”, como denuncia el comunicado de la Campaña, continúa con la reciente condena a 8 años de prisión, firmada por los jueces Dante Ibáñez, Néstor Macoritto y Fabián Fradejas, de la Sala III de la Cámara Penal de Tucumán.

Respecto de la carátula – “homicidio doblemente agravado por el vínculo y por alevosía”- , el Comunicado denuncia irregularidades en la etapa de investigación, ya que no existió prueba de ADNque vincule “en términos de filiación a “Belén” con un feto encontrado en el baño del nosocomio y que tampoco existieron pruebas de que la joven se hubiera provocado un aborto”. Por lo tanto se exige a la Corte Suprema de Justicia de Tucumán que revise en Casación la condena y “deje sin efecto la sentencia ya que la investigación es producto de la violación del secreto médico”.

A la vez, la ministra de Salud de la provincia debería iniciar sumario administrativo “para determinar la responsabilidad de las y los efectores de salud en este caso”, cuyas funciones deberían estar abocadas a proteger y respetar la privacidad de acuerdo a la Ley. Y en la misma medida se debe capacitar a funcionarios y magistrados de la Corte Suprema para que no haya más “presas por aborto”.

“Desde la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito denunciamos a las y los responsables de esta situación por violación del derecho a la salud, persecución, torturas y criminalización a una mujer e instamos a las y los integrantes del Poder Legislativo Nacional, cumplan con sus responsabilidades institucionales y legislen sobre la despenalización y legalización del derecho al aborto en nuestro país”, finaliza el Comunicado fechado el reciente 23 de abril, acompañado por las consignas Educación sexual para decidir; Anticonceptivos para no abortar; Aborto legal para no morir.

domingo, 1 de mayo de 2016

¡Vivas nos queremos!






Zaira Laínez 

El pasado domingo 24 la Ciudad de México se tiñó de violeta con una gran marcha bajo el lema “vivas nos queremos” en la que salieron a las calles miles de personas a denunciar y rechazar las violencias machistas.

Esta marcha fue convocada unas semanas antes a través de las redes sociales por mujeres con ganas de hacer algo, cansadas del machismo y la misoginia, y la respuesta fue sorprendente con el resultado de una impresionante movilización nacional. Se llevó a cabo en 47 ciudades del país que dieron a conocer pronunciamientos para posicionarse públicamente en contra de estas violencias y hacer denuncias y demandas específicas de sus localidades. Se calcula que en total participaron más de veinte mil personas. La marcha se identificó con las etiquetas #VivasNosQueremos, #PrimaveraVioleta, #24A, #NiUnaMenos y #MiPrimerAcoso.

A lo largo de la marcha en Ciudad de México se observó la participación de mujeres de distintos sectores y edades, así como diversas organizaciones, colectivos (aunque destacaron los  feministas, también hubo presencia de colectivos por la diversidad sexual), grupos de ciclistas, familias con bebés, niños, niñas y hasta mascotas, etc. que realizaron un recorrido de seis horas hasta llegar al Ángel de la Independencia y se unieron así a esta masiva manifestación en rechazo a las múltiples violencias que sufrimos las mujeres diariamente.

La protesta de ese día no sólo fueron las marchas con variadas y creativas consignas, sino también hubo performances, música, baile, y otras formas de expresar resistencia y conocimiento. Entre las denuncias, resaltó el hartazgo de las mujeres por no sentirse seguras al caminar por las calles, que aunque son públicas, no son seguras para todas. Hartas del acoso en la calle y del peligro que representa ser mujer en los espacios públicos por estar sometidas a toqueteos, miradas y comentarios lascivos, muchas gritaban “¡No queremos tu piropo, queremos tu respeto!”. Se repartieron volantes que daban consejos para reaccionar frente al acoso como mirar de frente al acosador, alzar la voz y apoyarnos entre nosotras. De igual forma se denunció el alarmante incremento de feminicidios y desapariciones de niñas y mujeres, así como la responsabilidad y complicidad del Estado ante esta dura realidad.

Otros colectivos también exigían justicia en las instituciones del Estado, sensibilización en materia de violencia de género y generación de mecanismos para luchar en contra de esta violencia machista, así como oportunidades laborales dignas y seguras. También se resaltó la importancia de la educación para derrumbar el orden que establece el sistema patriarcal y hace creer que es normal que los hombres acosen, amenacen, abusen, exploten y violen a las mujeres, entre otros. Además se exigió castigar todos esos mensajes que incitan al odio en contra de las mujeres y que promueven estereotipos sexistas que nos violentan.

El ser mujer en México, así como en Guatemala y el resto de América Latina es un factor de riesgo determinante. El ser mujer nos hace blanco de violencias que operan en nuestra contra por el lugar al que se nos es relegado en la sociedad bajo el sistema patriarcal. Por ello es necesario desnaturalizar todo aquello que nos ha sido presentado como dado y enseñado como normal, cuestionar los estereotipos y las posiciones a las que nos orilla el sistema, ya sea como objetos sexuales para el consumo masculino o como objetos puros, delicados y débiles dedicados al cuidado y servicio. Bourdieu habla de la violencia simbólica como esa violencia invisible e imperceptible que es aceptada por la persona violentada por creer que esta es normal y no ver otra forma posible de ser y estar. Es por ello que esta marcha y las diversas luchas de las mujeres son una invitación a pensar otros mundos posibles y nos recuerdan la importancia de la colectividad y la sororidad.

Y es que no es normal vivir con miedo. Porque ser mujer no debería ser un peligro.



[Información completada con datos de Animal Político, La Izquierda Diario y la página de Facebook Vivas nos queremos #24A Mx.]