domingo, 11 de septiembre de 2011

Elecciones generales: el show de la democracia




Quimy De León

amor y miedo en una casa
conocimiento del opresor
sé que duele quemar
Adrienne Rich[1]

Observar la parafernalia el día de las elecciones, la labor de los aparatos ideológicos de Estadoy su reproducción en la mayoría de la población merece reflexión y diálogo. Y es que el discurso de la clase dominante y el de las clases subalternas no son para nada diferentes respecto del modelo de “democracia”.

No ha sido parte de nuestras discusiones o discursos - con algunas excepciones -  la manera en que ha permeado en este sentido la cultura e ideología dominante, aún en medio de este proceso electoral burdo y violento con característicos discursos llenos de ignorancia, misoginia, conservadurismo y militarismo, es terrible la aceptación que ha tenido en gran parte de la población.

A excepción de Rigoberta Menchú, ninguna otra candidatura se distanció de estas posiciones, la mayoría de representaciones simbólicas e imágenes utilizadas por todos los partidos fueron de corte autoritario y reflejo de la heterosexualidad como régimen incluyendo a las candidatas a presidenta o vicepresidentas.

Las condiciones históricas y sociopolíticas que nos han hecho como sociedad tener una figura emblemática autoritaria con probabilidades de ganar la presidencia, pueden ser motivo de discusiones más profundas.  No solamente haciendo alusión a la memoria desde el miedo, la memoria puede ser una herramienta de liberación y lucha no sólo desde la victimización o lo épico, sino desde el análisis de la dominación y su reproducción en la población oprimida.

Y es que este proceso electoral, no solamente fue un insulto a la inteligencia sino la expresión sin más ni menos del bloque dominante criollo, empresarial, transnacional, masculino, ladino, militar, eclesial con vínculos con el crimen organizado
,
y el narcotráfico. A pesar de que la propaganda y opiniones desde posturas de la igualdad se congratulen porque la participación numérica de las mujeres, jóvenes o población indígena haya aumentado, o que hayan candidaturas en los partidos políticos de estos sectores, no existe ni por asomo la capacidad de decidir o “incidir”.

Y es que ante el predominio de la clase masculina en todos los ámbitos de la vida pública en otros tiempos, efectivamente lo numérico es un cambio, pero… ¿es esto suficiente para sentirnos ciudadanas? es en esto que se han convertido las demandas feministas, en la aspiración a la inclusión y estas formas de participación dentro de un sistema que nos depreda. Yo me niego rotundamente.

La visión hegemónica sobre lo que es posible hacer colectivamente en este contexto, se reduce únicamente a la vía electoral como “la  manera” para impulsar cambios en la sociedad, dentro de la democracia liberal restringida y sus reglas. Desde esta lógica, ésta es la única forma de construir ciudadanía y participar, pareciera una suerte de triunfo ideológico y es que después de la Firma de la Paz, nos dedicamos a cuasi evangelizar desde este lugar, desde las oenegés con miles y miles de euros de la Unión Europea o dólares de la USAID.  

La influencia del capitalismo mundial ha penetrado tanto las mentalidades y la vida cotidiana, que la mayoría aspiramos al modo de vida gringo, esto se evidencia en la manera en que consumimos y queremos o gestionamos nuestra propia vida aún en medio de la precariedad, tener unos tenis all star o comprar en wall mart quizá nos acerque un poquito más a esta aspiración. Votar, fortalece “la democracia”, quizá si somos personas más democráticas, somos más modernas, quizá esto nos aleje más de la barbarie y nos acerque más a la civilización.

Mantener esta democracia es tan necesaria para el capitalismo y sus sistemas de dominio, que eso explica porqué montaron un show surrealista, porqué  invirtieron tantos millones para convencernos, asimilarnos y mantenernos entretenidxs al estilo telenovela mexicana o programa de chismes, consumiendo las falsedades que elaboraron los medios de comunicación y los ideólogos del mercado electoral. La niñez ahora mismo asiste a su iniciación democrática en Mac Donald mientras compra su Mac Cajita feliz.

Y ha tenido tanto éxito que a pesar del evidente fraude y manipulación desde el inicio de la campaña, todo el mundo legitima el proceso y lo defiende, juego perverso creado para inocular en la mentalidad de la gente no solo esta democracia en sí misma sino al ganador.

