Su pasión por las artes le llegó por la oratoria, cobró fuerza con el teatro y se enraizó con la poesía.
por Ángel Elías Foto: Hugo Navarro
Maya Cu Choc (1968) es una poeta y gestora cultural con raíces q’eqchíes que ha hecho de su vida un movimiento artístico. Es conocida por su participación en casi todas las ramas del arte, pero principalmente dentro de la literatura, gracias a sus tres publicaciones: Los Novísimos (colectiva), 1996; La Rueda, 2002; y Recorrido, 2005. Sin embargo, confiesa que una de sus pasiones es el teatro. Maya Cu es una artista comprometida y, con la sencillez que la caracteriza, nos muestra cómo la existencia se conjuga perfectamente con el oficio poético. Además es defensora incansable de los derechos humanos, lo que la convierte en una caja de agradables sorpresas. En la siguiente entrevista conoceremos un poco más acerca de su vida y obra.
¿Cómo se inició en la literatura? Comencé a los 12 años. Siempre me gustó la poesía. Desde pequeña leí autores guatemaltecos, fundamentalmente los de la época criolla.
¿Cómo llegó a la poesía? También a los 12 años di mi primer discurso con tinte social en escuela. Estudié los básicos en el Instituto Enrique Gómez Carrillo. Allí fue la primera vez que participé como oradora, aunque no tenía muy claro qué era oratoria. Mi papá hizo mi primer discurso. Pero no fue expuesto porque las maestras temían, dada la situación política del país —era la década de 1980—. La poesía entró a mi vida por medio de los concursos de oratoria y luego por declamación. Me gustaba saltar al escenario.
¿Qué la motivó a seguir experimentando en el arte?
El teatro. Ingresé a un proyecto de arte en la Escuela de Música de Proyección Folclórica Latinoamericana (Emprofola). Allí participé en todos los talleres que tenían marimba y canto. Emprofola no ofrecía cursos de teatro, por lo que decidí buscar en otro lado. Durante ese tiempo, el maestro Rolando Cáceres llegó al instituto donde estudiaba y lanzó una invitación para integrarnos a su grupo de teatro llamado Maíz y Jade. Montaba una obra llamada Dioses y héroes del Popol Vuh, la cual me llamó la atención. Participé con el personaje de Ixkik. El maestro siempre promovió teatro para estudiantes hecho por estudiantes. Ese fue mi despertar al arte profesionalmente. A los años salí de esta compañía y empecé a experimentar teatro popular. Más tarde ingresé en la Universidad de San Carlos de Guatemala, y a los dos años de estar ahí, una amiga me invitó al Paraninfo Universitario, donde entré en un taller de canto.
¿Y en la escritura?
SEn 1993 ya tenía escritos mis primeros poemas y los compartía con los amigos. Pero también tuve la suerte de encontrarme con un anuncio que publicitaba un taller de poesía. Junté todos mis textos y se los di a quien dirigía el taller, al maestro Marco Antonio el Bolo Flores —Premio Nacional de Literatura guatemalteca—. Allí dejé mis pasiones anteriores en segundo plano y me quedé con la poesía.
¿Qué tiene la poesía que la hizo dejar todo lo demás?
Aunque en aquel primer taller mi trabajo poético fue destrozado, fue ahí donde encontré mi voz. Poco a poco fui dejando el discurso social que tanto me había acompañado y alcancé la madurez que buscaba dentro del arte. Recuerdo que Marco Antonio nos ponía a criticar nuestra obra entre todos y él parecía divertirse con esos enfrentamientos.
¿Cómo surgió Los Novísimos?
En 1995, Marco Antonio nos propuso a Emilio Solano, Alfonso Porres, Juan Carlos Lemus, Fernando Ramos y a mí que participáramos en una publicación. El libro salió gracias al Ministerio de Cultura y Deportes y su recién iniciada editorial, dirigida en aquel entonces por Juan Fernando Cifuentes. Fue publicado en julio de 1996.
¿A partir de este aparecen sus posteriores publicaciones?
Nunca pensé en publicar sola, pero asistí a una presentación del libro de poemas de Francisco Morales Santos, quien me reconoció cuando me autografiaba un ejemplar. Me invitó a publicar con Editorial Cultura, de donde ya era el director. En esos años viajé a Estados Unidos a un encuentro poético, donde todos llevaron sus publicaciones, menos yo. Regresé a Guatemala, busqué a Morales Santos, quien me contó que saldrían mis poemas, y en mayo del 2002 apareció La Rueda, edición que se agotó dos años después. En el 2005 surgió Recorrido, mi segundo libro, el cual fue una publicación personal, casi familiar. Lo hice en la editorial donde trabajé; mi sobrino y un amigo suyo lo diagramaron, y la portada la hizo mi hija.
En este segundo libro aparecen mis trabajos ya publicados y los inéditos como Proyecto sangre y Alrededor de la casa. También aparezco en publicaciones francesas y canadienses.
¿Quién es Maya Cu dentro de su literatura?
