domingo, 10 de febrero de 2013

¿Hacia donde Vamos con nuestra indignación?




Cristina Chiquin 


“Las feministas se organizan y salen a la calle, una y otra vez, para pedir o para denunciar, según lo que el sistema nos otorgue o nos quite a las mujeres. El sentido de la política feminista se sostiene en el patriarcado como referente y éste alimenta su proyecto de sociedad, el único existente, y lo mantiene vivo”  Andrea Franulic


Para empezar a escribir traté de enfocarme en eso que -en estos días- me ha movido a cuestionarme a mí misma la forma de ver las cosas, el mundo. Como feminista reconozco que la lucha también pasa por cuestionar mis ideas y, también, de estar en constante cuestionamiento de lo que quiero y para qué.


En las últimas semanas, los medios de comunicación del país informaron con mucho énfasis sobre el asesinato de mujeres y en especial de dos niñas, lo que provocó indignación y rabia en la población,  pero sobre todo a nosotras.  Esto movió a que algunas mujeres y hombres  plantearan la idea de mostrar repudio ante los hechos ocurridos. La consigna fue pedir que el Estado cumpla con seguridad y justicia para las mujeres. La otra consigna fue la justicia simbólica. 


Veo importante el hecho que la indignación se apodere de nuestras conciencias  y que  desde ahí se planteen acciones para denunciar las violaciones  y la represión que se vive en el país que tiene como raíz toda una historia de despojo y de violencia que no ha cesado en ningún momento y, al mismo tiempo, una resistencia histórica. Salir a la calle y querer sumar a más personas en estas acciones es un paso para poder empezar también a desmantelar la idea de que en este país se  vive  en democracia. 


Sin embargo creo que debemos cuestionarnos como feministas si es viable pedir al Estado o a los gobiernos  “seguridad” o  “justicia”, sabiendo que la consigna de seguridad ha sido desde  siempre utilizada por el sistema para  justificar sus estrategias de muerte y represión. Hoy bajo el lema de mano dura un gobierno  vuelve  a reprimir, perseguir  y a criminalizar a mujeres y hombres que luchan por la vida y por el territorio. 


Esta misma seguridad es la que piden las empresas transnacionales y la oligarquía para que  el gobierno cuide y priorice  sus inversiones en el país, una seguridad contra los pueblos y especialmente contra las mujeres. Porque esa seguridad es la que ha construido el patriarcado, el capitalismo, desde sus fauces y desde la historia.


Pero de esto nos hemos dado cuenta a lo largo de los años y de generación en generación. En un país en donde se ha utilizado a las mujeres  como botines de guerra  y usado  nuestros cuerpos para provocar terror, miedo y silencio. El mismo Estado  al cual  hoy le pedimos   seguridad. Un Estado  que ha violado, asesinado, silenciado la voz de todo un pueblo. 


Debemos cuestionarnos si es viable seguir pidiendo e implorando que no nos maten, o si es funcional querer transformar un Estado como este a sabiendas que está  fracasado para las mayorías y para los objetivos por los cuales luchamos muchas feministas y muchos movimientos  y  que nunca sus bases estarán diseñadas para ser diferentes de lo que hoy son , puesto que ha secuestrado e impuesto sus intereses bajo las reivindicaciones del pueblo. 


Como feminista me niego a seguir alimentando estas estructuras, a seguir el juego de esta democracia liberal que, incluso, se sirve de nuestras acciones y de nuestras peticiones a favor de la existencia de sus órganos de terror.   


Bien lo dice Andrea Franulic feminista autónoma  Chilena del movimiento de afuera, "Mientras el feminismo siga congelado en el tiempo eterno de la feminidad, reclamándoles, solicitándoles, requiriéndoles, urgiéndolos, implorándoles, demandándoles, o bien, denunciando a los poderes masculinos, estos se mantendrán dichosos manejándonos con nuestras supuestas “conquistas”: alargándolas, quitándolas, otorgándolas, reemplazándolas o atribuyéndoselas; de acuerdo a sus intereses, sus crisis, sus guerras, sus modas o sus cambios de humor, de acuerdo a sus urgencias. Y las mujeres seguirán des/integrándose en su civilización, creyendo en ellos, aceptando sus migajas o haciéndoles la guerra; en definitiva, creyendo en su cultura como la única posible. En tanto, ellos nos seguirán matando"


Es importante reflexionar, si nuestras acciones  no responden también a las mismas estrategias de miedo o de represión que ha usado este sistema en contra de nosotras, movernos es importante pero teniendo claro también cual será el objetivo final de esa acción. 

