lunes, 15 de noviembre de 2010

El ciclo de la violencia



Tierra Viva -Agenda
Este círculo de la violencia sólo lo vemos desde el ámbito de nuestras relaciones de pareja, no nos damos cuenta cómo hemos parcializado el discurso feminista por bloques; unas por la violencia, otras por la sexualidad.

No nos damos cuenta que ese famoso ciclo de la violencia se expresa en todas las manifestaciones de nuestra vida: vamos al trabajo y ahí está en nuestras relaciones laborales por el hecho de ser mujer, vamos a nuestra casa y ahí volvemos con el círculo, nos relacionamos con nuestras amigas o amigos y por el hecho de ser mujer andamos con las mismas características de ese ciclo.

El ciclo no solamente está ubicado en el mundo privado, el ciclo es una programación, es un funcionamiento de las relaciones que vamos construyendo, en el mundo privado y en el público. La primera fase de ese círculo es la acumulación de estrés.

Esta primera fase inicia con incidentes menores, nos volvemos condescendientes, tratamos de evitar que nuestro amor, nuestro príncipe se enoje, tratamos de portarnos muy bien, tratamos de no molestarlo para
mantener la situación en calma y evitar que la tensión, que no podemos resolver, llegue a más.
Muchas veces le hacemos sentir que estamos de acuerdo con que nos maltrate, porque somos culpables ya que no estamos cumpliendo con lo que debemos hacer. En esta etapa negamos esa tensión, nos negamos que
estemos siendo maltratadas, lo que estamos viviendo alrededor no es con nosotras, ahí está, pero no es con nosotras.
Tratamos de minimizar lo que estamos viviendo y tratamos de disculparlo. Siempre tenemos excusas porque es la mejor forma de enfrentar que, esta etapa no nos duela, lo que nos está doliendo. Justificamos la violencia que estamos viviendo, de cara a que el pobrecito viene muy cansado, que el pobrecito
está viviendo a saber cuántos problemas y nosotras cómo no le vamos a perdonar que nos trate así.
Tratamos de razonar, nos ilusionamos, pensando que esto que estamos viviendo no va a correr a más. Que
él no va a pasar de estas simples agresiones. ¿Cómo este señor me va a maltratar? ¿Cómo este señor me
va a golpear? No es capaz.

Tratamos de sostenernos en esta situación hasta que no aguantamos y pasamos a la segunda fase, que es la explosión de la situación o el incidente agudo de agresión. El ciclo de la violencia no lo dejamos de vivir porque seamos feministas, o por lo que seamos; eso sigue y muchas veces sin posibilidades de sortearlo
en mejor posición. Está presente en la vida de todas las mujeres.

Como no logramos detener la violencia en la primera fase, tratamos de acelerarla nosotras mismas, para llegar a la segunda fase. Esta se caracteriza por una situación que no podemos controlar. Hasta ahí llegó y el golpe viene querramos o no, o la situación de maltrato viene querramos o no.

En esta fase, tanto nosotras como el agresor estamos fuera de control. El agresor, después del golpe, empieza a justificar que el pobrecito no sabía lo que estaba haciendo y que estaba fuera de control.
Es importante recalcar que él está convencido de usar la violencia y no es porque hablemos de hombre malo, hombre bueno. Estamos hablando de lo brutal que es la identidad y la construcción machista.  

En esa identidad están convencidos y claros que ese instrumento que tienen de maltrato es válido y que es necesario utilizarlo para mantener el control hacia su compañera. Está convencido por esa identidad construida de usar ese instrumento, cuando las cosas se le salen de las manos.
Nosotras, con nuestra identidad también construida, sabemos y estamos claras que el golpe viene. Y lo que necesitamos, es acelerarlo, porque sabemos que sólo así vamos a terminar, de una vez por todas con la tensión.
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En esta etapa, conscientemente no queremos involucrar a nadie de la familia. Como estamos claras y convencidas de que la agresión se va a dar, lo que hacemos es desalojar el ambiente y tratamos de que las personas cercanas o los hijos, salgan fuera (si hay posibilidad de hacerlo). El funcionamiento nuestro es tratar de vivirlo a solas y no involucrar a nadie de nuestra familia.

El ciclo está muy interiorizado y no todas funcionamos de igual manera en él. Llegamos a un momento que sabemos que tenemos que acelerarlo para terminar la situación de tensión, para salir de él. La interiorización
que tenemos es que una vez que se da el golpe viene la calma, entonces lo aceleramos.
Hay un inconsciente que nos dice que tenemos que acelerarlo para salir de ahí. Es como cuando hay fuego. Cuando hay fuego una busca una salida, aunque te pongas nerviosa y te pongas mal, buscas la salida, hay un
inconsciente que te dice que hay que salir. Existe el sueño dorado de que esa persona puede cambiar y que además yo puedo hacerlo cambiar. Me doy el poder de que soy buena y puedo hacer que otra persona cambie. 

