martes, 10 de mayo de 2011

MATERNIDAD Y FEMINISMO



Diana Miloslavich Túpac*


La maternidad es el contenido trascendente ofrecido a las mujeres para realizar el sentido de su vida, pero por sus características es uno de los fundamentos de la expropiación vital de las mujeres y, en ese sentido, de su opresión.
Marcela Lagarde

En este artículo intento recoger algunos discursos que desde la literatura, la filosofía y el psicoanálisis vienen planteando, en los últimos años, feministas extraordinarias que han aportado a desenredar los nudos de la maternidad. Rosario Castellanos, escritora mejicana, decía que la tradición desconoce el fondo de la experiencia de las mujeres y que los conceptos esenciales no la revelan, por eso regreso sobre el discurso feminista de la maternidad.


Aralia López, crítica literaria feminista, en su libro Sin imágenes falsas, sin falsos espejos (1995), sostiene que la maternidad va dejando de ser lo constitutivo de la subjetividad y la identidad femenina. A partir de nuevos deseos como el saber, el de hacer, el de poder y el de autonomía, se están modelando inéditas subjetividades femeninas en contraste con el estereotipo del eterno femenino.


Estamos en el momento del ser para sí y no del ser para otros. Nos encontramos frente a un universo simbólico que impulsa a las mujeres a romper con el rol exclusivo tradicional de madre y esposa y promueve aspiraciones individuales. Hoy nos encontramos frente a mujeres capaces de decidir sobre su propia vida, lo que implica decidir sobre su propio cuerpo y su propia sexualidad


López vislumbra un horizonte optimista que ha traído una especie de revolución cultural en la cual la individualidad como valor existencial adquiere una carta de ciudadanía. El discurso oficial y los nuevos códigos sociales impulsan nuevas representaciones culturales. Estos nuevos códigos culturales en el país modelan formas nuevas de subjetividad.


Sin embargo, la psicología no cambia con la misma rapidez. De alguna manera, las pioneras tuvieron que ver con la incomunicación, la ruptura con la familia de origen, el desconcierto de la madre, el rechazo de hermanos, amigos, la ruptura de esquemas familiares, la angustia y la culpa.. 



La maternidad, un proyecto humano


Pero también frente a estos cambios se escuchan voces como la de Graciela Hierro, una filósofa feminista destacada y la de Lucy Irigaray, otra pensadora feminista. 


Hierro afirma: "las mujeres tienen el deber moral de elevar la maternidad a la jerarquía axiológica de la producción, resulta indispensable que la maternidad se ejercite como un proyecto humano, y no, como ha sido hasta ahora, como una función natural."


Lucy Irigaray sostiene que tal vez estemos en un momento de la historia que ya no es posible eludir la dominación, determinada o ayudadas por la contracepción, el aborto, que plantean de alguna manera el sentido de la maternidad y las mujeres; sobre todo a partir del hecho de su entrada y sus encuentros con los circuitos de la producción han iniciado la búsqueda de su identidad sexual y comienzan a salir del silencio.


Lo que nos coloca en un debate más profundo, que incluye no solo una visibilización mayor de derechos sexuales y reproductivos para las mujeres, sino buscar asumir con responsabilidad ética nuestro derecho a decidir. 



La maternidad no existe: Victoria Sau


De como se ubique en tanto hija, cada mujer, dependerá el futuro de todas y de cada una, sostiene Victoria Sau. Esta filósofa española afirma que la maternidad no existe en tanto nos encontramos que el contrato social, en virtud del cual se reconoce el bien común y nuestra conducta toma debido a ello un sentido ético, es todavía un contrato masculino, entre varones, en el que todo asunto es reenviado de un hombre o grupo de ellos a otro hombre o grupo de hombres. La distribución del trabajo, la planificación del mundo productivo y la planificación de la reproducción humana no son cosas de todos y todas, o de mujeres, en la medida que nos concierne, sino del colectivo masculino que toma las decisiones.


