sábado, 12 de marzo de 2011

Mujeres inquebrantables

Las que escapan deben cargar con el estigma de “ser mujeres”.
Carol Zardetto

 
Sigmund Freud escribió el tratado más importante sobre el alma humana y, sin embargo, la mujer fue para él la pregunta que quedó sin respuesta, el “continente negro”. Lacan se preguntaba si la mujer existe. Einstein, una de las mentes más lúcidas que ha dado la humanidad, tenía a su esposa restringida a servir café a las muchas mujeres que lo visitaban. El gran novelista norteamericano Scott Fitzgerald, al descubrir el talento literario de su esposa, la metió al manicomio.
Durante muchos siglos, la mujer fue sometida a la absoluta dependencia y control de todos los poderes: la familia, la sociedad, la iglesia. Su única fuente de legitimidad fue el matrimonio. Fue utilizada como vientre para parir a los hijos de reyes, oligarcas y aristócratas, y desdeñada cuando no logró cumplir con esta función de manera adecuada.
 Se le vedó el derecho al trabajo, a la posesión de bienes, a la educación. En la época colonial, una mujer que no lograba casarse y que sus padres no deseaban continuar sosteniendo, no tenía otra opción que ir a parar a una “casa de misericordia” cual desvalida. En pleno siglo XX, muchos países no le reconocían el derecho al voto a la mujer. En la lucha por obtenerlo, fueron insultadas, encarceladas y hasta torturadas.
El deseo de la mujer fue vilipendiado por la Iglesia desde sus orígenes, colocándolo como una fuente de perversión de la inocencia masculina. Cada mujer que intentó transgredir los estrechos límites que le imponían las normas fue tildada de puta, bruja o loca.
Durante las guerras, el cuerpo de la mujer es tomado a la fuerza, como si se tratara de una extensión del territorio enemigo, se amputa su clítoris para asegurar su fidelidad y se le asesina cuando su comportamiento resulta desafiante de las fantasías paranoicas de sus novios, maridos o padres. Son incontables las atrocidades que acontecen a las mujeres osadas que no se doblegan a la camisa de fuerza que sirvió para acuñar la palabra “mujer”. ¿Han cambiado mucho las cosas? En la prisión de mujeres, la mayoría de reclusas está allí debido a una relación de codependencia con su novio o marido que la involucró en el crimen. Hace unos meses, las mujeres indígenas de Chimaltenango suplicaban por apoyo del Estado pues sus maridos no les permiten usar métodos anticonceptivos. Los asesinatos de mujeres van en escalada y todo apunta a que se trata un tema de pura misoginia.
Así las cosas, quienes escapan a la maquinaria machista son pocas. Y aún las que escapan deben cargar con el estigma de “ser mujeres”. Quizá por ello Julia Kristeva dijo que construir el concepto de qué significa ser mujer es todavía una tarea pendiente. Quizá tiene razón. Entonces, nos toca a nosotras empeñarnos en ella, pues ya basta de conformarnos con ser un reflejo complaciente de la mirada masculina.


fuente. El periodico 

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