No tardará la OEA, observadores internacionales y nacionales en decir que a pesar de algunas charamuscas y desavenencias las elecciones se llevaron a cabo con transparencia. A pesar que poblados como algunos de Chimaltenango no querían permitir si quiera que se llevara a cabo esta farsa. Cientos de denuncias y rechazo al cinismo y el uso fraudulento de la tan defendida democracia el día de hoy, poca gente le pone importancia.

No nos cuestionamos esta democracia, ni el significado de ciudadanía, en estas circunstancias las fronteras de lo cívico se establece desde el mercado como el nacionalismo auriceleste impulsado por los patrocinadores del futbol o el tribunal supremo electoral y su campaña de Vamos por Guate.

De esta manera nos mantuvimos bajo control y en sosiego durante todos estos meses, esto redujo nuestras capacidades de pensarnos desde la rebeldías y otras formas de lucha que no fueran votando, para después tener solvencia para seguir participando y cuestionando en los COCODES, haciendo auditorías sociales y presupuestos sensibles en género, quizá participando en mesas de diálogo o hasta organizando protestas a la medida de los intereses de alguno de los grupos del bloque dominante. Al mismo tiempo que se reduce el Estado, se privatizan todos los servicios, crece el hambre, nos hacemos más pobres, los derechos humanos no se respetan en lo más mínimo, se criminalizan las luchas populares o se desalojan comunidades.

La precarización de la vida, así como la cultura del terror y el miedo usada como estrategia, nos empujó a pensar que la posibilidad de mejorar y sentirnos menos desesperadas, se da cada cuatro años, así nos sometemos de manera voluntaria a la manipulación política, cultural y económica. Parece que ya es bastante enfermizo vivir con el terror creado para vivir en nuestro propio búnker, leernos desde esta realidad con sus complejidades y además poder creernos con la posibilidad de crear y soñarnos en otro lugar, en otra sociedad.

El proceso electoral en este contexto, es una estrategia de dominación que genera consensos sobre valores, percepciones, posturas, conductas e incluso sueños. Así lo normal es vivir en esta democracia, lo anormal es quien se lo cuestiona, quien se niega expresando políticamente no asistir a esta fiesta “cívica” de mala muerte, votando.

Desde esa normalización de la realidad y de la política la persona que se niegue es considerada como indecisa, frustrada, decepcionada, desencantada, cómplice, indigna o incoherente. Las diferencias de pensamiento, de ganas y expectativas deben ser señalados como otrora, herejes, brujas o fraccionalistas?

El miedo generado, se evidencia en la paranoia que existe al estilo de aquella película gringa “el día después de mañana” y que votar por el menos peor es nuestro única alternativa, esto evidencia la imposibilidad que hemos tenido de hacer una lectura más completa de nuestra realidad, entender el papel que jugamos dentro del capitalismo mundial, las disputas dentro del bloque dominante y la imposición de un modelo que utiliza nuevamente el despojo y se reorganiza para acumular capital bajo otras formas incluyendo la criminal, esto se ha ido desarrollando de manera paulatina y sin parar desde hace siglos, incluso de forma democrática, basta con ver para atrás a los últimos años al otorgamiento de licencias mineras, el aumento de cultivo de palma africana, el desplazamiento de poblaciones por despojo o la penetración del crimen organizado y el narcotráfico en los partidos políticos y el Estado para constatarlo. Desde la lógica del menos peor o la campaña contra el genocida, en segunda vuelta por quien llamarán a votar, por Suger o Baldizón?

Promover la culpa por no votar, me parece demasiado elemental y judeocristiano, para poder enfrentar y cambiar nuestra realidad hace falta mucho más que la participación electoral como única vía, que los voluntarismos y llamados a la unidad de última hora. Reconstruirnos para constituirnos en fuerzas políticas que puedan ser capaces de hacer la diferencia, pasa también por la reflexión sobre nuestra cultura política, sobre la como se reformulan los sistemas de dominación entre subordinadxs y sobre cómo pesa el colonialismo en nuestras vida. 

Son respetables los esfuerzos de algunas personas que participan con las izquierdas institucionales, como respetables deben ser las posiciones políticas de no respaldar con el voto un proceso y una democracia con la que no se está de acuerdo. Sin embargo esto no debe ser limitante para que en el futuro inmediato, nos plantemos los límites y alcances de nuestras acciones políticas, pues la realidad con acciones reformistas poco podrá cambiarse y podamos hacer una discusión amplia sobre estos aspectos, como condición para acumular fuerzas y pensar en alternativas a la hegemonía.






[1] De su poema: Arden Papeles en vez de niños.

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