En la medida que las mujeres no toman decisiones de carácter social sobre todos los asuntos, pero muy en especial sobre aquellos como la maternidad, no es parte contratante; otros contratan, dirigen y toman decisiones sobre ella, sentencia Sau, en su trabajo sobre la Maternología (1986): 


"Si dar la vida no es un riesgo cultural que cada mujer corre voluntariamente, porque así lo ha decidido, esa vida será dada de forma natural, espontánea; naturalidad y espontaneidad de la naturaleza, que el hombre orquesta a su modo, y donde la mujer obra como medio para un fin masculino, viéndose privada de ser ella un fin en si misma"
 

Sau propone un punto de vista radical, parte de la existencia del dominio patriarcal sobre la reproducción biológica de las mujeres. Entiende la maternidad como un trabajo sociocultural, no es el resultado para ella de un acto de libertad de las mujeres, sino del control masculino sobre ellas a través de mecanismos culturales, lo que hace a las mujeres portadoras de los valores patriarcales.


En su libro El vacío de la maternidad (1995), aborda su estudio desde la mirada de la Hija., ya que según ella no es seguro que todos las mujeres sean madres, ni todos los hombres padres. Lo que sí es universal es que todo ser humano, cualquiera sea su condición, sexo y edad, ha nacido de una mujer. La universalidad de esta mirada y su derecho a ver, es lo que marca el trabajo de Sau. Para ella la maternidad no existe porque se le ha restringido a lo biológico, negándole su dimensión humana, su proyección económica, política y social.


Su afirmación es un llamado de atención para que no olvidemos que las bases del patriarcado siguen intactas y que es urgente construir una nueva ética para que el ejercicio de la maternidad sea también una parte de la participación global de las mujeres y tenga que ver con la construcción de su propia ciudadanía. 



Maternidad y sexo: Marie Langer 


Desde el psicoanálisis, el texto de Marie Langer: Maternidad y sexo (1951), un clásico para un sector de feminismo en la década de los 70s. 


Lo que Langer intentó como pionera fue explicarnos cómo la maternidad feliz y la capacidad para el goce de la sexualidad dependen de las vivencias tempranas y tienen sus raíces en la relación madre-hija. Pretendía ella abrir caminos que nos permitan hoy conciliar a las mujeres en sus logros en la vida pública, con su sexo y su maternidad. 


Su tesis básica era la siguiente: la sociedad impuso a la mujer severas restricciones en el terreno sexual y social, pero favorecía el desarrollo de sus actividades y funciones maternales. Las consecuencias de estas restricciones fueron las manifestaciones psiconeuróticas de la mujer, pero podía verse pocos trastornos psicosomáticos en sus labores procreativas. Langer sostiene que esto se invierte en el siglo XX, en donde las circunstancias económicas y culturales le imponen graves restricciones a la maternidad. Como consecuencia de ello, disminuyen los cuadros neuróticos típicos, no se encuentran los cuadros de histeria, pero aumentan en forma alarmante los trastornos psicosomáticos.


Esto que Langer estudia y plantea en la década del 50, pareciera ser una constante. Como queda expuesta en la reciente investigación de Isabel Martínez Benlloch y Amparo Bonilla en el libro Sistema sexo género, identidades y construcción de la subjetividad (2000), publicado este año por la Universidad de Valencia en España.


Ellas sostienen que en Occidente a partir del siglo XVIII, a la maternidad se incorporaron nuevos deberes que iban mas allá del hecho biológico, ya que al magnificar la función de las madres en el cuidado y la formación intelectual de los hijos, se les atribuyó cierto poder y la posibilidad de desarrollar su "naturaleza femenina" siendo "buena madre". Este ideal de maternidad que sigue manteniéndose, demoniza todo deseo de autonomía en las mujeres, terminando éstas fagocitadas por sus hijos. Algunos estudios han confirmado la relación existente entre aceptación del rol tradicional con índices de depresión a la mediana edad, por poner un ejemplo. 


Y por otro lado, otro clásico de la década de los 90s: Historias de amor (1983) de Julia Kristeva, cuya reflexión descansa en el amor materno como matriz de la relación amorosa.



La Cultura de la maternidad


Magda Catalá en Las paradojas de la maternidad analiza el carácter ilusorio de ese supuesto amor perfecto, de esa imaginaria madre ideal que, siendo el objeto de nuestro primer deseo y el objeto de nuestra primera identificación, no es, en absoluto, ideal. La madre real es una mujer cualquiera y está llena de defectos, carencias. En su trabajo trata de dejar claro lo que hay de real, cierto y de ilusorio, imaginario e ideal.