Otra es cuestionarnos los acomodamientos  y privilegios que a algunas da este sistema  y que hemos interiorizado  haciendo  y funcionando a través de ellos. 


Que la indignación nos cubra pero una indignación que nos lleve a  mover las propias estructuras internas que hemos adoptado de este sistema, que nos indigne el hecho de que muchas veces nos hemos quedado en el papel que nos han designado. Pocas veces nos hemos cuestionado de qué manera retomamos la radicalidad de nuestras ideas, pensamientos y luchas o bien cuestionarnos  la ausencia de esta radicalidad. 


El feminicidio es parte de todo el aparataje de  violencia institucional  que muchas veces hemos avalado y alimentado con nuestras acciones políticas. Si bien la justicia o la lucha por la justicia debe permanecer en el imaginario, es también necesario aclarar que quien ejerce toda esta violencia es el Estado y que, por lo tanto, es necesario empezar  a repensarnos fuera de ese Estado. 


Sobre todo a cuestionarnos  y a hacer critica que nos lleve a no quedarnos siempre en los mismos círculos  patriarcales  y  volver a la radicalidad de las mujeres que en algún momento luchaban incluso por esa institucionalidad que hoy permea los movimientos y que tenían un sentido en el momento en el que se libraban estas luchas. Pero avanzar en el análisis en la construcción de lo que queremos y en el desechar lo que no es funcional.  


Cuestionemos todo, desde nuestra práctica hasta los símbolos que reivindicamos y adaptamos desde la feminidad impuesta, el rol de madres, de esposas abnegadas, el de cuidadoras y el silencio que nos imponen y que aceptamos, cuestionemos nuestro  qué hacer  y  dejemos de posicionarnos jerárquicamente como el sistema nos lo ha ordenado dentro de su lógica de dominio  en donde  están “las salvadoras” y las “víctimas, sobrevivientes”. 


Cuestionemos la institucionalidad que  categoriza y jerarquiza y deja a las “que acuden en ayuda de las otras por medio de la onegizacion “y las “beneficiarias”, Dejemos ya estos papeles que refuerzan las dinámicas de poder y producen los acomodamientos de algunas, dejemos ya de un lado estos papeles que nos  han y nos hemos impuesto, cuestionemos  nuestra “generosa bondad” que también es parte de las calificaciones  que impone el sistema patriarcal en el ser mujeres y la feminidad. 


Empecemos a reconocer las verdades de este sistema y de este país empecemos también asumir los fracasos que hemos tenido para poder plantearnos nuevas formas de acción y de creación.  Dejemos pues también que otras que miran desde otros puntos puedan decir sin ser descalificadas, escuchemos, analicemos, pero sobre todo empecemos a nombrarnos a dejar que se cree nuevos pensamientos. Posicionémonos que el no hacerlo también es un acto violento  y  es  una estrategia que usa a menudo el sistema. 


Tengamos una memoria dese nuestros cuerpos, tengamos una memoria de la historia de nuestros territorios, pero no heredemos los errores que se cometieron. Reivindiquemos nuestras ganas de salirnos de esto que nos impusieron, reivindiquemos nuestro cuerpo, nuestros pensamientos, empecemos a decir lo que nos mueve, aunque muchas veces nos confunda. 


Empecé escribiendo esto para a enfocar lo que quiero y para qué, porque quiero  empezar a legitimar lo que me mueve dentro a mostrar mi indignación, a decir que, en ciertos momentos, todo este bagaje histórico del sistema me confunde en mi cuestionamiento constante. Creo que eso hoy me permite tener ganas de no quedarme en el mismo lugar.

Y es en ese movimiento constante en donde quiero estar, para poder salirme de mis mismos parámetros y para poder salir de todo lo que me han impuesto  y confrontarlo, para empezar a crear desde mi propio conocimiento, desde mi sentir, desde mi propia vivencia y dese la palabra.  Y con esto empezar a crear nuevas ideas y nuevos caminos: una nueva historia.





Bibliografía:

Artículo de Andrea Franulic Feminista Chilena del movimiento de Afuera

La voltereta del posfeminismo A propósito de discursos “sin la madurez de la memoria” (Enero 2012)

1 comentario:

  1. provocador...y pertinente, en estos tiempos de "pisos que se mueven", más incertidumbres que se instalan, movimientos que no sabemos para dónde van...o vienen? Bien Cristina!!!

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