Y lo que le hemos involucrado es la culpa de por qué llegamos a eso y la culpa de por qué provocamos eso.
Mientras no desmantelemos la culpa, tampoco estamos haciendo uso de la necesidad de salir del círculo. No todas tenemos los mismos instrumentos para salir sin golpes, cada quien busca cómo salir, porque cada
una somos distintas.
Desde chiquitas se nos enseña que todo lo que pasa es nuestra culpa. A los hombres se les enseña que la culpa es de la esposa, de la mamá, del trabajo, nunca son responsables de nada, no asumen responsabilidad de sus actos. 
Por eso generalmente dicen: ella me provocó, ella llegó tarde. No asumen la violencia como un acto que ellos deciden ejecutar para resolver una situación.
El acelere de esta fase no es algo consciente, es una cuestión inconsciente. Estamos claras que queremos salir de él y la forma de salir es siguiendo todo el proceso (como nos han enseñado). No pararlo desde el inicio,
sino salir dándole la vuelta para volver a empezar de nuevo.

En esta fase, las mujeres no somos capaces de terminar el ciclo. Se plantea que solamente los hombres le ponen fin, no las mujeres. Y en esta parte es donde se nos va la vida, porque no le ponemos fin. Cuántas han
quedado muertas en esta parte del ciclo, porque no nos enseñaron a ponerle fin. 

Nos quedamos inmovilizadas y no somos capaces de buscar ayuda. Para las que trabajamos en el mundo de la violencia, particularmente desde la violencia intrafamiliar, es fundamental saber trabajar el círculo,
porque en la medida que lo conocemos vamos a poder dar respuestas reales  a la situación.
En esta etapa muchas mujeres se quedan solas y no hablancon nadie, hay un número reducido que decide pedir ayuda.
Este es el momento, en que la mujer no cree en nadie y no cree que nadie le pueda ayudar y, está convencida de ello. Ni las instituciones, ni la policía,  van a poder hacer nada. Es muy importante tenerlo en cuenta para
el trabajo que hacemos.

La fase tres es la Reconciliación o Luna de Miel
Aquí nos encontramos con que el susodicho se siente completamente arrepentido, baja la tensión y le
suplica y jura a la otra que nunca más será agresivo en toda su vida. Y nosotras nos convencemos interiormente que el amor de nuestra vida nunca más va a hacerlo y tenemos que perdonarlo. Sin embargo lueguito volvemos a empezar.

Tenemos que tomar en cuenta cómo funciona este círculo en nuestra propia vida, solamente nosotras tenemos la posibilidad y las que podemos ponerle freno.
Vamos a reflexionar sobre el gran centro que sostiene este círculo: el amor que hace que todas nuestras relaciones funcionen de arriba para abajo. El núcleo del círculo está muy relacionado con la concepción del amor que nos han enseñado. 
Por amor callamos, por amor aceptamos todo lo que pasa en la primera fase. Por la concepción de amor que nos han vendido, nos sometemos, le servimos, hacemos todo lo que sea necesario para que nuestro amor esté bien, para que nuestro amor no se enoje, en esa primera fase del círculo. Cuando pasamos a la segunda fase, cuando nos pegan, por amor también, lo aceptamos. Hay un dicho en la cultura machista, entre más le pega a las mujeres, más las quiere. En nombre del amor, nosotras los volvemos a aceptar, porque
pensamos que van a cambiar en nombre del amor que les tenemos.
Tenemos que reflexionar sobre la concepción de amor que nos han enseñado a las mujeres, y cómo esta enseñanza juega un papel importante en la vivencia de la violencia.
Desde pequeñas nos han enseñado que el amor ocupe el lugar central en nuestras vidas. Esta concepción es en función del otro, no es desde nosotras. Es la búsqueda del amor hacia el Príncipe azul. Toda nuestra búsqueda tiene que ser alrededor de este príncipe azul.
Esta concepción está basada en el sentimiento de ternura y cariño, y por supuesto el amor erótico no está dentro de las enseñanzas que nos dan a las mujeres.

