jueves, 23 de diciembre de 2010

Las mujeres de la Navidad al Día de Reyes


Guadalupe López García
Quizá por ser fin de año o por intentar descansar después de dar una y tres batallas durante el año, no he encontrado estudios desde el feminismo del papel que juegan las mujeres en esta temporada, la que aprovechamos para enviar nuestros parabienes a todas y todos nuestros cuates, familiares, etc.

Me quiero referir a mujeres de clase media y urbana, a las que está destinada la publicidad; ya que debo reconocer que la hegemonía de la cultura de masas pretende que todas y todos seamos como las estrellas del canal (Dos, por supuesto), sin hablar de las realidades de las mujeres indígenas, migrantes, lesbianas u otras identidades.

En los buscadores de páginas web traté de localizar algo que me remitiera al tema: intenté con “las mujeres y la navidad”, luego: “cómo celebran las mujeres la navidad” o “análisis feminista de la navidad” y después: “celebrar la navidad con perspectiva de género”. Pero nada me sirvió. Había mucho de la historia de la Navidad, de cómo se celebra en varias partes del mundo, de qué regalar, qué cocinar, cómo decorar mi casa, confeccionar prendas de vestir ad hoc, las manualidades que tanto nos gustan, cómo celebrar en familia.

Me rindo, pensé. ¡Un momento! Recapacité. ¿Qué todas esas actividades no las siguen haciendo las mujeres mayoritariamente? ¿Acaso en los números especiales de las revistas como Kena o Vanidades salen hombres cocinando o decorando la casa? ¿Quiénes, si no las mujeres, son las que se encargan de envolver los regalos, de hacer los moños para los árboles, de coser, cortar, pegar con silicón la lentejuela, bordar el mantel, etc? ¡Uf!

No quiere decir que los hombres “de la casa” no participen en los rituales. Ellos van por el árbol que montan arriba de un taxi o su carro. Pegan los adornos de las fachadas, van por el vino, la sidra o el ron, llevan a los y las hijas a pasear; planean a dónde ir de vacaciones… Llega el 24 y “ayudan a preparar todo”, sacan el pavo o la pierna del horno y reciben a los invitados o invitadas.

En la colonia donde vivo, la Navidad empieza a finales de noviembre, con los rezos a la virgen de Guadalupe, cuya figura está en cada esquina que anteriormente utilizaban como basurero. Son mujeres, niñas y niños el público mayoritario. Luego vienen las posadas. A preparar los antojitos, tal vez tamales, hojaldras con mole, hot dogs o tostadas. Las mujeres se aprestan a atender un ejército de vecinas y vecinos. Afortunadamente algunos hombres la hacen de meseros.

Y luego, a celebrar en familia, aunque todo el año se esté peleando o nunca se vean sus integrantes. ¿Quiénes son las últimas que se sientan a la mesa? Bueno, las chavas de hoy ya no asumen ese papel tan resignadamente; pero está la abuela, la madre, la tía, la cuñada y la anfitriona. ¿Quiénes rezan las letanías?

Las mujeres que laboran fuera de casa con un salario medio (o con medio salario),
toman vacaciones esta temporada. “Para estar con la familia”, “es una época de amor y paz”, “debemos reflexionar”. Frases hechas. Ellas aprovechan para el quehacer a fondo, el que no se puede hacer con mucha frecuencia; para vaciar los roperos, tirar las cacerolas viejas, renovar vajilla, cambiar decoración de casa, pintar o simplemente lavar la ropa de la semana. No debo ser injusta. También aprovechan para darse manita de gato, cortarse el cabello, ponerse “luces”, “extensiones” o uñas de gel.

Bueno, también muchas se van de vacaciones y para ello tienen que preparar las maletas de la prole, comprar lo que falta. Bronceador si se van a la playa; bufanda si deciden ir a Toluca o preparar los tacos de guisado si nos vamos a Xochimilco.

Después Año Nuevo y la misma cantaleta. Llega el Día de Reyes: muñequitas para las niñas, carritos para los hombres (por favor, remitirse a mi texto “¿A qué jugabas cuando eras niña?”). Ya se fue la Navidad. De regreso al trabajo o a los quehaceres cotidianos. Y a prepararnos, pues viene el Día de la Candelaria y hay que llevar al niño Dios a vestir, a comprarle o confeccionarse su ropa.

Me gustaría cerrar este texto con un “Feliz Navidad y Próximo Año Nuevo" Pero mejor cierro con un deseo para todas y para mí, algo que he anhelado desde hace mucho tiempo: tres días para mí solita. Quieran los y las pastoras que esta Navidad sea diferente, lo necesitamos y lo merecemos.


Fuente: Mujeres Net

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