lunes, 28 de febrero de 2011

El modelo feminista no está en crisis


El pensamiento feminista ha sido fundamental para reinterpretar nuestro entorno y para enseñarnos a mirar con nuevos ojos la sociedad en que vivimos. El feminismo ha supuesto la toma de conciencia de las mujeres como clase social y, con el propósito común de construir una sociedad que reconozca a las mujeres como integrantes de la sociedad y de la política, ha proporcionado una revolucionaria reconstrucción de los comportamientos, ha aportado nuevos valores de convivencia, nuevas relaciones humanas, nuevos lenguajes, cambios en las representaciones simbólicas y lo establecido desde la supremacía masculina, cambios en las instituciones y, además, ha significado una ruptura con la exaltación épica del heroísmo viril que nos ha legado la tradición. Gracias a las acciones que se han abordado desde el feminismo, se han puesto en duda
creencias y estereotipos que limitaban a las mujeres y se ha logrado cambiar las estructuras básicas de la sociedad que se basaban en la institución patriarcal que ha considerado durante siglos a las mujeres como seres inferiores y dependientes de la tutela de los hombres.
El feminismo simboliza el encuentro de mujeres buscando formas de acción y alianzas políticas en busca de proyecto común que rescate a las mujeres del silencio en el que han vivido durante siglos. El modelo feminista cuestiona la desigualdad, la violencia, la crisis económica, la discriminación, el caos sociopolítico, las formas
de convivencia basadas en la cultura patriarcal y, sobre todo y ante todo, genera propuestas ante
cualquier proyecto y circunstancias que puedan significar que la sociedad avance. Ahora bien, es verdad que hemos obtenido grandes logros, que hemos mejorado y hemos logrado el reconocimiento “formal” de la participación de las mujeres en igualdad, pero la realidad es tozuda y seguimos arrastrando una gran desequilibrio en la participación y en la toma de decisiones, seguimos estando en la cultura patriarcal y
en una concepción masculina y machista de la organización social. La responsabilidad de lo privado sigue siendo nuestra y, si no logramos que los hombres se conciencien de ello y compartan las responsabilidades familiares, las mujeres seguiremos estando en clara desventaja respecto a ellos. La igualdad pasa por la incorporación de las mujeres a un empleo de calidad en las mismas condiciones que los hombres, lo que exige un reparto igualitario de lo privado, es decir, del trabajo doméstico y de los cuidados.
Sin duda, las mujeres necesitamos equilibrar nuestros tiempos, pues sólo de esta forma se equilibrarán nuestras oportunidades y, para ello, son herramientas imprescindibles la corresponsabilidad en lo privado y el empoderamiento de las mujeres, pues son los instrumentos que nos permitirán encarar al patriarcado y remover las estructuras sociales condicionadas por la mentalidad machista. Por tanto, podemos decir que el debate aún no ha terminado, que el cambio de mentalidad
no ha llegado a su fin porque las desigualdades de género persisten en las instituciones sociales. Las mujeres debemos conseguir que el siglo XXI sea el siglo del empoderamiento de las mujeres, donde logremos la participación en igualdad con los hombres a nivel social, económico y político, es decir, en la toma de decisiones a todos los niveles. 
Quienes estamos en este camino cada día somos más y vamos a más y esto nos ha de dar ánimos para continuar con más ahínco e ilusión en esta lucha que todavía se prevé larga, pero que acabará siendo fructífera.

Por ello, desde la Organización de Mujeres
de la Confederación Intersindical animamos
a todos y a todas a luchar por una sociedad mejor
y más igualitaria, una sociedad basada en el respeto
mutuo que destierre la cultura patriarcal y
que recoja los principios del feminismo, porque
EL MODELO FEMINISTA NO ESTÁ EN CRISIS.

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