Es un amor de grandes intensidades. Un amor que no tiene límites. Un amor sin límites. Un amor de entrega total. ¿Cómo vamos a poner límites, si estamos diseñadas para entregarnos totalmente? Le entregamos al príncipe azul la capacidad para que controle nuestras vidas. 
Está tan interiorizado, que aunque estemos aquí, estamos pensando en ellos, por dónde andan, si comió, si esto, si aquello… Con los otros que están alrededor de nosotras también ocurre.
Como es un amor sin límites, todo lo que hacemos en nuestra vida, está en función de que este Príncipe realice todos sus proyectos, sin importar nuestra vida, no tenemos proyectos en nuestra vida y cuando los tenemos, los dejamos si pone en riesgo ese amor.
Cuando se nos cae el proyecto del Príncipe azul, se nos va la vida y nos quedamos en este círculo. Creemos en el amor eterno y nos quedamos amarradas a este círculo . Estamos construidas para el amor desde el sufrimiento.
Entre más lloro más lo quiero. Entre más sufro más grande es mi amor. Escuchemos las canciones
que reproducen estas concepciones del amor. Todas estas cosas articulan, fortalecen,
reproducen y sostienen el círculo vicioso en nuestra vida.
Otro elemento más es la fuerza física. Por ejemplo, cuando vemos a las mujeres de los mercados, las imaginamos como mujeres fuertes, producto de la lucha de la vida cotidiana, pero cuando se relacionan con un flacucho, viene éste y les da su cuentazo (golpe) y esas mujeres fuertes no se defienden. Porque a las mujeres se nos ha negado la posibilidad de relacionarnos con la fuerza física.
Muchas veces tenemos instrumentos con qué defendernos, pero nos quedamos paralizadas, cuando nos gritan o nos pegan. Cuando respondemos con la fuerza de los hombres y los ponemos en su lugar, este ciclo se para.
Esto es resultado de las investigaciones que se han realizado. No tenemos cultura de defendernos. Y esto definitivamente sostiene este círculo. Este círculo está inmerso en condiciones económicas, sociales y de discriminación hacia las mujeres, en todos los niveles de la sociedad, por lo que no es fácil salir de él.
En la medida que reconstruyamos la concepción del amor, desde nosotras, vamos a tener la fortaleza para romper los círculos. Si logramos reconstruir nuestra fuerza de defensa lograremos pararlo. Aquí nos
encontramos con que ya existen instrumentos legales que podemos utilizar para salir de esta situación, pero no son suficientes.
Las feministas hemos perdido creatividad para enfrentar esta problemática y seguimos haciendo todo un trabajo encaminado a la cuestión legal y a la cuestión psicológica. Pero no nos damos cuenta que es más complejo que eso.
No nos damos cuenta que la violencia es un instrumento real que tiene el Patriarcado para someter a las mujeres. Estamos perdiendo la pista y la creatividad de hacia dónde vamos. La violencia intrafamiliar es una de las tantas formas de violencia que utiliza el sistema patriarcal.
Cuando algunas mujeres tratan de poner un alto al círculo de la violencia, ponen una denuncia. Sabemos que lo hacen en el momento de la explosión.
Pero en la siguiente fase del perdón y reconciliación esas mismas mujeres retiran la denuncia. ¿Cómo hacer entender a las autoridades, especialmente a la policía, que esto es parte del círculo de la violencia? Si una señora va cinco veces, pues cinco veces la tienen que atender y respetar. Todavía no hemos encontrado cómo darle tratamiento a estos casos.
Qué resultados tenemos si las mujeres no quieren separarse, sino más bien quieren que el hombre cambie. Pero nuestro discurso no ha sido ver la problemática, desde la concepción de las otras mujeres, sino desde nuestra concepción parcializada de tratamientos de la violencia contra las mujeres; y esto no nos permite construir un discurso real de tratamiento del tema.
No hemos visto la problemática desde la concepción de nuestra propia identidad y ése es uno de los grandes errores que tenemos desde el feminismo y movimiento de mujeres. Debemos desarrollar procesos que profundicen un discurso que eleve y reconstruya nuestra propia identidad de mujeres. Todas estamos metidas
en ese círculo y nos cuesta salir, porque está estructurado a nivel social.
El Patriarcado tiene sus rejas para que estemos encerradas. Tenemos que ser creativas y buscar nuevas formas para enfrentarlo. Hay que aprender a reconocer el conflicto, tiene que ver con un acompañamiento
que permita hacer ver a las mujeres y visibilizar esos procesos para evitar que el círculo continúe. Hay que desarrollar habilidades para que las mujeres aprendamos a negociar y pongamos condiciones.
Aunque hay violentadores con los que ya no se puede negociar. Es importante tener presente que estamos viviendo en una época neoliberal, en donde el FMI está presionando a nuestros gobiernos para que las
fuerzas conservadoras tengan mucha presencia. Las circunstancias que están viviendo nuestros países en este momento, es de retroceso para las mujeres. Las mujeres tenemos cada vez menos posibilidades de recursos para hacer el trabajo que queremos y por eso para erradicar la violencia contra las mujeres
nuestro discurso tiene que ser más profundo, más cohesionado para poder golpear eficazmente, porque si no nos vamos a quedar tocando una parte mínima del Patriarcado.

 Fuente: Tierra Viva
http://www.tierra-viva.org/docs/AGENDA_PROCESO_1.pdf

1 comentario:

  1. Y es tan difícil quitarse la venda de los ojos. Por que todo y todos alrededor encuentran "normal" que una mujer se olvide de sí para existir en función del otro. Porque éso es ser una "buena" mujer.Y luchar por mantenenerse fiel a una misma es la más solitaria, pero también la más liberadora y libertaria de todas las luchas =) Muy buen artículo

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