Sin duda, como lo señala Marcela Lagarde, la cultura de la maternidad idealiza para las mujeres las vivencias contenidas en la procreación, en la crianza y en los cuidados directos y personales y les asegura que a través de la maternidad encontrarán gratificaciones materiales y simbólicas, vivirán la forma más valorada del amor y serán felices. Esta cultura no devela el contenido real de la maternidad, con sus contradicciones, conflictos, su carga de trabajo y el abandono del yo mismo. Lagarde sostiene la teoría del cautiverio de las mujeres y que la maternidad gira en torno a la procreación, pero que la rebasa a tal grado que existe más allá de sus límites. 


Es así que los cuerpos femeninos se disciplinan para la procreación-concepción, gestación, parto y lactancia, pero también para los cuidados invisibles que permiten dar cuidados toda la vida. La reproducción de la vida cotidiana, al decir de Agnes Séller, tendría que ver con las mujeres. La maternidad es vía de transmisión, conservación y actualización de la cultura de una generación a otra.


Nos encontramos en el momento en que las mujeres que desean ser madres también desean ser individuas que participan en la sociedad civil: ser ciudadanas. 


La responsabilidad del papel de ser madre es la más permanente y estática del papel social de las mujeres. Por lo que continúa en ella recayendo el peso de la crianza y del bienestar de su descendencia. Sigue pesando en las mujeres el ser buenas esposas, perfectas madres, eficaces administradoras y ahora buenas ciudadanas. 


Sin embargo, vemos que a pesar de dos hechos fundamentales acontecidos en el siglo XX, como son la incorporación de la mujer al trabajo y la aparición de métodos anticonceptivos, no han terminado de modificar sustancialmente los roles asignados a las mujeres. Las transformaciones culturales y sociales que vivimos actualmente se manifiestan en cambios en las estructuras familiares y en los modelos de masculinidad y feminidad. Apuntan a relaciones más flexibles e igualitarias entre hombres y mujeres.



En dónde nos encontramos
 

En nuestro país, paradójicamente como en otros lugares, la familia sigue siendo el espacio del afecto y el de la violencia, como lo destacan estudios e investigaciones de los niveles de violencia familiar. Y es en este espacio desde donde las mujeres construyen su maternidad y desde donde se intenta revolucionar el proyecto humano, como lo plantea Graciela Hierro. 


Traigo estas voces y discursos para que me acompañen en este artículo, para exponer de alguna manera que sobre la maternidad la reflexión es profunda y los discursos que se vienen construyendo son diversos.


Lo que aparece sin duda con mayor visibilidad son las diversas campañas de las últimas décadas en relación a la maternidad, que tienen que ver con una mejora de los servicios de salud para las mujeres embarazadas, la llamada de atención sobre las madres adolescentes que cada día aumentan en el país, con la lucha por la lactancia materna, por una visibilización de las madres jefas de familia, por mejorar las condiciones de trabajo de las madres, sobre el llamado de indignación y de atención a la maternidad forzada, sobre el derecho a decidir sobre el número de hijos e hijas. Todo o parte de ello traducido en el impulso a un reconocimiento sobre los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres que incluyo como parte del texto al final, porque de alguna manera resume lo que las feministas hemos venido luchando en la última década. 


El debate continúa y las estrategias también. Es de esperarse que esta revolución cultural que se avisora, como lo señala Aralia López, traigan los cambios que las mujeres necesitamos para revolucionar la maternidad . Para Victoria Sau dar la vida sí es un riesgo cultural que cada mujer asume. Simone de Beauvoir pudo equivocarse al decir que: 


"El hombre se eleva sobre el animal al arriesgar la vida, no al darla: por eso la humanidad acuerda superioridad al sexo que mata y no al que engendra".


Estas líneas que para Sau determinan su trabajo, hacen visible lo complicado y difícil que ha sido para las mujeres dotarnos de miradas, reflexiones y discursos que abonan a una cultura femenina que explique qué es lo que está sucediendo con nosotras. Los cambios son tan rápidos, que esperamos alcanzar a entenderlos. Sabiendo que nuestras fuentes para entender la experiencia de las mujeres no están en la tradición, como afirma Castellanos, busquémosla en otro lado.


Con este artículo he intentado recorrer algunos discursos feministas sobre la maternidad, recorrido fugaz, casi una presentación o invitación para una lectura de estas mujeres.

*Feminista, egresada de la Escuela de Literatura de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, integrante del Centro Flora Tristán, coordinadora del Movimiento Amplio de Mujeres.

fuente http://www.convencion.org.uy/menu2-005.htm

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