martes, 19 de octubre de 2010

Soliloquio ó La Soledad Sister
Tal vez tiene razón Payeras, y la felicidad y dios y toda esa mara, tenga algo que ver con ropa limpia o, como hoy, con que volvás a casa en otoño, mojada hasta los huesos, te quités la ropa, te arropés bien y te tirés sobre el sofá, para dejarte envolver en esa especie de éxtasis de protección que te proporciona tu bien amada chamarra. Puede que sea una sensación muy parecida al amor. Demasiado parecida, para mi gusto, porque vos,  allí calientita, te hacés la ilusión de que le diste mate al tiempo y que, en una sola jugada, lo venciste a él y a todos los majes que insisten en querer chingarte la vida. Como si no supieras que el tiempo es un tahúr y que, si bien a veces te da treguas, te jode cuando se le da la gana. A más tardar mañana, cuando salgás de nuevo, te darás cuenta que el frío y la lluvia, al igual que la soledad, estuvieron allí siempre, esperándote, detrás de la puerta.


Pero no me hagás caso. No te dejés contagiar por mi tristeza. Pensándolo bien, mejor disfrutalo. Quizá sea esa la única forma, de jugarle la vuelta al tiempo: dándote permiso para pensar, aunque sea por hoy, que sos feliz.


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