Mi trabajo poético fue considerado por los reseñadores como solitario, doloroso y melancólico. Probablemente tengan razón. En este momento mi mundo ha cambiado y mi discurso está en una nueva búsqueda.
Qué dice del silencio en su obra estos últimos años?
No ha habido tal silencio. Me mantengo entre la defensa de derechos humanos y colaboraciones en libros, realizando radiodifusión y lecturas poéticas. He tenido la suerte de hacer lo que me gusta.
¿Cómo se inició en la literatura? Comencé a los 12 años. Siempre me gustó la poesía. Desde pequeña leí autores guatemaltecos, fundamentalmente los de la época criolla.
¿Cómo llegó a la poesía? También a los 12 años di mi primer discurso con tinte social en escuela. Estudié los básicos en el Instituto Enrique Gómez Carrillo. Allí fue la primera vez que participé como oradora, aunque no tenía muy claro qué era oratoria. Mi papá hizo mi primer discurso. Pero no fue expuesto porque las maestras temían, dada la situación política del país —era la década de 1980—. La poesía entró a mi vida por medio de los concursos de oratoria y luego por declamación. Me gustaba saltar al escenario.
¿Qué la motivó a seguir experimentando en el arte?
El teatro. Ingresé a un proyecto de arte en la Escuela de Música de Proyección Folclórica Latinoamericana (Emprofola). Allí participé en todos los talleres que tenían marimba y canto. Emprofola no ofrecía cursos de teatro, por lo que decidí buscar en otro lado. Durante ese tiempo, el maestro Rolando Cáceres llegó al instituto donde estudiaba y lanzó una invitación para integrarnos a su grupo de teatro llamado Maíz y Jade. Montaba una obra llamada Dioses y héroes del Popol Vuh, la cual me llamó la atención. Participé con el personaje de Ixkik. El maestro siempre promovió teatro para estudiantes hecho por estudiantes. Ese fue mi despertar al arte profesionalmente. A los años salí de esta compañía y empecé a experimentar teatro popular. Más tarde ingresé en la Universidad de San Carlos de Guatemala, y a los dos años de estar ahí, una amiga me invitó al Paraninfo Universitario, donde entré en un taller de canto.
¿Y en la escritura?
SEn 1993 ya tenía escritos mis primeros poemas y los compartía con los amigos. Pero también tuve la suerte de encontrarme con un anuncio que publicitaba un taller de poesía. Junté todos mis textos y se los di a quien dirigía el taller, al maestro Marco Antonio el Bolo Flores —Premio Nacional de Literatura guatemalteca—. Allí dejé mis pasiones anteriores en segundo plano y me quedé con la poesía.
¿Qué tiene la poesía que la hizo dejar todo lo demás?
Aunque en aquel primer taller mi trabajo poético fue destrozado, fue ahí donde encontré mi voz. Poco a poco fui dejando el discurso social que tanto me había acompañado y alcancé la madurez que buscaba dentro del arte. Recuerdo que Marco Antonio nos ponía a criticar nuestra obra entre todos y él parecía divertirse con esos enfrentamientos.
¿Cómo surgió Los Novísimos?
En 1995, Marco Antonio nos propuso a Emilio Solano, Alfonso Porres, Juan Carlos Lemus, Fernando Ramos y a mí que participáramos en una publicación. El libro salió gracias al Ministerio de Cultura y Deportes y su recién iniciada editorial, dirigida en aquel entonces por Juan Fernando Cifuentes. Fue publicado en julio de 1996.
¿A partir de este aparecen sus posteriores publicaciones?
Nunca pensé en publicar sola, pero asistí a una presentación del libro de poemas de Francisco Morales Santos, quien me reconoció cuando me autografiaba un ejemplar. Me invitó a publicar con Editorial Cultura, de donde ya era el director. En esos años viajé a Estados Unidos a un encuentro poético, donde todos llevaron sus publicaciones, menos yo. Regresé a Guatemala, busqué a Morales Santos, quien me contó que saldrían mis poemas, y en mayo del 2002 apareció La Rueda, edición que se agotó dos años después. En el 2005 surgió Recorrido, mi segundo libro, el cual fue una publicación personal, casi familiar. Lo hice en la editorial donde trabajé; mi sobrino y un amigo suyo lo diagramaron, y la portada la hizo mi hija.
En este segundo libro aparecen mis trabajos ya publicados y los inéditos como Proyecto sangre y Alrededor de la casa. También aparezco en publicaciones francesas y canadienses.
¿Quién es Maya Cu dentro de su literatura?
Mi trabajo poético fue considerado por los reseñadores como solitario, doloroso y melancólico. Probablemente tengan razón. En este momento mi mundo ha cambiado y mi discurso está en una nueva búsqueda.
Qué dice del silencio en su obra estos últimos años?
No ha habido tal silencio. Me mantengo entre la defensa de derechos humanos y colaboraciones en libros, realizando radiodifusión y lecturas poéticas. He tenido la suerte de hacer lo que me gusta.
Fuente: Revista D .. PRENSA LIBRE .
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